LA VIRGEN DE GUADALUPE, JUAN DIEGO Y MÉXICO (27)

Contemplando la Creación

P. Ángel Espino García

1.- Cuentan que un hombre recibió la visita de un Arcángel, el cual le informó que le esperaba un futuro maravilloso: sería rico, famoso y se casaría con una bella mujer. El hombre esperó los milagros prometidos, pero no se dieron, y al final de su vida, murió pobre, triste y abandonado. En la antesala del cielo vio al Arcángel de las promesas y le reclamó: tú me engañaste, pues me hablaste de varios milagros y no pasó nada. Yo no te engañé, dijo el Arcángel. Te ofrecí las oportunidades y no las supiste aprovechar. Te invitaron a cooperar en un buen negocio y tuviste miedo al fracaso. Cuando llegó un terremoto, la Cruz Roja te invitó a buscar heridos, y te negaste. Quienes ayudaron, fueron premiados por el pueblo y la autoridad. Era tu gran oportunidad para salvar vidas. Y cuando fuiste a la plaza y viste a aquella hermosa mujer que te sonreía y la creías incomparable, te dio miedo hablarle y saludarla. ¿De qué te quejas ahora? Entonces rodaron abundantes lágrimas de dolor por sus mejillas.

2.- ASÍ EN LA VIDA.- A todos se nos presentan cada día oportunidades para mejorar y servir, pero las dejamos pasar por miedo. La ventaja que tenemos es que aún estamos vivos. Pidamos a Dios que nos de fe y amor para seguir adelante. Que nos regale grandeza de espíritu para perdonar, paciencia para ser comprensivos y fortaleza para levantarnos de nuestras caídas. Señor: danos tu paz para compartirla con quienes no la tienen.

3.- LA VIRGEN DE GUADALUPE.- Juan Diego dijo a la Virgen: “Perdóname Señora y Niña mía. Voy de prisa a traer un Sacerdote, pues mi tío está muy grave. Te prometo que vendré mañana lo más rápido posible”. Hubo una pausa. Juan pudo apreciar el amor que fluía de la mirada fija de la Virgen y la ternura, que casi lo hacen llorar. Ella dijo: “Mi querido hijo. Escucha y permite que mis palabras invadan tu corazón. No estés preocupado ni te angusties. No temas ninguna enfermedad o molestia. ¿No estoy Yo aquí, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y protección? ¿No soy Yo la fuente de tu vida? ¿No estás bajo los pliegues de mi manto y bajo el cobijo de mis brazos? ¿Hay algo más que puedas necesitar? Hizo una pausa con una dulce sonrisa. Después agregó: no permitas que la enfermedad de tu tío te preocupe, porque él no morirá de este mal. En este momento, él está curado”. Con estas sublimes palabras, nuestra Señora reveló a todos sus hijos, la exquisita ternura de su Corazón Inmaculado. Sus palabras son un mensaje personal de profundo amor maternal destinado a cada uno de nosotros. La gloriosa Madre del Salvador había llegado al árido cerro del Tepeyac. ¡Salvemos lo verde!