LA BUENA VIDA

LA BUENA VIDA

ARENA SUELTA

POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS

La convivencia social se ha tornado en los últimos años más complicada que nunca, ello debido a una serie de factores como la inseguridad, el desacuerdo, la intolerancia o la falta de credibilidad, que ha desencadenado la desconfianza entre las personas. Debido a una descomposición social en la que prevalece el materialismo absurdo y la deshumanización feroz, que resta valor a las emociones y sensaciones.

Muchos son los responsables de que no estemos sintiendo dolor, o amor por el prójimo. Así, escenas en las que cerca de un hermano, muere otro, sin mostrar ningún tipo de dolor es constante, lo que nos lleva al más bajo instinto de supervivencia y egoísmo, que ni siquiera un animal, llega a mostrar con sus semejantes.

Si bien es cierto que existen fechas especiales para convivir, y que en nuestro país (México), sus habitantes , se pintan solos para la fiesta, la pachanga o el huateque, la realidad es que en cada una de estas reuniones se llega a

José Mauricio Morales Sánchez – Notario No. 38, Zitácuaro

hacer una constante, el consumo de bebidas con alto contenido de alcohol, o algunas otras sustancias toxicas. Parece que no podemos convivir sin que de por medio tengamos alterado el sistema cardiaco.

El consumo de alimentos o bebidas durante una convivencia es básico, lo que no lo es, es el exceso, pues lo que pudiera haber sido una buena fiesta se vuelve una pesadilla o una experiencia desagradable.

Para algunas personas, las convivencias sociales, representan las huidas de su tristeza, del agobio e incluso de su depresión. y aunque es válido ir o venir a donde se quiera o desee, lo ideal sería asistir bajo la voluntad de ver a las personas queridas y tener como meta pasar momentos agradables, sin que se trate de una actividad que deba ayudar a salir del trance, si no antes, al contrario, asistir mentalizados de que se tratara de tiempo para alimentar el corazón y que regale sonrisas, y compartir experiencias que entreguen lo mejor a los demás.

La actualidad presenta ambientes en los que entre una familia y otra, les divide una pila de ladrillos, y entre pared y pared viven niños, jóvenes y adultos que no se conocen, no se hablan, no se platican. Algunos se han dejado llevar por el ego, la soberbia o hasta la violencia, y eso ha impedido no solo que no convivan sino que ni siquiera se dirijan la palabra. Qué vida pueda ser esa que limita el saludo, que armonía puede tener la cotidianidad en la que impera la ley del más fuerte, de la guerra o del rencor. La paz y la armonía es un binomio al que tienen acceso los más maduros y capaces del mundo; aquellos que pueden llenarse la boca de decir que son felices.

La convivencia escolar, también en la actualidad, como desde hace algunos años se ha visto seriamente empañada por la violencia entre alumnos, siendo esta condición la que ha hecho que niñas niños no quieran asistir a la escuela, abandonen los salones de clases, e incluso pierdan la vida por voluntad propia o acción de otros. Los juegos que recordamos, los de algunas generaciones pasadas, como las escondidillas, la rueda de San Miguel o los pichados, fueron sustituidos por los que se juegan en las computadores, las tabletas o los teléfonos, cuyo contenido sobre todo radica en matar al enemigo, disparar o apedrear al adversario, o en su caso lograr metas para ganar algo. En los contenidos de lo que ven, y aplican hay mucho de lo que en la actualidad hacen nuestros infantes y adolescentes; solitarios, violentos y hasta asesinos en potencia.

Algunos pensaron que ver, el chavo del ocho, que permitía ver la convivencia en una vecindad de un niño pobre que por lo menos en ocasiones que era ayudado por los demás o que generaba ternura su filosofía y forma de vida, pudiera generar conciencia. Sin embargo las carcajadas del público eran también robadas por las burlas que este simpático “niño”, hacia continuamente al maestro que debía respetar, sin embargo le ponía sobre nombres, al arrendatario que llegaba a recabar sus rentas, siempre reciba con golpes, disfrazados de accidentes o bien haciéndose el gracioso al ponerle apodos a una mujer mayor.

El camino por el cual hemos llegado hasta donde estamos con respecto a la inexistente convivencia sana, lo hemos tenido que andar desde hace mucho tiempo. Lo que obliga a llevar a cabo tareas, trabajos y planes para que los más pequeños aprendan a respetarse entre ellos y a sus mayores, y que los más grandes dejen de ver chistoso cualquier connato de violencia en el que sus hijos o tutorados caigan.

Mejorar el mundo con la convivencia social sana, es posible, y es tarea de todos los vecinos y habitantes del planeta, no podemos seguir como perros y gatos o creyendo que la ley del ojo por ojo puede funcionar, pues pensando así el mundo terminara ciego.