Arena suelta: Entre inmaduros te veas.

Por: Tayde González Arias. Con el tiempo los frutos logran su madurez, por un proceso natural y con el fin de ser de mayor satisfacción a la sociedad, pues al estar maduros estos frutos los quieren para alimento además de los humanos, los animales. Que agradable seria que algo que acontece con los granos que terminada la espiga endurece, o que desde los simples cítricos hasta los más exóticos frutos, sucediera con las personas, y que el tiempo nos convirtiera infaliblemente en maduros.

Hablo de la madurez que llena de gusto y orgullo, esa que se aleja de conductas tibias, la que trae consigo autonomía, y responsabilidad que haría que fuéramos como mayores de edad honestos y preocupados por lo nuestros y los demás. No desde luego de ser adultos amargados o viejos a disgustos, si no jóvenes propositivos y ancianos agradecidos y con alto nivel del todo, por aportar, dar, entregar, defender de la injusticia y colaborar con los necesitados.

Si bien el bono demográfico es bueno, si México sigue siendo un país joven, y los bríos son posibilidades serias de luz, no muy lejos el futuro nos alcanzará y lo que ahora es niñez, juventud y adultos, mañana deberá contar con la atención que exigirá la geriatría, el camino como la naturaleza misma no se puede cambiar, de modo que es momento de vivir la madurez de la conciencia que nos haga responsables de lo que estamos haciendo para lograr un mejor porvenir.

Mas allá de la generación sectorizada que nos han venido haciendo con letras o nombres rebuscados, alejados de las creencias que tenemos por haber nacido en periodos diversos que nos marcan como al ganado o nos describen como el más precioso mineral, seguimos siendo mujeres y hombres que aman, viven, quieren, se reproducen y mueren, ello no cambia, ni es diferente, posiblemente las enfermedades varíen, las actitudes sean diversas pero nuestra aptitud social siempre es y ha sido la de la supervivencia frente a los demás, que son como nosotros, pero que nos destaca nuestro coeficiente en la solución de los conflictos comunes y/o cotidianos.

Así siendo baby boomer, generación X, Y, Z o T, la tierra, el universo y los que nos rodean esperan (como nosotros de ellos), el poder vivir hasta donde queramos, ser felices hasta donde podamos y obtener en cuanto nos sea posible; bienes, salud, afecto y amigos, nada nos aleja, todo nos une, incluso las etapas de desarrollo que desde la aparición de la vida sobre la tierra ha sido nacer y morir, por ello las etapas de niñez se pueden disfrutar jugando sin hacernos daños o los otros, las de la juventud canalizando la energía y el talento a la creatividad artística o el desarrollo
personal para que como adultos alcancemos la plenitud y como viejos la satisfacción de la dignidad cumplida.

No se puede tener madurez cuando se es tramposo, corrupto, mañoso o lacra, no es madura la mujer que miente o amenaza, ni tampoco el niño que golpea a otro, o el joven que no cumple en la escuela las tareas, cosas tan sencillas, se adhieren como el virus o la bacteria a una bola de nieve de vicios que le hacen daño al mundo, a círculos viciosos que afectan la humanidad.

Se esperaría que pasadas las revoluciones en el mundo y en patrias diversas, se viviera de manera razonable, se tuviera la cordura ideal, se respetara al otro en sus creencias y gustos, se diera la libertad de creer en lo que mejor convenga, y se aniquilara la difamación y mala entraña, pero eso aun no se ha erradicado, tal parece que vivir en guerra y haber pasado por sangrientas luchas no tuvo significado, y cada que encontramos una nueva forma o herramienta para hacer daño lo hacemos.

Si la vida exige madurez para ser padres o madres, también se necesita para ser buen hijo o hija, como similar lo es para ser buen artista que solo siendo maduro es también disciplinado, que teniendo disciplina ha de mostrar el carácter disciplinado en cada obra. La actualidad también exige de los que nos toco vivir este tiempo, tomar las cosas más enserio y menos a la ligera, no es posible la burla o la mofa, por que alguien sea de tal o cual forma que no nos guste o que no compartamos, mostremos madurez entregando respeto a la diversidad, pues aquel o aquella que suele creerse única o especial, es como todos, el producto de lo que herencia genética y social ha hecho de su ser.

Si no hace mucho se hablaba del analfabetismo tecnológico, por aquellas y aquellos que aun sabiendo leer y escribir, no usaban por desconocer o ignorar los aparatos electrónicos, hoy bien podíamos decir que nos encontramos en la inmadurez de la comunicación virtual, pues aquello que se suponía podía unir familias y amigos, se esta usando para crear falsas noticias, difamar con perfiles falsos y dañar reputaciones, lo que se hace fácil en conciencias vanas de valores y en corazones desposeídos de bondad, por lo que ser maduros en estos temas exige el uso correcto y funcional de las redes sociales, con el fin con que fueron creadas, evitando que como tantas cosas que han sido inventadas para vivir mejor, las ensuciemos y las infectemos de la peor perversidad que solo la inmadurez permite al ser humano tener y que es hacer daño al otro por placer, contrario hasta de las mas sagradas escrituras en las que con madures total se señalaba la imperante de hacer el bien sin mirar a quien.