ARENA SUELTA 

POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS 

T I E M P O 

El tiempo, lejos de ser aprovechado, para muchos sólo es un transcurrir sinsabor, sin apreciar los momentos que lo conforman. La vida se va tan rápido que cuando creemos tenerlo todo o estar más cerca del logro de la felicidad, nos despedimos del mundo. Cuando nos vamos de la tierra lo único que dejamos es en lo mucho en lo poco, lo que hicimos por los demás. El hombre que vivió solo procurándose a sí mismo, sin servir a los demás, merece olvido, porque no tuvo conciencia para hacer con o por los demás. 

Hacer que el tiempo sea de calidad por lo que hacemos de éste, es un quehacer de conciencia, de voluntad y de ganas de querer vivir al máximo. 

Ir con todo el entusiasmo logrando nuestras metas, es cuestión de tiempo bien usado, es hacer planes y poner manos a la obra, pues nada se madura sin que el tiempo exacto llegue, ni tampoco se pudre o se fermenta, un alimento que no se haya olvidado o descuidado. El tiempo puede ser el mejor aliado para los que lo valoran, o el peor enemigo para quien no lo contempla. 

Otro de los problemas del tiempo, es que las cadenas comerciales o los medios de comunicación, se la pasan apurándole o adelantándolo, se han adueñado de las semanas, y los meses y aunque falta para que llegue diciembre, ya los anaqueles están tupidos de esferas navideñas o árboles de navidad, lo mismo que sin que acabe septiembre, ya los arreglos por el día de muertos, están en los aparadores de las tiendas, puestos para ser comprados. Creo que inconscientemente, nos han hecho que no disfrutemos de una etapa o de una temporada, debido a que ya no tienen bombardeados con los de otra estación. 

En medio de los ataques del comercio, de los medios de comunicación, que llevan su propia campaña publicitaria, el hombre y la mujer pensante, ha de ignorar lo que haga que no se pueda uno sentar a comer a gusto, a beber sabrosamente, los alimentos que nos sirven en la mesa, y degustar de cada sabor que ofrece la gastronomía de cada temporada, sin prisa pero sin quedarse tampoco sentados o sin actividad por tanto tiempo, muchos han escrito sobre lo valioso que es estar activo y formar parte de las filas de la economía en movimiento del mundo, pero siempre será bueno, detenernos a ver la puesta de sol, salir mojarnos bajo la lluvia, o sonreírle al sol. 

Hay muchos detalles que la naturaleza tiene para gozo y disfrute del hombre, y hay que estar pendientes de ellos, hay que administrar el tiempo, pero sobre todo hay que saborear de cada respiro y de cada parpadeo, así como del sentir por la piel del 

recorrer de una gota de sudor, por el calor o del cálido ambiente. Como sea y donde sea, hay momentos que hacen que el tiempo valga la pena. 

Ahora que será tiempo de visitar los campos santos, hay que hacerlo con todo respeto y decoro, pues aunque se fueron de la tierra los fieles difuntos, viven en nuestras memorias, y a nadie le gusta ser olvidado. 

Cuando sea el tiempo de la navidad, hay que recordar el origen cristiano, y dejar a un lado todo aquello que lleve a los excesos, los vicios o las adicciones. 

Al recordar las fechas y los hombres que nos dieron patria, hagámoslo con la fiel convicción de rendir tributo a los caídos y por los que vivimos en las condiciones en las que estamos. 

El tiempo, nos ha hecho hombres y mujeres, de carne y hueso, que agachados hemos desarrollado joroba, artritis y ojos enrojecidos por pasar las horas viendo la pantalla del celular, pues debido a que llegó la tecnología, y no estábamos preparados para el uso correcto, uno de los más malos usos del tiempo, es que aunque tenemos a los que amamos frente a nosotros, consideramos mejor mandar un mensaje un corazoncito o algún mensaje romántico, que abrazar y besar, como si el contacto o el habla personal pudiera ser algo que se pudiera suplir. 

Vamos usando el tiempo, para hacer lo bueno, con nosotros y los demás, valoremos cada segundo apreciando los caprichos de la naturaleza, pero sobre todo hagamos el tiempo para sonreírles a los que van pasando, los que tengan cara dura o gestos fríos, posiblemente al vernos contentos, puedan ser salpicados por la alegría de vivir y ver pasar el tiempo de una mejor manera.