P. Ángel Espino García. Contemplando la Creación: LA VIRGEN DE GUADALUPE, JUAN DIEGO Y MÉXICO (14)
P. Ángel Espino García
1.- Cuentan que un sacerdote soñó que había muerto y quería entrar al cielo. San Pedro le dijo que necesitaba cien puntos de obras buenas para salvarse. Dijo el padre: llevo 25 años sirviendo a los fieles. Muy bien, dijo San Pedro, tienes 1 punto. Atendí a muchos y visité a los presos. Dos puntos más. Trabajé con grupos de jóvenes. Llevas cuatro puntos. Ayudé a construir una capilla. Tienes 5 puntos. Visité ancianos en el asilo. Muy bien. Llevas seis puntos. Qué más, preguntó san Pedro. Es todo san Pedrito, ayúdame y te quiero mucho. ¿Cómo anda tu fe? preguntó San Pedro. Yo tuve mucha fe en la misericordia de Dios y le rezo a la Virgen María el Santo Rosario. ¡Qué bueno! dijo San Pedro. Eso vale por todo lo que te falta. Pasa al cielo y únete a los ángeles para cantar a Dios.
2.- ASÍ EN LA VIDA.- Todas las leyes se resumen en amar a Dios y al prójimo. Por tanto: sé como el sol, levántate pronto y no te acuestes tarde. Sé como la luna, refleja la luz del bien en la oscuridad de tu ambiente. Sé como los pájaros, trabaja, busca, canta y come. Sé como el día, llega con luz, da vida y retírate sin alardes. Sé como la luciérnaga, pequeña pero sabe iluminar. Sé como la fruta: buen color, dulce y saludable.
3.- MARÍA ES COOPERADORA DE LA REDENCIÓN.- Un hombre y una mujer causaron nuestra ruina, por eso era conveniente que otro hombre y otra mujer repararan el daño. Por una manzana nos vendieron al diablo Adán y Eva, pero Jesús y María nos rescataron con su dolor y su vida.
4.- EL MILAGRO DE GUADALUPE.- La vida de Juan Diego pasaba tranquila hasta que en 1529 murió su esposa Lucía. El impacto fue muy duro. Como no tuvieron hijos, al ver su casa vacía con el telar lleno de polvo, los días de Juan eran tristes. Dejó Cuautitlán y se fue a vivir cerca de su tío Juan Bernardino en Tolpetlac, con la ventaja de que la Iglesia en Tlatelolco le quedaba un poco más cerca, a 13 kilómetros. En vida, le acompañaba Lucía a la Misión, pero ahora estaba solo y podía dedicar más tiempo a su vida de fe. Trabajaba cultivando maíz, frijol y de vez en cuando mataba un venado. Juan Diego continuó con sus viajes a la doctrina los sábados y a la Santa Misa los domingos. En 1531 contaba con 57 años de edad. Llegó el gran día. El sábado 9 de diciembre se levantó obscura la mañana. Dejó su casa e inició el largo recorrido para ir a la Misión donde le encantaba ir al Sagrario y visitar la imagen de la Virgen María Inmaculada. Y en ese día sábado 9 de diciembre de 1531, mientras caminaba en la fría mañana, mirando las estrellas y con el viento helado en su rostro, la Virgen de Guadalupe lo esperaba en el Cerro del Tepeyac, para consolidar la fe en el pueblo mexicano. ¡Salvemos lo verde!