Arena suelta. Por Tayde González Arias: Así sea en las elecciones como entre los candidatos.

Los periodos electorales que el país ha vivido en las últimas dos décadas han sufrido cambios significativos, en lo que respecta a los tiempos, por ejemplo, se ha reducido,

y para fortuna de unos y desgracia de otros para convencer a la ciudadanía o llegar a ella se debe hacer lo más pronto posible, además de que en este aspecto también la dependencia encargada de los procesos (INE) supervisa meticulosamente que exista equidad para cada partido y candidato. A pesar de que el sistema electoral mexicano es reciente, pues no debemos olvidar que antes de los 90s las elecciones fueron ejecutadas por la Secretaria de Gobernación, lo que hacía al gobierno juez y parte, para el reciente sistema han sido puntos a favor el hecho de haber sido tomado como referente en otros países e incluso se le ha solicitado capacitación y explicación de su operación, lo que nos lleva a poner nuestra confianza en sus manos.

Si bien hay señalamientos sobre sus consejeros o sus procesos que no son los más positivos, lo cierto es que no podemos ir por la vida con pesimismo respecto a las instituciones; pues crearlas y mantenerlas tiene su razón cuando de valores como la democracia se trata. Cuando de elecciones políticas se trata es menester hablar de la manera en la que la ciudadanía vive las contiendas en el país, debido a que además de que cada opción para gobernar hace sus eventos proselitistas, con reuniones o mítines y un sinfín de aglomeraciones, hace falta mencionar la madures política en la que los mexicanos nos encontramos.

Cuando el nivel de abstencionismo es alto, una de las hipótesis es que se debe al desencanto por el sistema político, sin embargo, deja notar de la deficiente cultura de participación, una vez que el ejercicio electoral da como resultado ni más ni menos que a las mujeres y hombres que han de gobernar nuestros pueblos. No puede haber madurez política cuando no existe la voluntad imperiosa por participar cuando menos depositando nuestro voto en la urna, ni cultura electoral si se le resta importancia a una elección y se prefieren hacer otras actividades en lugar de tomar partido en el destino administrativo de nuestros municipios, Estado o país. Un pueblo democrático, no es sólo es quien tiene ese sistema como régimen de gobierno, si no en donde sus ciudadanos manifiestan de manera generalizada con su voto, la voluntad para ser llevada por aquellos que consideren los más aptos.

Un Estado en el que sus ciudadanos se quejan pero no participan, atacan pero no proponen, señalan pero no seleccionan, es un pueblo apagado y sin luz y hasta cierto grado ignorante de sus derechos, deberes u obligaciones. Cuando en un sistema político y de gobierno no se tiene un filtro serio para seleccionar a los candidatos y estos terminan pactando con entes no legales, se habla de un inexistente estado de derecho, y de instituciones políticas que no tienen un interés real en trabajar por sus afiliados, y después por sus gobernados, de tal suerte que cuando se considere que somos democráticos habría también que cuidar meticulosamente los procesos para que por un cada pueblo tenga el gobernante que merezca.

Las elecciones populares que ahora mismo vivimos se han vuelto también sangrientas, por ejemplo a este momento en el estado de Michoacán se sabe de tres candidatos a presidentes municipales que han sido asesinados, de los que derivan líneas de investigación diversas y que se han querido asociar no necesariamente al quehacer propio de la candidatura pero que nos recuerda que incluso hasta a un candidato a la Presidencia de la Republica, se le dio muerte, nos vuelve a hacer ver como un país que debe aprender a ganar y a perder.

En unos días los ojos de una parte del mundo estarán fijos sobre México, por el tema de las elecciones, recordemos que todas y todos estamos llamados a la fiesta democrática de la contienda, aprendamos a respetar y aceptar triunfos pero antes que nada derrotas. Si bien es cierto que todos los candidatos en campaña suelen mencionar que son los que van a ganar, ponderemos nuestra filias y emociones, y antes que todo recordemos que después del proceso electoral, igual el mundo seguirá siendo de la misma forma.