Papa Francisco: “Damos la espalda a la muerte” y “abrimos el corazón a la Vida”

Homilía en la Vigilia Pascual

ABRIL 11, 2020 22:59.-ROSA DIE ALCOLEAPAPA Y SANTA SEDESEMANA SANTA 2020

(zenit – 11 abril 2020).- “En esta noche conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza; es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios”, ha anunciado el Papa. Este año, la Vigilia Pascual cobra un sentido más profundo que nunca, “percibimos más que nunca el Sábado Santo, el día del gran silencio”.

En esta noche única, a las puertas de la Resurrección del Señor, el Santo Padre ha presidido la Vigilia Pascual, a las 21 horas en Roma, en el Altar de la Cátedra, en la Basílica Vaticana.

“Nosotros, peregrinos en busca de esperanza, hoy nos aferramos a Ti, Jesús Resucitado. Le damos la espalda a la muerte y te abrimos el corazón a Ti, que eres la Vida”, ha exhortado el Papa.

Así, ha animado a los fieles a “no ceder a la resignación” y a “no depositar la esperanza bajo una piedra”. Ha asegurado que “Podemos y debemos esperar, porque Dios es fiel, no nos ha dejado solos, nos ha visitado y ha venido en cada situación: en el dolor, en la angustia y en la muerte”.

Como es tradición, la ceremonia del Sábado Santo ha comenzado con el rito de la Bendición del fuego, a los pies del Altar de la Confesión. Después, el Pontífice se ha dirigido en procesión al Altar de la Cátedra de Pedro, pasando al lado del “Altar de San José”. En el canto de la Gloria, se ha mantenido la iluminación progresiva de la Basílica, hasta la iluminación completa.

En su homilía, el Papa ha llamado al ánimo, a la esperanza y al envío: “Hermana, hermano, aunque en el corazón hayas sepultado la esperanza, no te rindas: Dios es más grande. La oscuridad y la muerte no tienen la última palabra. Ánimo, con Dios nada está perdido”.

Este año, por la emergencia sanitaria se ha omitido la preparación del cirio pascual, así como el encendido de las velas a los presentes, ni el Pontífice ha bautizado a nadie, solo se han renovado las promesas bautismales.

Así, ha hecho una invitación a llevar el canto de la vida a cada Galilea, a cada región de esa humanidad a la que pertenecemos y que nos pertenece, porque todos somos hermanos y hermanas. “Acallemos los gritos de muerte, que terminen las guerras. Que se acabe la producción y el comercio de armas, porque necesitamos pan y no fusiles. Que cesen los abortos, que matan la vida inocente. Que se abra el corazón del que tiene, para llenar las manos vacías del que carece de lo necesario”.