POLÍTICOS INCAPACES DE DAR UN DISCURSO PROPIO

POLÍTICOS INCAPACES DE DAR UN DISCURSO PROPIO

ARENA SUELTA

POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS

Cada uno somos capaces de realizar con cierta facilidad algunos trabajos o labores, nos ayuda en eso nuestra capacidad intelectual o física, pues gracias a esas habilidades e inteligencias es que podemos fácilmente aventajarse en algunas tareas.

Aunque algunos afirman que el límite es el cielo, pero reconocer que somos más aptos para realizar unas cosas que para otras, si nos da cierta madurez de pensamiento y filosofía de vida.

Si bien es cierto que lo primero que aprendimos fue a decir nuestras primeras palabras, todos podríamos ser diestros en el habla. Considerando que es hablando y no peleándonos como nos entendemos, vale la pena pulir cada una de las palabras que decirnos, o cada discurso, palabra, párrafo o prosa que pronunciamos.

El hecho de tener, la responsabilidad del habla frente a un auditorio, nos debería llevar a profesionalizar nuestro lenguaje, hasta lograr deleitar a cualquier audiencia, si como

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persuadir sobre cualquier tema o bien convencer de que se unan a nuestras ideas o pensamientos.

Hay profesiones que definitivamente exigen mayormente del uso de la comunicación oral, en ellas se debe maximizar el esfuerzo, de tal suerte que surta efecto cualquier propósito o meta que se busque mediante la práctica del habla.

Imaginemos al maestro que no se sabe dar a entender, causara un problema muy serio que irá desde la preocupación hasta la reprobación de los alumnos. Y aunque se llega a pensar que un arquitecto o ingeniero o profesiones afines, no hacen mucho uso de la oralidad, lo cierto es que todas y todos hemos de ser diestros con el lenguaje.

Pensemos en lo jurídico, el o la abogada incapaz de manejar un discurso legal frente al fiscal, su defendido o frente al licenciado al que se enfrenta, lo único que va a conseguir es la derrota y la consecuencia pérdida del caso. En ese sentido el juez, o la autoridad que no sepa dar a conocer sus resoluciones o lo realicen con poca claridad, abonará a la duda, las discordancia o el de facto amparo.

Mientras que en lo político, no saber hablar sin tener al frente el discurso que en el mejor de los casos fue escrito por el emisor, da muestra de esa falta de agilidad mental, de capacidad de improvisación y de falta de preparación y conocimiento de lo que se supone dirigen o quieren dirigir.

La pena ajena que se llega a experimentar, cuando tu representante o autoridad; Diputada o Diputado, Gobernador, Presidente, Senador o cualquier otra, se equivoca en fechas históricas, en palabras, citas o autores, deja en claro que cada pueblo tiene el gobierno que merece, y que se encuentran penosamente representando a un grupo de personas que sin saber pusieron al frente a una persona incapaz, insegura, e ignorante.

La piedra bruta debe pulirse, el orador debe abrevar en el conocimiento y la sabiduría, y más allá de usar la retórica para engañar, o decir falacias, se debe ser congruente entre lo que se dice y se hace, mostrando en todo momento la responsabilidad absoluta que es el poder hablar y hacerlo en nombre de su comunidad o pueblo.

El experto del habla; José Muñoz Cota, afirmaba que “hablar en público, y hablar bien, era un privilegio; pero al mismo tiempo es una responsabilidad” que el que habla “señala caminos, y tiene el compromiso de no equivocarse” también dijo en su decálogo que no hablara “quien no supiera lo que decía, pues para él y para muchos “el orador estudia y pule su lenguaje” debido a que con la palabra se puede “Persuadir y conmover” siendo éstos dos tiempos unidos del estilo discursivo.

Como consejo para los jóvenes y viejos que deben hacer uso de uso de la palabra, se afirma que “los enemigos de la oratoria son los tartamudos de la conciencia, y que “tarde o temprano el orador habla en nombre de la patria”, pues es mediante el discurso bien estructurado y dicho que se logra la conciencia y expresión, siento éstos un ejercicio vital.

También se sabe por Muñoz Cota que “La oratoria de los jóvenes” (y de los adultos) “ni se empeña ni se vende” una vez que somos lo que decimos, por lo que por último hemos de saber que no debemos subir a la tribuna sin una causa justa que defender; ni bajar de ella, sin la certidumbre de la dignidad cumplida.