Arena suelta, Por:Tayde González Arias, Réquiem por los lectores y escritores en México.

Constantemente hablamos de crisis, económica, de valores y talento, haciendo referencia a la ausencia o inexistencia de respeto, de trabajo, de bondad y dotes o cualidades en personas con habilidades especiales, cuyo paso por la vida fue caracterizado por la originalidad, la calidad y la estética, así grandes músicos nos regalaron cual prodigios música que viviera por siempre, lo mismo en la pintura, el cine y todas las bellas artes.

En el tema de la literatura, los clásicos también son un tema, pues grandes escritos conocidos por técnicas inigualables, capaces de envolvernos en los más  profundos romances, los inesperados viajes por el inexplorado mundo, o los diálogos filosóficos de los más célebres romanos, hasta la fecha no han podido ser igualados, mucho menos superados. Dado que con el uso de la tecnología y con el poco gusto por la lectura las bibliotecas se han dejado en el  olvido, convirtiéndose en edificios que guardan textos llenos de saber y conocimiento,  esperando al hombre o mujer que puedan tomarlos, hojearlos, olerlos y envolverlos en su magia, lo que no sucede y por el contrario el número de lectores no aumenta y que los amantes de la lectura disminuyen. Probamente hacen falta nuevos escritores que seduzcan al público de hoy, cuya escritura sea más digerible, diversa o atractiva por elementos como el suspenso que lleve a la reflexión, la critica que armonice a la imaginación, en fin que pueda identificarse uno al otro, lector y escritor.

Hay lectura para todo tipo de lectores, para saber de ciencia, de sociales y aunque hemos escuchado que leamos sea lo que sea, pero que llevemos acabo esta práctica, lo cierto es que quien se acerca por primera a la lectura y lo hace con un contenido con el que no se identifique o le encuentre interés, posiblemente se quede en el intento y se vea alejado de esta adorable experiencia. Los éxitos mundiales en cuanto a publicaciones se refiere, bien son una guía para quienes recién se integran a la fina como escritores, sin embargo esta práctica tan especial debe guardar el secreto que tienen las mejores acciones, que es hacerlo por el agrado de compartir nuestra manera de ver la vida y no necesariamente pensando en hacerse rico con una obra publicada.

La novela representa en la literatura, en su mayoría, uno de los escritos que más se prefieren o eligen entre la sociedad actual, sin embargo habrá que esperar que quien ahora mismo lee este tipo de escritos pronto se acerque a los grandes tratados de filosofía que tuvieron a bien escribir plumas prolíficas cuya idea del amor, la vida, el pensamiento y hasta el sexo resultan no sólo importantes, si no que son vigentes y por su puesto necesarias en un marco del conocimiento universal.

Hacen falta lectores dispuestos a soñar, y escritores cuya esencia sea compartir para juntos emprender la huida al fino lenguaje, a las  mejores palabras y a la sana emoción de crear mundos irreales con las vocales y  consonantes.

Terminar la educación básica debería representar conocer los textos básicos así considerados por los docentes, de tal suerte que el medio superior y el nivel profesional garanticen conocer de religión y leyes adoptando para ellos los contenidos de las constituciones y el análisis de las sagradas escrituras, del mismo modo comparar entre Platón, Aristóteles y Sócrates, e identificar en que momento el alumno devoro al maestro y siguiendo estos ejemplos de la humanidad ser hijos que superen en el bien a sus padres, como los alumnos a sus maestros. Por su puesto la mejor manera de hacerlo siempre será leyendo más, aprendiendo siempre y escribiendo a diario.

Si ha leído un libro compártalo, si aún no lo hace no tarde, lo mismo que si le agrado continúe o si no fue de su gusto recuerde que siempre habrá alguno que le espere para compaginar en la biblioteca pública o escolar e incluso en la red. En realidad el tema de la lectura como la redacción no considera limitantes, una vez que en nuestro país ambas acciones son garantías individuales, con la cualidad de no estar en discusión ni ponerse en tela de juicio su cumplimiento.

Vamos a escribir nuestra historia leyendo y a leer la vida escribiendo cuanto nos agrada, disgusta, deseamos cambiar o nos complace, siempre hay atardeceres que lo merecen y amaneceres ideales a la inspiración, no nos opaque la iniciativa creativa o el temor a no ser leídos, pues estando la letra sobre el papel no ha de faltar quien por voluntad no lea o por accidente también lo haga. Vamos haciendo de los no lectores estatuas de arcilla que se lleve el viento y de quienes escriben,  imbatibles montañas cuyo esplendor perdure por todos los tiempos.