Por Tayde González Arias, Arena Suelta: México ya es mayor de edad.

Los mexicanos que recién cumplen la mayoría de edad nacieron en el 2000, año el que el país experimento la transición del partido que había postulado y hecho presidentes por mas de 30 años (PRI), para pasar el poder a Vicente Fox Quezada, miembro del Partido Acción Nacional (PAN).

Llegan a esta importante etapa de su vida, en la que ya cuentan con una identificación oficial que les permite lo mismo el ingreso a cualquier recinto que elegir en las urnas sus gobernantes. De este último aspecto, vale la pena apuntar que, también como cuando nacieron, son testigos (pero ahora con mayor conciencia) de un relevo en la Presidencia de la República que enmarca en su corto periodo de vida, ya una segunda transición.

Los jóvenes a los que se les ha criticado duramente por considerarles poseedores de inmadurez en su actuar, son como en otras etapas de la historia del país, fieles testigos de la voluntad ciudadana que montada en el hartazgo de los gobiernos pueden actuar con coraje y decisión y abandonar el régimen y sus representantes que consideraron poder mantener y manejar a gusto y manera la voluntad de sus gobernados.

Encuentro en los jóvenes a los que me refiero, una apertura política por el sólo hecho de nacer en este periodo de cambios políticos y lograr la mayoría de edad con un acontecer igual, creo que bien visto el tema y conociendo de la realidad social, podríamos hablar de una generación que en tiempos no muy lejanos podría ser parte de un cambio de rumbo serio y seguro. Teniendo en cuenta que el sistema presidencial ha sido criticado y considerado por algunos desgastado, encuentro en los recién mayores de edad, la posibilidad de que sean quienes empujen esta transformación o refresquen la conducción política del país.

Es de aplaudir que, frente a medios de comunicación que no informaron lo correcto ni en sus contenidos integraron programas de formación, que con el quebrantamiento de la familia tradicional o de la baja calidad educativa, aún tengamos jóvenes en cargos de dirección, preparándose en universidades y logrando postgrados, logrando los primeros lugares en competencias internacionales o sencillamente las mujeres y hombres jóvenes del país tengan un modo honesto de vivir.

Los retos políticos y sociales que enfrentamos, los veo siendo solucionados por los jóvenes de este tiempo, y aunque bien, no es precisamente joven el recién presidente electo, confió en que se haga de colaboradores que con cuya juventud se impregne al proyecto de nación de ideas frescas, de conceptos actuales que inciten al progreso, colocando a México en una posición relevante en los escenarios mundiales.

Los jóvenes que han sido utilizados por partidos políticos o por candidatos para la promoción, manejo de redes o acciones digitales, deben considerarse valiosos y deben exigir un lugar en los sitios en los que se tomen decisiones, es momento de pasar la barrera de la desconfianza, de quitar los estigmas en los que a la juventud se le ha calificado como floja o de falta de ideas, pues es claro que los logros en el deporte, la ciencia, la tecnología entre otras importantes áreas, han dejado ver la capacidad que tienen los reciente llegados a la mayoría de edad.

El bono demográfico hasta el momento ha sido desperdiciado al no permitir el acceso de los jóvenes a muchas áreas en las que podrían llevar acabo trabajos de reingeniería y también se ha perdió porque no hemos sido como ciudadanos adultos, capaces de mostrar confianza, entregar cartas de recomendación, a la mujer u hombre joven, antes al contrario sigue siendo mayor el número de personas mayores que les muestran desconfianza y en los peores casos incluso calificarles de seres inútiles e ignorantes en diversas tareas.

La rebeldía sin causa, ha sido además de una idea revolucionaria, también la línea a seguir por algunos jóvenes; quienes a falta de argumentos o con sólo coraje han ejecutado manifestaciones con y sin violencia, sin embargo ello ha abonado al desagrado social, especialmente de los adultos, quienes siempre estarán esperando una mayor seriedad de parte de este sector. Ciertamente cada etapa de vida debe disfrutarse; la niñez con el juego, la adultez con la toma de decisiones importantes, y juventud, en medio de la libertad, pero siempre con espacio para la cordura y el buen encausamiento de su energía a la que siempre que se desborda, parece ser recordatorio de que se puede administrar.

No encuentro mayor diferencia entre las edades que la manera en al que se disfruta la vida, y de ello uno de los pendientes de los gobiernos actuales es garantizar este bien superior a los jóvenes; el disfrute, no es algo que se pueda pichicatear, ni tampoco limitar, permitir el acceso a las herramientas para que en la transición política la juventud sea el motor para arrancar a mejores metas, es tema de importancia para cada adulto y es obligación de todos los grados jerárquicos de las burocracias del mundo.