Contemplando la Creación. NADIE SABE EL BIEN QUE TIENE HASTA QUE LO HA PERDIDO

 

“No vendas tu campo si no conoces el tesoro que guarda dentro”. Ángel Espino García.

1.- Había una vez un campesino que tenía una sencilla y bonita casa al pie de la montaña. Un día decidió venderla pero no sabía cómo. Se encontró con el poeta del pueblo y le pidió su apoyo. Fueron a verla y el poeta escribió así: “Se vende una casita encantadora de madera en el bosque, donde cantan los pájaros cada mañana en la verde arboleda que se alegra con el agua limpia de un manantial. La casita tiene el olor de los pinos y cuenta con un fogón”. Colocaron el tablero y se fueron. Días después el poeta se encontró con el dueño y le preguntó sobre la venta. El hombre dijo: señor poeta, desde que usted hizo la frase sobre mi casa, me di cuenta de la maravilla que tengo y ya no pienso venderla.

2.- ASÍ EN LA ECOLOGÍA.- Cuando uno va a los Azufres, o al lago de Zirahuén, o a la mariposa monarca, o a cualquier lugar bonito, y ve entre las ramas el cielo azul, o una ardilla, un pájaro o la neblina enredada como trozos de algodón, y uno respira aire limpio, y a lo lejos se ve un rojo atardecer, los humanos podemos llenarnos de admiración y gratitud, en lugar de quemar, destruir o ensuciar la naturaleza, causando problemas y agotando los manantiales con la erosión de los suelos. Ojalá que haya muchos poetas que nos ayuden a valorar nuestro planeta Tierra.

3.- HISTORIA DE LA HUMANIDAD.- La agricultura inició hace unos diez mil años. Había cinco millones de habitantes en el planeta. Desde la aparición del hombre en la historia hasta el año de 1927, llegó a 2 mil millones. Para 1974 se duplicó la cantidad: 4 mil millones. En 1999 eran 6 mil millones. Para el año 2012: 7 mil millones. Si todo sigue al ritmo actual, para el 2050 habrá 9 mil 300 millones de humanos.

4.- LA VOZ DE LA IGLESIA.- Dice el Papa Francisco: “Si el solo hecho de ser humanos mueve a las personas a cuidar el ambiente, los cristianos en particular, descubren que su cometido dentro de la creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador, forman parte de su fe. Es un bien que los creyentes reconozcamos mejor los compromisos ecológicos que brotan de nuestras convicciones”. (Alabado seas Señor # 64)

5.- CONCLUSIÓN.- El día que valoremos la familia, la amistad, la paz y la naturaleza, no las vamos a vender a ningún precio. Unos no valoran su dignidad, y por eso la malbaratan. Otros no valoran la naturaleza. La queman, la venden y la destruyen. Ojalá que no perdamos el tesoro, para no arrepentirnos después. Hay que hacer lo que podamos. Bien escribió el poeta Tagore: “Déjame encender mi lámpara, dijo una estrella, aunque quizás mi luz no disipe todas las tinieblas”. ¡Salvemos lo verde!