Autor: Víctor Hugo Hernández Cedillo: ¡Cuando todo termine!

Calles semi vacías, casas atiborradas. Grupos paranoicos en WhatsApp. Redes desinformando. Pasado añorado. Presente inquietante. Futuro incierto. Aislados en casa, los niños se desesperan. Las autoridades en el mundo han alargado el tiempo de confinamiento. El planeta lo usa para sanarse. Los animales sin miedo lo exploran. El aire que se respira por las ventanas, cada vez es más puro. El cielo más claro al igual que el trino de los pájaros. Silencio deseado. Calles más limpias, ojalá llegue el turno a esas malas conciencias. Los vecinos cada vez más prudentes. Bocinas sin alto volumen. Padres herméticos.

Niños inquietos, los más vulnerables, quizá no al virus pero sí al encierro. Preguntan, cuestionan. Les urge salir a las calles, a los centros y parques. —¿Falta mucho para que podamos salir?, preguntan.—Si un mes te parece mucho, entonces sí.—Ya me aburrí. Deseo estar en la escuela.—Aguanta, ya tendrás tiempo. Las películas y series en televisión poco a poco se vuelven monótonas. Los padres les inventan juegos a los hijos. La lectura aumenta, la imaginación también. Muchos temen al encierro con su propia familia, otros se han dado cuenta que la soledad y el aislamiento no es lo mismo, que el aislamiento es dolor, la soledad es paz: En la soledad puedes conectar contigo mismo, conocerte-reconocerte. Aislarte es esconderte del mundo.

¡No es posible que aún exista gente en el mundo a la que le dé pánico estar a solas consigo misma! La tarea de quedarse en casa es sencilla. El proceso no tanto. Pues aún falta un mes y las otras tareas, la de los niños, se acumulan en gran cantidad dentro de los grupos en WhatsApp, lo cual les causa estrés, pues ellos piensan que son vacaciones, y aunque no lo es, eso les ayudaría a sobrellevar y asimilar toda la información que les llega por televisión, por comentarios en casa o por vía celular. Se extraña el entretenimiento masivo: el buen fútbol. La profesión más cotizada en estos tiempos: la de los nuevos superhéroes de bata blanca. La que arriesgan su vida por los demás.

El oficio más inútil en estos momentos: la labor de los youtubers, que se han quedado sin imaginación y su «influencia» no ayuda en mucho. El amor en tiempos de Coronavirus: Dicen que saldremos de esto todos juntos, «Que muchos divorciados, otros en juicio, pocos sin juicio». Algunos matrimonios por fin se han sanado, a otros si no los mata el virus, los mata la convivencia, la desesperación y el encierro. Algunos amantes se extrañan, otros se adaptan. Los noviazgos los más impacientes, los más vulnerables. El humor ante la crisis se esparce, en otros se extingue. Algunos en las redes sociales piden memes y no dar tregua a los adversarios. Otros exigen que siga el bullying, que la risa ayuda y más en estos momentos. Los niños ajenos a los problemas, llenan sus oraciones con palabras cálidas y reconfortantes: Paz. Vida eterna. Salvación. Esperanza. Millones de historias se enlazan de hogar en hogar. Las que hacen imaginar y estoy seguro, que de este encierro, vendrán más historias para contar para leer. Habrá más ateos y también más creyentes. Habrá nuevas reglas, nuevos hábitos, nuevas costumbres, nuevos comportamientos, nuevas reflexiones.

¡Cuando todo termine habrá un nuevo mundo!

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