ÍNDICE POLÍTICO

Francisco Rodriguez

Con EPN perdimos casi todo lo que era propiedad de la Nación

Protegidos por una Constitución que desde hace cien años considera que la propiedad originaria de la Nación se extiende desde el infierno hasta el cielo, es decir, subsuelo, superficie y espacio aéreo, terrestre y marítimo, los recursos naturales y nuestras materias primas y derivados, se han entregado al extranjero.

Los minerales preciosos, oro, plata, cobre, manganeso, tungsteno, fierro, barita, uranio, petróleo y elementos esenciales para la petroquímica industrial secundaria, y –por si esto fuera poco– depósitos seculares de agua, bosques maderables, microclimas paradisíacos, y todo aquello que suene a metálico ya nunca serán de nuestra propiedad.

Por si lo anterior no bastara, los 170 mil millones de dólares que a diario nos restriegan nuestros tecnócratas de petate ser el sustento de la reserva nacional para soportar la moneda, las operaciones mercantiles, el trafago diario de la economía, que antes se simbolizaba con los pesados lingotes de oro…

… que se depositaban a la vista de todos en las cabinas de seguridad del Banco de México, hoy se encuentra depositada enterita en el la Reserva Federal estadounidense como garantía e hipoteca, aparte del petróleo y los recursos naturales al canto…

… una más de las seguridades de que cumpliremos nuestra condición de esclavos acreedores de una deuda externa impagable, y para colmo, como Reserva Federal de ellos que garantiza el valor del dólar, no del peso. Por si esto no fuera suficiente, están abiertos, para cuando decida el patrón, más compromisos de todo lo que huela a “bisnes” para su exclusivo confort y seguridad de que jamás nos levantaremos de la mesa de un juego de póker con las cartas más marcadas que las que traiga cualquier fullero de velorio.

La tolucopachucracia de EPN pactó entreguismo y sumisión al extranjero

De todo ello, sigue excluida la sociedad civil. A falta de contabilidad horizontal, de supervisión ciudadana del gasto, los compromisos y las obligaciones que los mexiquitas contrajeron a contrapelo del Congreso, del pueblo, de los medios a modo y de cualquier instancia, ellos se dan vuelo pactando entreguismos y sumisiones macabras.

La guerra por las materias primas en México no es materia obligatoria, sólo optativa. La opción la escogieron Videgaray, Meade y Peña Nieto desde que le entregaron las naves y las llaves del reino al payaso anaranjado, el mismo que, si deja morir a un estado de la Unión como el infeliz Puerto Rico en sus horas de mayor tragedia, ¿qué puede pensar de nuestro país?

Pero siguen dándole las gracias por su patrocinio. Recuérdese si no como en un acto que quedará como una vergüenza diplomática eterna para nuestro país, cuando el felón Videgaray en la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó al esquizoide anaranjado como salvador de México.

Sujetos al señorío de la ley de la selva, la del más fuerte y el más salvaje

Independientemente de las pendejadas de nuestra claque dirigente, es menester recordar que el debate internacional sobre la posesión, explotación y saqueo de las materias primas contenidas en el subsuelo y en la superficie terráquea de los países ubicados entre los trópicos de Cáncer y Capricornio no ha terminado.

Se inició con los principios de la navegación y el comercio ultramarinos y se consolidó cuando las potencias impusieron, junto con la ideología liberal-mercantilista. el triunfo de las teorías clásicas sobre «la mano invisible» que regulaba en automático cualquier desajuste y agandalle en los sistemas económicos…

… el individualismo y el libre mercado absoluto, además de la configuración total, desde el bonapartismo de Bismarck, el canciller de hierro, de zonas de influencia, territorios continentales de hegemonía y supremacía total de los imperios, sujetas al señorío de la ley de la selva, al predominio del más fuerte y del más salvaje.

Vorágine feroz y misantrópica que hoy alcanza niveles de vesania

Si en un principio las ideologías económicas prevalecientes en la época de los monarcas absolutos se asentaban sobre la explotación de todos los minerales del subsuelo, en la actualidad –cuando los imperios han socavado sus riquezas en la frenética industrialización, desmedidas ambiciones comerciales y paranoias belicistas–…

… la explotación se extiende sobre todo aquello que pueda considerarse fuente de riqueza y de poder, incluidos los productos agrícolas, los procesos agropecuarios industriales, los bienes alimentarios y todas las especies que constituyan la biodiversidad vegetal y la vida salvaje animal. Ese es el paquete que los mexiquitas entregan como lo hizo Xóchitl con el pulque.

El precio de intercambio de las mercancías, extraídas fundamentalmente de los paraísos del subdesarrollo, fue impuesto siempre por el vencedor en las guerras de conquista. Esta fue una regla que no admitió excepción en el pasado y que alcanzó a regular, desde el precio de los bienes, productos y servicios, hasta el valor de los esclavos, en una vorágine feroz y misantrópica que hasta le fecha alcanza niveles de vesania.

El dólar de EU, como patrón para regular mercados a todo lo robado

Las latitudes enclavadas entre los trópicos de Cáncer y Capricornio, alrededor del cinturón ecuatoriano del planeta, escenificaron, desde que Henry Ford popularizó el uso del automóvil a base de combustión de gasolina, la ruda invasión de las siete hermanas petroleras –apoyadas por los aparatos bélicos anglosajones– sedientas de calmar la apremiante necesidad de hidrocarburos fósiles para mantener los estándares del modo de vida y de muerte Occidental.

Infinidad de acuerdos y conferencias internacionales adoptados desde 1945 –fecha que emblematiza el ascenso de Estados Unidos al pináculo del poder– en el entorno de la reconstrucción capitalista europea con base en el Plan Marshall…

… llegaron al acuerdo macro inducido por los grandes monopolios de fijar el dólar como el patrón monetario insustituible para regular las mercados intercontinentales sobre el comercio y la industrialización de todo lo robado en los paraísos del subdesarrollo.

La devaluación artificial de nuestras monedas es el signo del nuevo milenio

Pero ya la ambición rompió el saco. Las constantes y crecientes necesidades económicas de apoyo monetario –planteadas por Washington para financiar todas las aventuras bélicas que tienen como propósito seguir chupando los vientres de los países pobres– provocaron un inabarcable déficit fiscal, físico, financiero y comercial en los Estados Unidos que obliga a sus aliados asiáticos y europeos a depreciar sus monedas para poder lograr un aparente equilibrio mercantil que, a querer o no, lo único que logra es fondear las reservas del Tesoro estadunidense.

La devaluación artificial es el signo del nuevo milenio, más que la liviandad, propuesta como emblema por Ítalo Calvino. Su objetivo debe ser el de aquellos intercambios compensatorios que mantengan la moneda china, el yuan, en relación con el precio del dólar.

La idea era, antes de la llegada del inconsulto Trump, un ignorante y salvaje en toda la extensión de la palabra, formar una gran alianza contra el resto del mundo, una zona económica común de facto, acoplada a una comunidad monetaria real, igual que la Unión Europea.

Los grandes perdedores de este trueque financiero, había dicho la correduría Morgan Stanley, serían el euro y el yen japonés, ya que mientras más se aprecia su moneda, decrecen sus exportaciones al mercado norteamericano. Hoy, la situación ha cambiado:

Los mexiquitas entregaron todo; pedazos enteros de geografía nacional

Todos los analistas del mundo han prendido la luz roja desde agosto del 2003 ante la insólita advertencia del Fondo Monetario Internacional sobre el colapso del dólar. Rusia se ha jactado de poseer las más grandes reservas de oro del planeta. El Banco Central de Japón ya posee el billón y cuarto de dólares de la deuda gringa con la que los tiene agarrados de la gamarra.

Para los mexiquitas todo esto no ha valido un solo minuto de preocupación o de desvelo. Esta guerra indeclinable por las materias primas no existe. Ellos cumplieron con entregar todo: metales preciosos, minerales del

subsuelo, recursos petroleros, energéticos y petroquímicos, pedazos enteros de territorio y de geografía nacionales…

… aguas, bosques, biodiversidad vegetal y animal, dólares de reserva monetaria, dignidad, integridad, seguridad nacional y pública, hipotecas sobre el futuro de nuestros hijos en prenda de deudas impagables y cotidianamente crecientes por irresponsabilidad y mentecatez. Esa es su misión. Lo demás, es lo de menos.

Somos nosotros los que tendremos que librar la cruenta guerra indeclinable sobre las materias primas.

Llegó la hora, ¿no cree usted?