TAYDE GONZÁLEZ ARIAS. ARENA SUELTA: MALES DEL MUNDO

Los males que afectan el mundo en su mayoría son notorios, pues como la misma salud los atiendes hasta que se presentan cada vez que parece que la ciencia se aferra combatir afecciones de salud y erradicar de los lugares que los sufren o los pacientes que los viven, aparecen nuevas cepas más fuertes, más complicadas de superar. Hace falta sin duda ir más allá de la luz, y del sonido y aunque ya se haya hecho seguir avanzando en estos caminos.

El hambre como mal mundial aqueja a prácticamente el mundo entero aunque el África sea más señalado América no ha superado, ni Europa u otros continentes, este es un mal que pareciera al más puro estilo de las corrientes económicas recordar que para que existan ricos se quiere haber un estómago vacío, esta es una afección que necesita voluntad desde lo más profundo del alma del que tiene el dinero y el poder de capacitar en y para el desarrollo sostenible de las familias que viven en este estado. Pues la hambruna a todas luces es triste, denigra a la especie y reconecta con la existencia respecto a compartir.

De las enfermedades no hay tanto detrás de lo que a la luz se sabe, a pesar de las teorías y comentarios que afirman haberse provocado o puesta en un receptor humano, que los laboratorios en el mundo procuran la cura de los cánceres, y los virus y bacterias que acaban con el organismo humano. Labores titánicas y desde luego aplaudibles las de los científicos, médicos, enfermeras y cuántos hombres y mujeres dedican tiempo, trabajo y vida por ayudar a la permanencia del hábitat humana en el planeta.

Los males del alma sin en cambio, también viven en el ser humano que parece aferrarse a tomar el camino contrario el buen vecino, del mejor hombre y mujer que merezca la pena de vivir como buen cristiano, hablo del odio y el rencor, de la mala entraña y de la mala fe, de las ganas pues de hacer el mal, de buscar que el otro tropiece, del desquite y todo ese sentimiento que acerca más al chivo o al becerro, que al padre o la madre con nombres y apellidos paternos y maternos. Si bien es cierto que la propia ley nos otorga el derecho a un nombre, a un padre o una madre, vamos, a una familia, lo cierto es que debemos ganarnósla.

Ya tenemos lo suficiente para tener credenciales de identificación, y si bien no escogimos la familia que tenemos lo que sí podemos hacer es ganárnosla con buenos modos y costumbres, sin que por ningún motivo se diga que se es malo o buena porque así se enseñó en la casa si no por decisión propia, si bien es bueno tener ejemplos a seguir, mucho más es erigirse en un buen ciudadano del mundo.

Con los males que hay ya es suficiente no sea portador de ninguna mala emoción y si de pronto es presa identifíquela y suspéndala.
No permita que la pereza llegue, antes actívese y vuélvase productivo, no habrá la puerta a la depresión antes póstrese frente al espejo y mire lo grandioso de la vida que permitió de ser producto de un acto que le convirtió en un hombre y una mujer con una tarea en la vida. Supere el dolor con la felicidad, confúndase con el bosque entre los pinos y con el agua del cielo, procure alimentar su espíritu con la fe, y con el apoyo social. Coma y beba paz en su interior y cosechará con los demás lo mismo.

No permita que lo males del mundo lo aquejan mucho menos que se queden a vivir en usted, antes enfréntelos, busque ayuda si es necesario, tome el tiempo que se ocupe, pero se deje vencer jamás, no se detenga siga, no se aflija brote, no llore por aquel o aquella que no lo haría por ti ahórrese el desamor y tenga de pilón que dar en todo momento; amor a la vida.