POLÍTICA O POLITIQUERÍA
POLÍTICA O POLITIQUERÍA
ARENA SUELTA
POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS
La política mexicana se ha visto envuelta en una serie de descalificaciones en los últimos días, debido a las campañas para cambiar seis de las gubernaturas en la misma cantidad de entidades, dejando en claro que México es un país, que en los últimos años ha sido muy activo haciendo proselitismo, al grado de ungir como triunfadores en sus Estados, y algunos hasta se han atrevido a nombrar gabinetes, sin embargo lo más seguro es que pongan en los distintos cargos o puestos a sus allegados que en muchas ocasiones no tienen un perfil adecuado o deseado para esas funciones e incluso llegan a carecer de ideologías de solidaridad y progreso.
A la falta de un origen ideológico y el apego a un visión clara de país, a estatutos e idearios, el hambre de poder es lo que prevalece y con lo que se alimentan algunos que han vivido de los impuestos de los ciudadanos “nadando de a muertito”, sin lograr cambios o verdaderas transformaciones sociales, sin desarrollar municipios, ni legislar para las clases necesitadas, antes bien han beneficiado por años a unos pocos, lo han hecho ayudando a amigos o familiares, amasando riqueza haciendo uso de los cargos públicos, se han atrevido a comprar voluntades ( si no es que hasta vidas), para seguir explotando al país desde distintas áreas, es ahí en donde está el hartazgo, justo en estas condiciones de los políticos encontramos la respuesta al repudio del grueso del pueblo, al no ver llegar a sus localidades empleos bien pagados, servicios de salud, escuelas dignas o simplemente un camino pavimentado para un fácil tránsito, estando en espera de mejor vida por décadas, generaciones y toda una vida.
A la hora de las campañas, como desde hace mucho se escuchan las cansadas promesas, que siendo realistas cuando son enunciadas con buena retórica se siguen creyendo, pero como los castillos de arena, una vez que se pregunta cómo se va a lograr un cambio o una transformación, de dónde saldrá el dinero o bajo qué esquema, se titubea denotando la mentira que se esconde detrás de la palabrería, terminando destruido como todo aquello
que nace mal y así acaba.
Cuando no hay propuestas, hay descalificaciones, cuando se ignora, se ataca, cuando la materia gris no acepta ideas, entonces hay quienes se cierran de corazón y mente despotrican en contra de todo aquello que no está alineado a su interés o forma de ver la vida. La intolerancia prevalece en la vida política disfrazada del más sucio argumento, que se deja notar cuando de la lengua de los candidatos o de los miembros de sus equipos se escuchan despectivas palabras como lo fue en su momento la “chachalaca”, como lo es la usada por un periodista en tiempo reciente el “chairos” o refiriendo como “mafia” a los que bien o mal fueron gobierno, con el voto ciudadano, es decir con la elección de la mayoría de la ciudadanía en su momento.
Dice un dicho que “tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata”, lo que nos lleva a la reflexión de que mientras se participa en la política y solo se ataca, no se abona y también se es parte del problema, pues bien o mal el dinero de las campañas es recurso del pueblo, y en todos los casos de los candidatos que se encuentran en la contienda, saben lo que es vivir del presupuesto y en muchas ocasiones tienen cuentas por aclarar, además de que no se puede seguir llamando a la movilización y decir que están en busca de la paz, es improcedente hablar de amor pero incitar al odio, pues estas cosas son las que han hecho que los jóvenes, los adultos y seguramente hasta los niños, no quieran saber de las y los políticos, lo que es tan antidemocrático como lo es creer que solo uno tiene la razón.
Es momento de volver los ojos a la gente, de que los políticos se ganen a la ciudadanía, no con dádivas, ni con las despensas, los vales o las tarjetas de descuento, sino desde adentro, mostrando quienes son con hechos, con datos, con honestidad que se note en el respeto con el que debaten, con los gestos con los que saludan, con los actos no actuados sino naturales, pero sobre todo refiriéndose con los suyos y la ciudadanía en general con el máximo respeto que debe tener aquel o aquella que quiera ser quien represente a México en el mundo.
Si en público hemos sido testigos de descalificaciones, que será en lo particular, y si se considera que en lo corto fuman la pipa de la paz y su relación es de amigos, entonces solo hay de dos sopas; o bien se respetan en público, o dejan de aparentar, dejan de engañar, y evitan tratarnos como trastornados.
Las autoridades han tenido tiempo para que se les crea, algunas tiene de haber visto la luz más que otras, pues hay dependencias de reciente creación en el escenario político, incluso la propia ley cambio de nombres de Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) a Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LEGIPE), y para su aplicación muchos han tendido las riendas, siendo titulares y encargados del logro de la democracia en México, es momento de que sean estrictos y escrupulosos, siendo árbitros que no censuren pero sí que llamen la atención a aquellos que con faltas que pudieran parecer menores como la mentira o la grosería, alejan a la gente del interés y la participación activa en la política de su país.
Hace falta regular las redes para evitar la liviandad de los dedos conducidos por mentes atroces que linchar mediáticamente a quien piensa diferente, y urge el cumplimiento de códigos de ética básicos que en medio de la riqueza del lenguaje seleccione las palabras correctas para que no sea motivo de admiración, la incitación a la violencia a través de lo que se escribe o se dice, no se puede ir por el mundo hablando de amor o de paz, pero enjuiciando y señalando de rateros sin pruebas, sino para qué los ministerios públicos y los tribunales, tampoco se puede excusar en la libertar de expresión a los que por dos pesos serian capaz de vender su alma al diablo