EL HOMBRE CONTRA EL HOMBRE

EL HOMBRE CONTRA EL HOMBRE

ARENA SUELTA

POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS

En la historia de la humanidad se han cometido una serie de atrocidades, muchos de éstos eventos que acabaron con la vida de miles y miles, fueron hechos en nombre del bien, de la democracia, o la justicia, atreviéndose a decir que acabar con naciones, que exterminar a los de una clase, raza o etnia, era lo correcto, aunque con el asesinato de mujeres y hombres, también se extinguiera su cultura y sus tradiciones, lo que por supuesto no tuvo, tiene o tendrá nunca nada de bueno.

La cacería y quema de brujas, por ejemplo, ocurrida durante la edad media, especialmente en Europa, fue justificada por la iglesia como necesaria para evitar la encarnación del pecado original, así como acabar con la conspiración que estos seres, supuestamente tenían para interceder a favor del demonio y así acabar con la cristiandad. Lo único que se tomaba en cuenta para asesinar, quemar vivas, o mutilar a las mujeres con supuestos poderes mágicos, era un simple rumor, y nadie sentía remordimiento por éstos casos, con algunas salvedades, los que participaban de este tipo de actos, mostraban satisfacción por estar haciendo o presenciando hacer lo correcto, debido a que esas personas no agradaban a Dios.

Éste ejemplo, podría parecer muy antiguo, pero si no volteamos al pasado, y aprendemos de la historia, no seria descabellado que en la actualidad o en un futuro, se volvieran a repetir este tipo de actos, en donde la razón no existe, y el actuar del hombre es mas parecido al de un ser sin cerebro o con nula capacidades para analizar.

En la actualidad siguen existiendo guerras que algunos consideran son santas, como las que se disputan en el Medio Oriente, y que otros justifican su desarrollo por ser en nombre de la paz, el amor, la libertad o la democracia, seguimos viendo como en nombre alguna causa noble se siguen llevando a cabo serias atrocidades.

El proceso de deshumanización, ha venido ocurriendo desde hace muchos años, y en cada etapa de la existencia del hombre encontramos acontecimientos que muestran cuál imperfectos somos, y aunque también han nacido, crecido y muerto próceres de y por la paz y el amor, aún se les puede contar con los dedos de las manos, pues en la mayoría, se ha sido parte, de manera directa o indirecta, en acciones que lejos de hacernos ver como hombres y mujeres sensatos y cubiertos de razón, nos muestran soberbios, ególatras y sin misericordiosos.

Las instituciones establecidas, como la iglesia o el gobierno, a sabiendas que por sí solos, feligreses o gobernados no somos capaces de discernir entre el bien y el mal, debieran procurar hacer cociente al hombre, pero tal parece que les conviene lo contrario, es decir, que nos estemos peleando, que cometamos faltas, que se delinca, que se burle la ley o simplemente que no vivamos en paz propia y con los demás.

No es vida vivir entre desconfianzas y envidias, que a gran escala nos vuelven a llevar a ser los mismos sujetos salvajes que habitaron la tierra hace cientos de años, cuando se degollaba a infractores, o se arrancaban corazones latiendo como ofrendas. No puede haber nada bueno, ni fin que valga, para que se acabe con la vida de inocentes, no es verdad que tenga sentido matar a uno, dos o más para que no se propague algún mal, cuando mejor se puede buscar la cura o trabajar en la prevención.

Mostremos respeto al hombre, sólo por se hombre, y a la mujer sólo por ser mujer, y así a todo, a cada sujeto únicamente por ser una persona. Dejemos de justificar la malas acciones, por perseguir un fin que se pueda considerar bueno. Si bien es cierto que la actualidad nos recuerda que ahora las grandes guerras no se libran con balas, sino con armas biológicas, mostremos disciplina y responsabilidad para que como ciudadanos del mundo sepan, esas instituciones mundiales que han acaparado riquezas como lo son las iglesias, los magnates y burócratas, que podemos en esta parte de la historia que nos tocó vivir, salir adelante, recuperarnos de cualquier crisis, y que ya no nos pueden manipular.