“Wili, la rata más grande de México”

Autor: Víctor Hugo Hernández Cedillo

«El Canario», como le apodaban por aquellos años, deseaba ser futbolista solo por obtener dinero, aunque muy en el fondo, odiaba el fútbol. En una época donde no había tanta tecnología, él cumplió su meta y pasó de ser un jugador insignificante, a ser un jugador con varios títulos. Esta rata no tenía mística, ni identidad, ni proyección, ni carisma. Eso sí, tenía la sangre muy pesada y les caía mal a muchos. No tenía olfato goleador, ni buen desmarque, ni siquiera una puntería precisa a la portería. No poseía ningún talento en la cancha. Pero para su buena suerte, él tenía buenos contactos, una relación amigable con la prensa y una tremenda avaricia de ganar como sea. Estas fueron sus armas que usó para “triunfar”. La rata Wili nació en 1916. Era amante de la calle y de lo ajeno. Siempre anheló dinero y fama, pero, sabía que no podría conseguir nada por él mismo. Deseaba ser el más grande sin tener que transpirar, para conseguirlo. Desde que nació, pasaron 43 años sin pena, ni gloria para el pobre Wili. Hasta que un día, dio con Emilio Azcárraga Milmo, un empresario poderoso dueño de televisa quien se encargó de crear más que un jugador, un producto. El dueño le armó una buena imagen a Wili, para que los consumidores de su programación televisiva, no dudaran de él. Lo primero que se le ocurrió fue quitar el apodo de: “canario” para darle el de: «águila”, con esto, logró darle un poco de proyección ya que carecía de identidad propia, esto obviamente le fue de gran ayuda, pero, por otra parte, perdió su naturalidad. Wili fue adoptado por este exitoso empresario en calidad de lástima, para hacer de él, su mejor creación. Tuvieron que pasar 7 años después de la adopción, para que Wili ganara con algunas irregularidades en los últimos 4 partidos, su primer título de Liga de los 13 que se le cuentan hasta la fecha, es decir, antes de sus 50 años, solo había ganado algunas Copas moleras. Emilio Azcárraga Milmo logró hacer de Wili, algo que, entre verdad y broma, dijo en 1993: «Somos soldados del PRI y México es un país de una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida” Y esto a final de cuentas, fue lo que hizo… Creó a un jugador jodido que nunca saldrá de jodido. Posteriormente, Emilio le hizo un

curriculum vitae a Wili, y allí nació la primera mentira más grande de todas. Obligó a los trabajadores de su televisora a que apoyaran a muerte al equipo de casa. Es decir, muchos se hicieron por conveniencia y no de nacimiento como dicen algunos. Compró, persuadió y amenazó para ganarse el cariño de la afición, y con ello, las generaciones americanistas que llegaron después, le iban por tradición, más no por convicción. Poco a poco por medio de la televisión, Wili se fue metiendo en los hogares de las familias mexicanas, para convertirse en el jugador número uno de la televisión humorística mexicana. Solo así ganó popularidad, pero no por su Historia, ni por Popularidad. Con una televisora que dominaba todo México en aquellos años, Emilio hizo de Wili, lo que quiso. Lo convirtió en actor, en comediante, en cantante, en todo, menos en un jugador digno y creíble. Y fue desde aquí, donde Wili se convirtió en el estafador más grande del fútbol mexicano. A sus 50 años, continuaba jugando sin garra y le agarró el modo a eso de ganar finales con ayudas, sin importar lo que dijeran o pensaran, total, no había nadie que dominara la prensa como su dueño. Internet era un mundo inexistente, los análisis críticos eran escasos, las repeticiones televisivas de las jugadas cínicas eran a cuentagotas. Bastaba un buen artículo escrito a su favor, las palabras correctas de los comentaristas, y ¡pum! Wili se convertía en la novedad, en el antagonista del héroe principal. Wili tenía la facilidad de poseer amistades ambiciosas. A muchos periodistas de aquella época les caía bien, porque nunca les trato mal, al contrario, les pagaba fortunas para que lo idolatraran, para que lo vanagloriaran. Wili nunca tuvo pasión ni talento para jugar, pero, aun así, muchos lo seguían y todo porque la mayoría se encontraban bajo los efectos que causa ver tanta televisión. Actualmente, Wili tiene 103 años, y a lo largo de su jodida historia lo que más resalta de todo, es que sin televisa y sus marionetas no sería nada, se ha autonombrado “Campeonísimo”, se ha robado el diseño de su uniforme gracias a un banderín que elaboró el “Tubo” Gómez, plagió un himno en su centenario, se robó uno que otro partido y 10 finales de Liga, y aún con todo esto demostrado y comprobado, se sienten ganadores y presumen lo que no les corresponde. Es una pena ver a Wili, que de aquella rata insignificante que era, hoy se sienta todo un galán machín que busca, con una final de Chivas en la que el árbitro se equivocó para ambos lados, justificar y desmanchar toda su bomba y negra historia…