LA VIRGEN DE GUADALUPE, JUAN DIEGO Y MÉXICO
Contemplando la Creación
P. Ángel Espino García
LA VIRGEN DE GUADALUPE, JUAN DIEGO Y MÉXICO (69)
1.- Había un niño inteligente pero muy curioso. Era su gran defecto. Los papás lo reprendían pero no hacía caso. Un día su padre recibió una visita para tratar un asunto muy importante, pero debía ser en secreto. Los dos señores entraron en un cuarto apartado y cerraron la puerta cuidando que nadie los escuchara. Sin embargo el niño se acercó sigilosamente y puso el oído junto al agujero de la cerradura. De pronto sintió algo raro en su oído que le causaba dolor. Era una tijerilla que se había escondido dentro de la cerradura. Ante los gritos de dolor del niño, salió corriendo el papá para ver qué pasaba. Me duele mucho el oído, papá. En ese momento salió la tijerilla del oído y preguntó a su hijo qué había hecho. Papá, discúlpame. Es que me acerqué a la puerta y me acerqué a la cerradura para saber de qué platicaban ustedes. Eso que te sirva de experiencia en adelante, pues hay insectos peores que las tijerillas y se introducen en la mente o en el
corazón, como el rencor, la malicia y los que siembran enemistades.
2.- ASÍ EN LA VIDA.- La vida no se mide ganado puntos como en un juego. No se mide por el número de amigos. No se mide por el dinero, o la fama o la marca del vehículo. La vida se mide por al amor sincero que damos o el daño que causamos. Amigos son los ángeles que nos levantan cuando hemos caído.
2.- EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN.- La cuestión ecológica es una cuestión ecuménica, universal y religiosa. La población mundial no está en el planeta como la gente que va en el avión o en autobús, de manera estática. La especie humana está en el mundo interactuando con su entorno natural, como la mente interactúa en el cuerpo. Ya es tiempo de precisar que el hombre no debe tratar despóticamente a la naturaleza, como un dominio, sino que debe cultivar y cuidar. Dios es el Creador y el hombre es el jardinero. No debe ser ni destructor ni explotador.
3.- LA VIRGEN DE GUADALUPE.- La carta del Papa dirigida a los Obispos de México, terminaba así: “En cuanto a la fe católica, que es nuestro tesoro más precioso y, en estos tiempos, el que perdemos más fácilmente, deben estar totalmente convencidos que perdurará entre ustedes, con toda su fuerza y pureza, mientras se mantenga esta gran devoción, digna de sus ancestros. Por lo tanto, dejemos que crezca día con día, amando cálidamente, cada momento más, a tan suprema Patrona, y encontrarán que sus bendiciones fluirán abundantemente para la salvación y la paz de todas las clases sociales”