Arena suelta: ¿De quién es México?

Por Tayde González Arias. En un país en donde convivimos todas las creencias, todos los colores de piel y distintos caracteres nos une una ley y el común del mismo género humano. En medio de la diversidad las coincidencias deberían ser el punto de unión, el hombro, el paño de lágrimas y hermandad verdadera, pues como hombres y mujeres sociales inevitable es la convivencia con los otros con quienes formamos la paleta de colores más viva hermosa y viva.

México es todos los que en el vivimos, pero en el grado de poder económico es donde la vara no toma la misma medida, si es verdad que todos somos iguales, no todos tenemos las mismas oportunidades, no es lo mismo el niño que quiere una computadora para las tareas de la escuela que el que la tiene, mientras otro se queda con las ganas, ni es igual pensar en una mujer que lastimada físicamente tiene la necesidad de acudir al médico y existe aquella que tiene que curar sus heridas en su casa, por si sola e incluso soportar el dolor.

Temas como buscar la superación asistiendo a la escuela no es elección para todos los mexicanos, por lo que lastres como el analfabetismo, el abandono escolar o la deserción, dejan cifras alarmantes que no decaen, si no que se mantienen y algunas veces hasta se acrecientan. El tema de salud no es distinto, de ahí que mujeres en estos tiempos sigan muriendo por situaciones de parto, ya sea durante o al dar a luz, y no solo por mala atención si no por no poder ir hasta un centro médico y recibir los servicios de salud.

La vida es de todos esa es fortuna tenerla, pero los buenos frutos de la tierra son hasta el día de hoy de quien pueda comprarlos, ni siquiera son de quienes los cultivan, pues ellos están obligados en muchas ocasiones a venderlos al precio de la inversión del tiempo y los productos que usaron para ser buen fruto (cuando mejor les va) para con ese dinero adquirir vestido, completar la despensa y a veces volver a sembrar. México no puede ser así un país para los campesinos si tiene que irse de su tierra para dar alimento y vestido a su familia, tampoco puede ser de artistas que tienen que subir a los camiones para que con dos o tres canciones ejecutadas pasen el sombrero para apenas subsistir, o de hombres y mujeres que por desgracias propias o ajenas vagabundean por todas las calles sin una atención psicológica, un cuidado en su higiene a falta de un sitio en donde pernoctar.

Los problemas de país son los que se notan y también los que están ocultos, los que no solo creen sino que además practican el viejo dicho que dice que “el que no tranza no avanza”, y que solo con decirlo enferma y hace daño a la imagen y reputación de toda una nación, nuestro país no puede ser de los que piden mordida para resolver alguna cuestión, no permitamos que sea representativo del mal burócrata que se vende por sus pesos y que mata el verde de la esperanza de nuestra bandera en el que por fortuna muchos creemos.

Podría decirse fácilmente que México es de los poderosos, los que afirman las grandes publicaciones que son los más ricos del mundo, sin embargo la riqueza que ostentan la disminuimos y la elevamos todos los ciudadanos, pues lo mismo mientras leemos estas letras sale al mercado un nuevo equipo celular que tiene el costo más elevado y miles esperan su llegada a las caras vitrinas, hasta lograr que se agote. Sin arrancar las vestiduras, sin tirarnos al suelo o caer en dramas, si es importante evitar seguir siendo presa de la comercialización que por muchos medios nos llega, diferenciando lo necesario de los excesos, lo realmente importante de lo efímero, pues con estas diferencias claramente dejaremos de sumar a las arcas de los que pudiera sentirse los dueños de este país, olvidando que la base de un mueble, los cimientos de una casa o los muros de un edificio somos entre los habitantes la mayoría de la población.

México es de todos no de unos cuantos, todos contamos y como en la vida venimos y de ella nos vamos; el mismo valor tenemos, la misma calidad y calidez con el hecho de tener vida, de respirar y se haber nacido libres, no hemos de permitir ahora o mañana como nunca que nos dejen ser y parecer lo que deseemos, mientras no dañemos a nadie que libertad nos cobije, la igualdad nos blinde y el amor por nuestros hermanos nos acompañe.