TAYDE GONZÁLEZ ARIAS. ARENA SUELTA: UN CONSEJO TE DOY

Muchos de nosotros nos tornamos continuamente en consejeros y tenemos soluciones a los más grandes o difíciles problemas que acontecen en el mundo, consideramos que nuestra experiencia o nuestra preparación nos hacen capaces de tener las respuestas, a las más profundas cuestiones, lo que puede servir si las damos a conocer como una propuesta, y si las toma quien así las considere, siempre anteponiendo que nadie tiene la panacea de la verdad absoluta, y que nuestra opinión constituye una más de las muchas visiones que pueden existir.

Considerando que hay temas en los que todos vemos conflictos, hay cosas que casi nadie puede aceptar o compartir como lo son, el abuso de autoridad, la corrupción, las deslealtades o el elevado costo de la vida, pero que por más grande que sea nuestro descontento o enojo no podemos más que como simples mortales, enfrentarlos con trabajo, con dedicación, preparándonos, estudiando, ahorrando y administrándonos mejor. Es importante dejar de preocuparnos por aquello que no podremos resolver, y comenzar a abonar en temas en los que sí, se ocupa de manera pronta nuestra mano e ideas, temas como el calentamiento global por ejemplo, es un asunto en el que incluso organizaciones internacionales han intervenido y que buscando conciencia han procurado el mejor uso de las energías, la creación de nuevas, y menos contaminantes, o el apagón mundial para reducir el aumento de temperatura, ya se han hecho propuestas para el óptimo aprovechamiento de los campos, en donde el aire beneficia la producción eólica, geotérmica o hidroeléctrica, además de la solar, sólo por mencionar.

En el tema de la preservación de las especies animales se han tomado algunas medidas drásticas, como los mismos problemas lo exigen, pues es alarmante, por ejemplo, la desaparición de especies por la inconciencia del hombre, y su furtivo apetito de la masacre animal, considerándose el principal depredador que hasta la fecha se conoce en el sendero de la devastación, que acaba a grandes zancadas con la biodiversidad.

Regresando al tema de los consejeros y aconsejados, en repetidas ocasiones escuchamos que no debemos actuar con enojo, o través de él, pues cuando este sentimiento nos invade, nos ciega, y aunque se trata de algo que irremediablemente sucede, suele ser parte del lado más salvaje que tenemos, y es que cuando tal o cual cosa nos enoja o molesta, como instinto buscamos la defensa, comprobando en esos momento la veracidad que guarda la frase conocida que dice, que, la violencia genera violencia, se reduce que la cautela debe acompañarnos en cuanto sea posible y la inteligencia para que en medio de la emoción no se opaque la razón y actuemos con madurez y decoro, evitando ser guiados o manejados por lo que debe ser controlado; las emociones.

No se trata de ser los más correctos e impolutos, pero sí receptores de templanza. Quien pierde el control, consigo arrastra la oportunidad del desenlace perfecto y consigue enemistades, y aunque no es posible dejarse todo el tiempo o ser víctima de las vejaciones de los otros, hemos de aprender a defendernos con la cabeza fría, como estrategia que nos hará más fuertes e incluso portadores de sabiduría. Uno dice que el que ríe al último ríe mejor, en la práctica cotidiana debemos mostrar que ese pensamiento invita a que esperemos el momento ideal para atacar con argumento y palabras bien fundadas, para que una vez bien puesta la razón y medida la calma demos una sopa de su propio chocolate a quienes considerando su fuerza o su ventaja abusan y buscan la ofensa, el maltrato o el descredito.

La actualidad presenta serios problemas de abusos en la escuela, la calle o la familia, a grados altamente alarmantes, cuyos orígenes son variados, pero uno de ellos es sin duda el de aguantar, el no hablar o no decirlo a los maestros, los directivos y/o la familia lo que nos ocurre, por pena, temor o miedo a que no se nos crea, o tomen represalias, es decir nos volvemos presas de las emociones y somos capaces de matarlas o comérnoslas y preferimos seguir soportando. Los niños y niñas, las mujeres y los hombres que viven enojados por los abusos, deben en este momento recordar que el valiente vive hasta que el cobarde quiere, y en ellos sí se requiere que el coraje sea el motivante para alzar la voz y encontrar un alto a una vida que nadie merece y que no tiene por qué ser un mal que dure cien años. La protesta es un arma que usan los animales como defensa al verse asechados, y hacen uso de las patas, los dientes o las garras para defenderse, sus luchas son feroces y mortales. Los hombres y las mujeres deben practicar acciones contundentes que no generen violencia sino conciencia, que no dañen el patrimonio que es de todos, si no el interés directo del que no ejecuta lo que puntualmente debiera hacer.

Los países del mundo no ocupan de esos líderes o personas que tengan poder y se enojen y hagan salir de sus bocas barrabasadas y bazofia, antes al contrario requerimos de aquellos que semejen a un Mahatma Gandhi o a una Rigoberta Menchú Tum, quienes pudiendo usar las armas, pero optaron por el control del dolor y la rabia mediante la práctica de la desobediencia civil no violenta con la bandera pacifista heredando a la humanidad ejemplos de lo que se puede hacer y como en los más incendiarios caminos y sangrientas batallas se puede encontrar la paz, sin bombas o armas de la más alta tecnología, que se reducen a cenizas cuando hay control del odio y se permite que impere el amor.