Canadá: País de promesas cumplidas

Vuelvo a Canadá, específicamente a Toronto, la tierra de mi nieto y vuelvo a alegrarme por el hecho de que vive, sin duda, en una tierra de promesas… cumplidas. Ya les consta a mis lectores que soy un fan de Canadá. Cada vez que vengo descubro algo nuevo que me hace creer más en esta nación y en su futuro. Entre otras cosas, porque veo que, lo que para otros son problemas o calamidades, para los canadienses son oportunidades.

 

Creo que el mundo en que habitamos, con todo y sus claroscuros, no se explica sin el fenómeno de la migración. Desde el inicio de su existencia, los humanos han migrado en busca de mejores oportunidades, y las han encontrado, dando así lugar a nuevas culturas y nuevas naciones. Creo que no hay ninguna duda, mirando el tema sin prejuicios, de que siempre los migrantes acaban enriqueciendo la cultura del país al que llegan.

 

En Toronto, basta caminar por una calle, subir a un elevador o ir por el nieto a la escuela, para constatar esa variedad étnica que difícilmente encuentra paralelo en otra ciudad del mundo; todas las razas con sus expresiones y tradiciones presentan un verdadero mosaico que, mientras para unos en otras latitudes es una especie de visión apocalíptica, para los locales de esta gran nación, incluido mi nieto de cuatro años, pasa prácticamente desapercibido. Para él, todos sus compañeritos y los padres de éstos, son iguales a él.

 

Para 2017, una de cada cinco personas que vivían en Canadá nació fuera del país, mientras que más de seis millones de nuevos migrantes han llegado desde 1990. Canadá se ha constituido históricamente como un país de migrantes, y al igual que el mito de la melting pot estadunidense, los estudios sobre migración en Canadá han desarrollado la imagen nacional de un Canadian Mosaic. Sin embargo, al igual que para Estados Unidos, el último año representó una explosión de nuevos migrantes, con un aumento del 130 por ciento en las solicitudes de ciudadanía canadiense entre octubre de 2017 y junio de 2018. Pero la forma de reaccionar con políticas públicas a esta coyuntura ha sido diametralmente opuesta.

 

En su Informe Anual 2018 al Parlamento, Ahmed Hussen, ministro de Migración, presentó el Immigration Plan for 2019-2021 con el objetivo de atraer un millón ochenta mil nuevos residentes permanentes entre 2019 y 2021. Éste es un salto para admitir 84 mil migrantes legales adicionales a los 286 mil admitidos en 2017. Hussen, descendiente de migrantes somalíes señaló que: «Los migrantes y sus descendientes han hecho contribuciones inconmensurables a Canadá, y nuestro éxito futuro depende de continuar garantizando que sean bienvenidos y estén bien integrados».

 

La estrategia busca dinamizar la economía canadiense atrayendo a migrantes jóvenes con diferentes niveles de calificación. Canadá, al igual que la mayor parte de las economías de la OCDE, enfrenta el problema del envejecimiento de la población. Al examinar este problema, se debe analizar la tasa de dependencia entre la población en edad de retiro y la población trabajadora como componente de las finanzas públicas, la productividad y el bienestar de una sociedad. Una población que envejece tendrá problemas para mantener la productividad y el nivel de gasto público para financiar políticas para la vejez. El informe de Hussen estima que la proporción de trabajadores por jubilado alcanzará dos a uno en 2036, en comparación con 4.2 a uno en 2012. Esto implicaría reducir la fuerza laboral a la mitad en las condiciones presentes.

 

La clave del Plan de Migración propuesto es la admisión por la categoría «Canadian Economic Class», individuos seleccionados por sus habilidades para contribuir a la economía, como los trabajadores calificados, los migrantes de negocios, los contratos provinciales y territoriales y los cuidadores residentes. Según palabras de Hussen: «El aumento de los niveles de inmigración, particularmente en la Clase Económica, nos ayudará a mantener nuestra fuerza laboral, apoyar el crecimiento económico e impulsar la innovación».

 

Antes de este proyecto, 57% de los migrantes admitidos en 2017 se incluyeron en los programas de Clase Económica, mientras que 44 mil fueron refugiados, personas protegidas y personas admitidas bajo consideraciones humanitarias. Pero el Plan incluye también objetivos ambiciosos para el número de refugiados y personas desplazadas que Canadá admitirá, con una meta planteada de 43 mil como objetivo en 2019 y hasta los 64 mil 500 en 2021.

 

En el Informe de Competitividad Global 2018 del Foro Económico Mundial, Canadá ocupó el puesto número 12; con un puntaje perfecto de 100 para la estabilidad macroeconómica, y con el primer lugar de los países con las fuerzas laborales más diversas. Por otra parte, la OCDE publicó apenas un reporte analizando los retos de este Plan. La Organización reconoce que el sistema de entrada exprés, introducido en 2015, es un mecanismo eficiente para seleccionar a los trabajadores calificados. Por otra parte, la OCDE reporta que Canadá se encuentra en el promedio de falta de talento entre los países de la Organización (México en cambio, se encuentra entre los 10 países que necesitan más talento) y que el escenario de envejecimiento futuro acentuará esta situación.

 

La participación de los migrantes en la economía canadiense puede observarse en que 80% del crecimiento de la población dependió de la migración durante el periodo 2017 a 2018. En 2017, los migrantes económicos que residían en Canadá durante al menos cinco años tuvieron ingresos más altos que el promedio canadiense en un 6%, y tenían entre 15 y 24% más probabilidad de encontrar un trabajo que los residentes nacidos en Canadá. El 93% de los migrantes tienen conocimientos de inglés o francés. Los tres países a los cuales se les otorga el mayor número de residencias permanentes son:  India con el 18%, Filipinas con 14% y China con 11%. Por otra parte, en 2017, 39% de los migrantes económicos se establecieron en Montreal, Toronto o Vancouver. Asimismo, 93% de los migrantes tienen un fuerte sentido de pertenencia a Canadá.

 

Este sentido de orgullosa pertenencia se percibe, no obstante que también es evidente su empeño en mantener vivas su lengua y otras tradiciones. Orgullosa pertenencia a una nación que un día fue sólo una visión y hoy es una promesa cumplida. Así viven mi hija y su maravilloso retoño, en ese mundo como ciudadanos canadienses, y en el nuestro de siempre, como ciudadanos mexicanos que no han dejado de ser.