Arena Suelta: Vivir en el amoroso mundo, cuestión de amorosos seres, los humanos.

Por: Tayde González Arias. La condición humana requiere de una explicación de todo aquello que no es palpable o visto, de lo que no es evidente, incluso cuando para una mayoría algo es claro hay para quien no lo es y por tal razón una explicación es necesaria, y sin duda, si hay tiempo y manera de que se explique el caso o suceso, debe hacerse, pues ello permitirá que exista convencimiento, contento y hasta conformidad. Frente a la necedad o la terquedad es imprescindible la explicación, que apoyada en la tolerancia y la educación supera la molestia particular o social.

Hay eventos de especial atención en ser explicados, así en una relación amorosa en la que para evitar enojos bien valdrá la pena aclarar lo que no fue visto, lo que no es como parece o lo que no sucedió, o los que conflictuan alguna amistad en la que los dimes y diretes podrían hacer que se pierda un lazo de tiempo que tuvo en si auge un hombre como apoyo, un pañuelo de lágrimas, dos oídos para escuchar o un mensaje inspirador.

La prueba es importante en la explicación, por eso cuando tenga evidencia física de que algo paso guarde un momento ese material, pues no le podrán decir que no viajo a una ciudad si tiene los comprobantes del peaje, la factura de combustible o la fotografía en el sitio. Ciertamente no es sano vivir guardando comprobantes para demostrar pues ha de ser suficiente su palabra para que él o la otra le puedan y deban creer lo que ha dicho, sin embargo, como es sabido no siempre sucede que seamos creídos en su totalidad y estos elementos no constituyen un peso sustancial.

Las circunstancias en las que además de explicar y comprobar que algo ha sucedido abarcan por ejemplo el ámbito legal o jurídico y es justo en este medio, en el que mayor cautela hemos de mostrar, pues nadie estamos exentos de empantanarnos en estos menesteres, de tal suerte que guardar en un sitio seguro aquellos papeles que le otorguen derechos sobre algo o alguien debe ser una de las acciones de tiene que practicar todo ciudadano en cualquier parte del mundo.

Hemos de constantemente comprobar inocencia para obtener ese modo honesto de vivir que la ley exige, pero sobre todo para bien vivir en la comuna, comprobarnos a nosotros mismos cual capaces somos de superar, de caer y levantar, de amar con profundo anhelo y evitar en todo lo posible ser invadido por el mal humor, genio o desfiguro. Como hombres y mujeres hemos de hacer muestra de afecto a los otros, entregar sonrisas venideras del corazón, miradas sinceras y amables muecas nacidas de la condición humana, de la solidaridad y el espíritu entusiasta de la gallardía valiente proveniente del seno de la madre que pudo morir al dar a luz y el padre que se esforzó para no ver morir de hambre o frio al retoño suyo.

Hemos de comprobar nuestras cualidades en la adversidad y llorando, sudando o muriendo, recobrar vida del zumo adquirido de la tierra mojada, del orgullo del color del bronce de nuestra raza, del apego al bosque, a la montaña, la sierra, el desierto o la selva, de la sal del mar y del océano y de lo dulce del arroyo y el manantial, comprobar no es sólo la acción de quedar bien con los otros, es el acto de estar bien con nosotros al conocernos, al imponernos y confiarnos de la buena dicha y de la fortuna que nos permite ser hombres y mujeres de un mundo cambiante pero con un corazón que permanece en esencia igual de amoroso que siempre.