Rius, el autodidacta que fue educador.

Autor: René Serrano García.-La partida de Eduardo del Río, Rius, es de las que verdaderamente se sienten, un hombre completo, sencillo, honesto, creativo, cuyas enseñanzas han sido aceptadas por el pueblo, supo como enviar sus mensajes políticos, sociales y humanistas, de tal forma que todos los entendíamos perfectamente.
Podemos pensar que usaba un lenguaje simple, popular, pueblerino, entendible para todo público, hasta el más iletrado comprendía lo que quería decir, recibía su mensaje.
De manera indirecta tuvimos cierto contacto, inclusive, conservo una de sus caricaturas originales, lo que creo es un gran honor. En lo personal, me hice vegetariano leyendo La Panza es Primero, frase que difería de Vicente Guerrero que dijo: La patria es primero, porque creía que un México con desnutridos no tenía fuerza, ni salud como para defender a su país.
Ni los grandes literatos, ni las universidades, han logrado concientizar a tanta gente y de todos los estratos sociales en los problemas que vive México, como el gran Rius, su estilo ha sido único, la larga lista de titulos: «…para principiantes», fue una magnifica introducción que motivaba e invitaba a leer sus libros, que instruían y divertían.
Fue creador de un estilo único, escribió libros a base de caricaturas, en Rusia le dieron un premio por esta forma de publicación que vino a revolucionar la literatura, que es un instrumento de divulgación.
Rius, creó, instruyó, divirtió, con sus personajes de las historietas Los Supermachos y Los agachados, Doña Eme, Calzontzin, don Perpetuo del Rosal, Chon Prieto, Gedeon, Don Lucas el boticario, el Lechuzo y Arsenio los policías de San Garabato, don Fiacro el español dueño de la cantina. Los Supermachos, lograron un tiraje de 250 mil ejemplares semanales y todos se vendían. El editor de la revista, presionado por el gobierno, le quitó los personajes a Rius, quien se vio obligado a fundar un nuevo cómic: Los Agachados.
Con sus libros más de cien, enseñó más de religión, política, historia, vegetarianismo, economía y hasta filosofía, ayudó a formar opiniones, fue un hombre con mucho ingenio. Su máximo titulo de estudios, fue quinto de primaria.
Elena Poniatowska escribiría sobre la perdida de Rius: Rius fue nuestro Piaget, nuestro Freinet de la escuela activa, Ivan Illich su vecino en Cuernavaca, Skinner el padre del conductismo, Pestalozzi, Montaigne y Federico Froebel, todos hechos croqueta. Rius fue, sin proponérselo, uno de los grandes educadores de México del siglo XX.
Eduardo del Río, nació en Zamora y morelense por adopción, la mayor parte de su vida la pasó en Tepotzotlán, donde falleció. Su nombre completo fue: Eduardo Humberto del Río García. Sus padres lo metieron a estudiar en un seminario, que después abandonó, «por no querer creer que las vírgenes pueden tener hijos, sin dejar de serlo», así lo expresó en alguna ocasión. Se autonombraba ateo, pero cristiano, fue excomulgado por la iglesia católica por su libro El Manual del perfecto ateo,
Murió a los 83 años, siempre decía que uno es viejo, cuando se siente viejo, y creo que él nunca se sintió viejo, porque su creatividad nunca terminaba. Fueron 60 años haciendo caricatura, escribiendo: politizar, concientizar, fue siempre su objetivo. Escribía como hablaba, fue autodidacta, siempre ocupara un lugar clave en la cultura popular mexicana.
Rius fue un feroz activista político y con tendencia hacia la izquierda progresiva, punto de vista que frecuentemente presentaba en sus escritos, acompañado con una fuerte crítica a las doctrinas neoliberales mexicanas, la política estadounidense y a la iglesia Católica.
Fue autor de unos 110 títulos, que tratan de religión hasta historia, de economía hasta nutrición, de educación hasta marxismo, de sexo hasta filosofía.
Incluso, el fallecido escritor Carlos Monsiváis decía que en México había tres instituciones educativas: la Secretaría de Educación Pública, Televisa… y Rius.
Murió, así lo dijeron sus familiares po insuficiencia renal, le sobreviven su esposa Micaela y su hija Citlali.
Fue un maestro grande entre los grandes, una leyenda de la caricatura mexicana, dibujó la realidad mexicana, como él lo dijo: el mejor homenaje que se le puede hacer a un autor, es que lo lean.