ÍNDICE POLÍTICO
29 de julio de 2019 / FRANCISCO RODRÍGUEZ
¿Ya somos un protectorado de Estados Unidos?
Junto a don Manuel Buendía, José Luis Mejías fue uno de los dos columnistas que hicieron época al inicio del último cuarto del siglo XX. Y éste último en el cortijo de su hotel «La Querencia», en Tequisquiapan, brindó un dato revelador, poco conocido entre los mexicanos: durante la visita de José López Portillo a Washington, en septiembre de 1981, Ronald Reagan lo apartó de la comitiva para confiarle un secreto y la instrucción.
El secreto era que los servicios de inteligencia, siempre vigilantes en nuestro país, lo habían informado del avance de los preparativos de Margarita López Portillo para imponer como candidato del PRI a Javier García Paniagua, entonces subsecretario de Gobernación. Era inminente el golpe blando… quién sabe si para bien, dados los pésimos resultados del neoliberalismo iniciado por Miguel de la Madrid, como mano de gato del nocivo Carlos Salinas de Gortari.
La instrucción era apresurar los oficios necesarios para adelantar la designación del elegido. Al siguiente día se supo en México que el candidato de las fuerzas vivas sería Miguel de la Madrid, un fiel servidor de la ideología y de los métodos republicanos para continuar la tarea. Obviamente él fue.
Un hombre gris, proclive y obcecado hasta la indignación para coronar el desmantelamiento del Estado, como tenían que ser quienes pretendieran, de ahí en adelante la silla presidencial. Era el continuum ambicionado, el que retrataba a precisión el sueño guajiro del Imperio: el Protectorado en el patio trasero.
La influencia nociva de los gobiernos gabachos es la constante
Salinas, Zedillo, Fox, Calderón, Peña Nieto, Videgaray y compañía lo cumplieron cabalmente. La jettatura estadounidense no ha parado. La influencia nociva ha sido reproducida a cabalidad en todos los períodos. El objetivo superior de los nacionalistas es rebelarse contra el designio infame. Sólo Dios sabe cuándo lo podremos lograr.
Desde Joel Roberts Poinsett ha sido demasiado el daño infligido a la lucha por la supervivencia y a las libertades democráticas de este país. Fulton Freeman, el embajador gabacho, inclinó la mano de los gorilas para masacrar a los estudiantes en ’68, espantando con el petate del muerto del comunismo criollo.
George Bush, el eterno jefe de la CIA, interviniendo en el programa nunca acabado para privatizar y entregarle a Houston la riqueza petrolera, siempre ambicionada por los estrategas de seguridad estadounidense, George Clinton, tomando por el trasero al felón Ernesto Zedillo…
… impuesto como sucesor del asesinado Colosio, salvando su régimen con un préstamo inconsulto en México y no autorizado por el Capitolio, y con Salinas la firma del «espíritu de Houston » en el mecate de todos los descastados. Todo, en nombre de la dependencia estructural. La obediencia ciega a las directrices fracasadas en el seno del Imperio ha sido una maldición cantada.
Desde hace 36 años todos se han sometido a los Estados Unidos
Las reformas estructurales de Peña Nieto, dictadas desde Washington, han sido sólo una reiterada continuación de lo ordenado tiempo atrás por Jeffrey Davidow a Felipe Calderón en materia de la protección al Chapo Guzmán y de la sangrienta guerra contra el narcotráfico, en vez
de utilizar los derivados del opio para hacer frente a la pavorosa deuda externa, cuando menos igual que lo hizo Turquía hace más de cuarenta años.
Nadie ha tenido la idea de patria, menos de independencia y soberanía. Nadie ha protegido los intereses superiores de la Nación. Todos se han sometido a la zona de confort que supuestamente brinde un Protectorado que no se atreve a decir su nombre y apellidos. Un Protectorado que no tenga que ser escrito en convenio, porque lastimaría a las buenas conciencias del rancho grande.
Tras el fraude electoral, corrían a Washington a recibir órdenes
El camino para robustecer el tan ansiado Protectorado es harto sencillo y está diseñado desde hace por lo menos ocho décadas: primero, acometer un fraude mayúsculo a la voluntad popular o comprar el voto de los ciudadanos más pobres, enjaretarse la banda presidencial y luego correr presuroso a Washington para conseguir el reconocimiento al fraude electoral y al supuesto patriotismo…
… hablando un peñasqueado inglés, abrir el grifo de la impagable y sometida deuda externa, poner en garantía todas las riquezas naturales, rodearse de colaboradores blandengues, aceptar todas las instrucciones de los financieros neoyorquinos, las calificaciones amañadas, los términos del compromiso, que obviamente no tiene términos.
Prometer siempre que todo seguirá igual. O parecido, que en la práctica es lo mismo. Convertirse en cancerberos de los intereses empresariales gabachos y difundir al mundo que formamos parte de las democracias occidentales, cualquier cosa que esto signifique. Siempre y cuando sea contra el mandato constitucional.
Protectorado, colonial, de explotación y provecho para el Imperio
Ha sido una película que hemos visto en blanco y negro, en sepia y a colores. ¡Ay de aquél que no quiera ser, aunque sea actor de reparto o de perdida extra en el rodaje! Es una cadena de despropósitos y traiciones que de alguna manera todos hemos padecido.
Se trata de arribar a la ficción legal: un Protectorado es reconocido como estado autónomo, al menos en potencia, y generalmente mantiene alguna escasa medida de soberanía o formas de gobernar y administración nativa. Un instrumento al servicio de los intereses estratégicos o militares de la gran potencia.
Una institución o formulación legalizada para la legitimación de relaciones jerárquicas o de poder entre estados o entidades nacionales. El Protectorado tiene siempre una tendencia colonial, si no es en sí mismo colonial, de explotación, de provecho. Quizá sólo alcance a ser una zona de influencia.
Golpes duros y blandos de EU en la extensa América Latina
La erradicación de los corruptos, la persecución de los delincuentes que han agraviado a la Nación, siempre pasa a ser un platillo optativo del menú. Como forma parte de un segundo piso, puede dejarse para después, un término político que entre nosotros significa nunca, porque el que viene atrás siempre arrea.
La salvaguarda de los intereses nacionales y del patrimonio colectivo no debe ni soslayarse. Forma parte del compromiso a espaldas de los electores y, en el mejor de los casos, de los acuerdos en lo oscurito sellados a sangre y fuego con el antecesor para que acceda a dimitir en la perpetuación de su grupo de favoritos.
Desgraciadamente desde Oliverio Cromwell y la creación del concepto de la Commonwealth, nunca se había visto en épocas de paz un sojuzgamiento tan real y efectivo como el impuesto por los golpes duros y blandos del gabacho en una región tan feraz y extenso como el traspatio latinoamericano.
Los anexionistas de siempre quieren aquí un protectorado de EU
Mientras no sean defendidas a capa y espada, con lucidez y decisión las reservas petroleras y naturales de este país, mientras no se tome la decisión de hacer a un lado a los mamarrachos e incapaces operadores del régimen, mientras no se hagan realidad los programas para fortalecer el mercado interno…
… mientras no se aprovechen las condiciones geopolíticas que ofrecen las nuevas conformaciones del poder en ultramar, tendremos siempre sobre nuestras cabezas el sueño dorado de los mediocres y de sus inteletuales –por cuales– orgánicos, como espada de Damocles: la obsesión indeclinable de todas las generaciones de anexionistas estructurales, un Protectorado simple y duro que siempre se niegue a decir su nombre y apellidos.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: En un artículo periodístico para el diario El País, el ya desaparecido escritor mexicano Carlos Fuentes escribía a principios de diciembre de 1983: “Ahora se tiene la certeza de que Estados Unidos obrará en este hemisferio en función de una meta: crear un vasto protectorado latino. Si esto es así, por lo menos hay que jugar las cartas diplomáticas que le pongan un alto precio a semejante pretensión.” + + + Puerto Rico, país del que se dice es “la colonia más antigua del mundo”, vive severos problemas internos debido a su condición de protectorado estadounidense. La reciente caída del gobernador Roselló, sin que Washington se inmutara siquiera, muestra el desdén que el imperio maneja en relación a sus satélites. ¿Queremos eso para nuestro país?