La violencia en el fracaso de un gobierno

P. Agustín Celis

En los últimos años se ha incrementado en nuestro país la violencia, al grado de que la sociedad se ve vulnerada en su entorno social y familiar. Ahora la persona se siente insegura en la calle, sino que se siente insegura incluso en su propia casa, no obstante la persona se ve vulnerable en todas las actividades que realice día y noche, por eso creemos que la violencia ha ganado terreno invadiendo incluso la privacidad de la persona.

Este tipo de violencia tiene algunas características propias, puesto que se caracteriza por la crueldad, por la venganza, por la exhibición de poder y finalmente por utilizar la intimidación del rival. Todas estas características son medios muy eficaces para atacar y para provocar miedo y terror en la sociedad, porque pareciera que de pronto nos enfrentamos a alguien que no conocemos pero que el si nos conoce y que va utilizar toda su fuerza en contra de nosotros.

Las causas de este tipo de violencia son el deseo de poder y las ganas de dejar atrás la pobreza que siempre ha sido el origen de muchos eventos violentos en la sociedad. Y el que cuando se carece de todo, el tener es una meta, el estar por encima de los demás, el poder es un ungüento, y llegar allá es el desafío más encarnado en la psicología de la persona que ha sufrido violencia en su pobreza.

Las circunstancias son tan variadas, para que aflore la violencia en la sociedad y se desarrollen un sinfín de actividades unidas a la violencia como el narcotráfico, el secuestro, la trata de personas, el lavado de dinero, la extorción en sus múltiples escenarios y la intimidación por medio de ejecuciones.

Las actividades de la delincuencia no son una novedad, tienen raíces hondas. Quizá antes no eran tan evidentes como lo son ahora por la cruel violencia que ejercen sobre muchas personas y sobre la sociedad. Lamentamos profundamente que no haya sido combatida de manera oportuna y que se haya dejado crecer. Si en su momento, la omisión, la indiferencia, el disimulo o la colaboración de instancias públicas y de la sociedad no fue justa y toleró o propició los gérmenes de lo que hoy son las bandas criminales, tampoco es justo ahora exculparse, buscando responsables en el pasado y evadir la responsabilidad social y pública actual, para erradicar este mal social.

Hay muchas personas que tienen la convicción de que la violencia organizada, para extender el alcance de su influencia, ha corrompido personas y grupos de la sociedad, lo mismo que a grandes y pequeñas empresas. Para neutralizar la intervención de la autoridad, evitándola, anticipándose a ella, o distrayéndola, han corrompido también a servidores públicos, se han infiltrado en la estructura de los distintos niveles de gobierno, de procuración de justicia y del sistema judicial, convirtiéndose en una amenaza para la seguridad nacional y la democracia y, por tanto, en un abierto desafío al Estado.

La situación que hemos considerado hasta aquí, nos hace constatar una vez más que algo está mal y no funciona en nuestra convivencia social y que es necesario exigir y adoptar medidas realmente eficientes para revertir dicha situación. Debemos ir más allá en nuestro análisis, no podemos quedarnos en la descripción de las principales actuaciones que diseminan el clima de violencia, hay que actuar asumiendo nuestra responsabilidad social y vigilar que las instancias públicas asuman la suya. Para ello es necesario ir a la raíz de los graves males que aquejan a la sociedad.