Arena suelta.

Por Tayde González Arias.

«La felicidad no es algo que se pospone, sino algo que se diseña para el presente»

La vida pretende de nosotros la felicidad como un fin último en la vida, lo que nos lleva a trabajar para tener el auto que queremos, la casa que deseamos, el pan que nos alimente o el abrigo que nos cubra; cual sea el motivo siempre es vivir mejor, estar en estado de bienestar lo que nos traerá por ende ser felices (no busquemos tener más y más eso no es la felicidad).

Pasan sin embargo durante el trayecto de la vida personal tropiezos o situaciones que ponen en riesgo la búsqueda de la satisfacción, algunos ejemplos son las enfermedades o las pérdidas humanas, otras menos gravosas son el desamor o el olvido, ¡ah el olvido! , esa palabra cuyo significado encierra el cese de un recuerdo. Hay muchas cosas que quisiéramos olvidar, y muchos a quienes pedimos que no nos olviden, si no es que en muchas ocasiones la escala de pedimento llega a la súplica.

En el exceso, en detenernos en un sitio o en estado de ánimo es en donde radica el problema, o llegar hasta las lágrimas por no querer olvidar o que se olviden de nosotros.

El olvido debe ser ese proceso que si bien no es tan tácito como el clavo que saque al otro, si es una emoción y un sentimiento desarrollado para ser subsumido y superado. No hay olvido cuando hay presencia, y si no está es porque decidió estar en otro sitio con otro ser, no olvidamos mientras recordemos pero el recuerdo es el libro que ya fue escrito y lo que viene apenas se va a escribir como algo único y especial de cada uno.

Se han creado talleres diversos y grupos en redes de autoayuda, porque es cierto que no todas las mentes somos igual de fuertes o débiles frente a emociones o circunstancias, sin embargo recuerde que el cerebro es un musculo y los músculos se ejercitan, para tonificarse y tener un volumen deseado, por lo que cada experiencia en el caso de la mente debe de fortalecernos y hacernos si no rudos, si cuando menos de callosidad para las adversidades.

Olvidemos lo que no nos aporta, lo que no nos deja, aquello que no fue y que por muchas razones no nos será dado. Usemos la técnica que querramos conozcamos nueva gente, otros ojos, otras sonrisas, otro clima, otros horizontes y no nos detengamos en lugares extraños a nuestro interés o alejados de nuestros sueños.

Perseguir el deseo de superación personal de nuevas metas de otros retos es estar un paso adelante respecto a que el recuerdo de algo o alguien te mantenga cautivo. Recordemos la niñez, la juventud, el día, la noche sus caricias pero teniendo presente que mañana volverá a amanecer, y muchas manos hay que ni siquiera nos hemos dado la oportunidad de expenderles las nuestras…

Recuerde siempre podrá no olvidar la hermosa luna de octubre, pero en mayo su esplendor también es sin igual. Olvide y deseche aquello que no abona, no piense que aunque sea malo de eso se aprende, pues el aprendizaje abona al olvido a superar lo que fue un fiasco y del estado del que huimos por ser y estar mejor que ese pasado desagradable.

Recuerde lo que lo hiso ser lo que es ahora, pero no se detenga, caminar no estancarse podría hacer la diferencia entre superar lo perdido, o abastecerse de lágrimas sin que llegue el olvido, frente a lo que este por venir y respecto a lo pasado le invito siempre a que olvide, subsuma y supere.