Esta prueba demuestra que el SARS-CoV-2 fue creado en un laboratorio

Análisis escrito por Dr. Joseph Mercola.-Datos comprobados

19 de Mayo, 2020

HISTORIA EN BREVE

  • En los últimos años, los Institutos Nacionales de Salud han financiado investigaciones de ganancia de función del coronavirus del murciélago en el laboratorio de nivel 4 de bioseguridad (BSL4) en Wuhan, China
  • La investigación de ganancia de función se refiere a la investigación en la que se mejora la patogenicidad o transmisibilidad de los patógenos para hacer que un patógeno sea más peligroso para los humanos
  • Para entrar en una célula, el virus debe unirse a un receptor ACE2 o CD147. A continuación, la subunidad de la proteína espiga S2 debe partirse proteolíticamente. Sin esta abertura de proteínas, el virus no podría ingresar
  • Existen varias enzimas que parten las proteínas espiga, incluyendo la plasmina, que también degrada la fibrina. Cuando se disuelve un coágulo de sangre, se crea un subproducto conocido como dímero D, y muchas personas con casos graves de COVID-19 tienen niveles elevados de dímero D, que indica la presencia de coágulos sanguíneos
  • Otra abertura de proteínas es la furina, y la presencia de un punto de escisión de furina en el SARS-CoV-2 es la prueba que demuestra que el SARS-CoV-2 fue creado en un laboratorio

Desde la aparición del COVID-19, varios científicos han explicado que el virus no parece haber evolucionado de forma natural, y dichas sospechas solo están aumentando.

Según lo informado por Newsweek el 28 de abril del 2020, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) han financiado en los últimos años investigaciones de ganancia de función de coronavirus del murciélago en el laboratorio de nivel de bioseguridad 4 (BSL4) en Wuhan, China.

Esta investigación fue respaldada por el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés), dirigido por el Dr. Anthony Fauci, quien ahora dirige el equipo de respuesta de la Casa Blanca. De acuerdo con Newsweek:

«En 2019, con el respaldo del NIAID, los Institutos Nacionales de Salud financiaron 3.7 millones de dólares durante seis años para la investigación que incluyó un trabajo de ganancia de función.

El programa siguió a otro proyecto de 5 años de 3.7 millones de dólares para recolectar y estudiar el coronavirus del murciélago, que finalizó en 2019, con un total de 7.4 millones de dólares.

Muchos científicos han criticado la investigación sobre el aumento de función, que implica manipular virus en el laboratorio para explorar su potencial para infectar a los humanos, ya que crea un riesgo de iniciar una pandemia».

Como señaló GM Watch, «Reforzar la hipótesis de que el virus escapó del laboratorio es la última noticia de la Agencia de Inteligencia de Defensa de los Estados Unidos (DIA, por sus siglas en inglés) en cuanto al origen del virus COVID-19 SARS-CoV-2, con el fin de demostrar que pudo haber sido liberado por error de un laboratorio en Wuhan debido a ‘una falta de seguridad de las prácticas de laboratorio'».

Por desgracia, los medios de comunicación están ignorando la larga historia de patógenos peligrosos que se escapan por accidente de los laboratorios BSL3 y 4. El periodista Sam Husseini analiza esta historia en un artículo del 5 de mayo de 2020 en Independent Science News.

Los periodistas de los principales medios de comunicación tampoco están haciendo suficientes preguntas, o las preguntas correctas, sobre los orígenes del SARS-CoV-2. En su actualización del 4 de mayo de 2020, Chris Martenson, quien tiene un doctorado en patología, detalla la ciencia detrás de su afirmación de que el SARS-CoV-2 fue creado en un laboratorio.

La evidencia que presenta es casi concluyente, y realmente sería noticia de primera plana si todavía existiera el periodismo imparcial.

¿Qué es la ganancia de función?

Como explicó Martenson, la investigación de ganancia de función se refiere a mejorar la patogenicidad o transmisibilidad de los patógenos. Es decir, los patógenos se manipulan de varias maneras para hacerlos más mortales o permitir que infecten a los humanos con mayor facilidad. También toman virus inofensivos para hacerlos transmisibles a los humanos.

Como señaló Martenson, aunque este tipo de investigación se justifica al decir que necesitamos saber cómo los virus se adaptan y mutan para que podamos descubrir cómo combatirlos si obtienen dichas funciones de forma natural, no hay evidencia que sugiera que han aprendido cómo combatir el SARS-CoV-2.

Si no han aprendido a tratar ciertas enfermedades a través de la ganancia de función, ¿por qué lo están haciendo?

Cómo los virus ingresan a las células

Martenson continúa explicando el proceso que usan los virus para ingresar a las células. Esto es importante, ya que los virus solo pueden replicarse al ingresar e infectar una célula.

Para ingresar, el virus debe unirse a un receptor ACE2 o CD147 en la célula. A continuación, la subunidad de la proteína espiga S2 se debe partir proteolíticamente (cortar). Sin esta abertura de proteínas, el virus se uniría al receptor y no avanzaría.

Hay varias enzimas que pueden hacer este trabajo, incluyendo la plasmina y la furina. La plasmina, que está presente en la sangre, también degrada la fibrina, que es la proteína plasmática que puede causar coágulos sanguíneos. Cuando se disuelve un coágulo de sangre, se crea un subproducto conocido como Dímero-D.

Como se explica en mi artículo «Las enzimas podrían ser la solución para la coagulación sanguínea relacionada con el COVID-19«. Muchas personas con casos graves de COVID-19 tienen mayores niveles de dímero D, que indica la presencia de coágulos sanguíneos.

Martenson también cita el documento de revisión «Elevated Plasmin(ogen) as a Common Risk Factor for COVID-19 Susceptibility», que encontró que las personas con COVID-19 que tienen comorbilidades que aumentan su susceptibilidad a la infección, es decir, hipertensión, diabetes, enfermedad coronaria, enfermedad cerebrovascular, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y disfunción renal, tienden a tener niveles elevados de plasmina.

En otras palabras, esta plasmina es la que, al menos en parte, aumenta el riesgo de casos graves de COVID-19. En su actualización del 6 de mayo del 2020, Martenson analiza este problema de coagulación que se encontró en muchas personas con COVID-19. Como él señala, el COVID-19 es «más un trastorno sanguíneo o trastorno de coagulación» y no una infección pulmonar.

El punto de escisión de furina

Como se mencionó anteriormente, la furina también puede cortar o partir la subunidad de la proteína S2. La furina es un gen codificador de proteínas que activa ciertas proteínas al partir secciones específicas.

Como explicó Martenson, a diferencia de otras enzimas que separan las proteínas, la furina es muy específica sobre las áreas que parte. Cuando la arginina está presente en el segundo o tercer lugar de la secuencia de proteínas, entonces la eficiencia de la abertura aumenta.

Esto prueba que el SARS-CoV-2 fue creado en un laboratorio. Un excelente artículo de Medium también aborda este hallazgo y explica por qué los puntos de escisión de furina son tan importantes para determinar el origen del SARS-CoV-2.

En «Furin, a Potential Therapeutic Target for COVID-19», los investigadores chinos informan que el CoV-2 es el único coronavirus con un punto de escisión de furina. Ni siquiera los parientes lejanos del CoV-2 lo tienen, mientras que los coronavirus que lo tienen solo comparten el 40 % del genoma de CoV-2. Como se informó en este documento:

«Se descubrió que no todas las proteínas espiga con una homología de secuencia de espiga de SARS-CoV-2 mayor al 40 % tenían un punto de escisión de furina, incluyendo el Bat-CoVRaTG13 y SARS-CoV (con identidad de secuencia de 97.4 % y 78.6 %, respectivamente).

El punto de escisión de furina ‘RRAR’ en el SARS-CoV-2 es único en su familia, ya que contiene una abertura única de ‘PRRA’. Es poco probable que el punto de escisión de furina del SARS-CoV-2 haya evolucionado del MERS, HCoV-HKU1, etc.

A partir de las secuencias disponibles en las bases de datos, es difícil encontrar la fuente. Quizás todavía hay muchas secuencias evolutivas que tienen que descubrirse.

No hay explicación para el punto de furina en el SARS-CoV-2

Según estos investigadores, el punto de escisión de furina presente en el SARS-CoV-2 «es único en su familia» y «es poco probable que haya evolucionado». Es decir, el virus debe haber sido modificado para darle un punto de escisión de furina, ya que no hay una fuente aparente para este virus.

Dicho de otra manera, no hay ningún coronavirus que sea similar como para que el SARS-CoV-2 haya evolucionado o mutado.

Martenson hace un excelente trabajo al explicar esto en su video, así que no se le puede perder. Yuri Deigin también tiene un artículo sobre esto en Medium, por lo que se recomienda consultarlo para mayor información.

Es importante destacar que ambos revelan cómo los virólogos están equivocados al afirmar que el SARS-CoV-2 es un coronavirus de murciélago que saltó a un pangolín y luego a los humanos, ya que la secuencia genética lo demuestra.

El punto de escisión de furina PRRA que se encontró en el SARS-CoV-2 no se encuentra ni en los murciélagos ni en los pangolines, por lo que no podría haber mutado a través de estos animales.

El hecho de que este punto de escisión de furina esté presente en el SARS-CoV-2 demuestra que se ha insertado (en lugar de mutado), mientras que Martenson ofrece una ilustración de la diferencia entre una mutación. No es probable que 12 pares de bases de nucleótido haya salido de la nada.

¿Por qué los estudios anuncian que es natural?

Dos estudios muy citados por los medios de comunicación que explican que el SARS-CoV-2 es una mutación natural que saltó de animal a un humano incluyen un artículo de Nature del 3 de febrero del 2020, que afirma que el SARS-CoV-2 es un coronavirus de origen murciélago que se transmitió entre especies.

Sin embargo, uno de los autores de este artículo, Shi Zhengli, estuvo involucrada en la militarización del virus del SARS y, por lo tanto, tiene razones para tratar de ocultar cualquier relación con dicha investigación.

Un segundo artículo, publicado en Nature Medicine, el 17 de marzo de 2020, ofrece «una perspectiva sobre las características notables del genoma del SARS-CoV-2» y analiza «escenarios por los cuales podrían haber surgido». Según este documento, «Nuestros análisis demuestran que el SARS-CoV-2 no fue creado en el laboratorio ni tampoco es un virus que haya sido creado a propósito».

Sin embargo, aunque reconocen que el SARS-CoV-2 tiene un punto de escisión polibásica (PRRA) que no existe en otros virus, no explican cómo estos 12 pares de bases podrían haberse insertado de forma natural. Como señaló Martenson, «los insertos completos no son parte de la vía de mutación».

La comunidad científica tiene motivos para ocultar el origen

Continúa citando varios estudios que demuestran cómo los científicos de todo el mundo han estado trabajando en la inserción de puntos de escisión para hacer que los coronavirus sean más virulentos. Está claro que, tenemos la capacidad de crear SARS-CoV-2, y los científicos de todo el mundo se han dedicado a dicha investigación durante muchos años.

Martenson llama al destacado virólogo Michael Osterholm, quien en una entrevista con Joe Rogan el 10 de marzo de 2020 declaró que «no es posible haber creado un virus como este para hacer lo que está haciendo, ya que no tenemos la imaginación o el conjunto de habilidades».

¿En serio? La investigación publicada demuestra que tenemos la tecnología, el conocimiento y la «imaginación» para crear el SARS-CoV-2, y Osterholm simplemente no puede ignorar ese hecho.

Para mayor información puede consultar la página web de Project Evidence, que ofrece más información que apunta que el SARS-CoV-2 fue creado en un laboratorio. Se puede encontrar un resumen en la parte inferior de la página en «Conclusión».

Debe haber personas en la comunidad científica que desearían ocultar cualquier relación con dicha investigación. A nadie le gustaría ser responsable de crear, financiar o tener alguna relación con una pandemia que ha matado personas, destruido la economía mundial y dejado a las personas sin trabajo a nivel mundial.

O ser culpable de haber violado la Ley contra el terrorismo y armas biológicas de 1989, cuyo castigo se extiende e incluye cadena perpetua. La Ley contra el terrorismos y armas biológicas de 1989 establece lo siguiente:

«Quien desarrolle, produzca, acumule, transfiera, adquiera, retenga o posea cualquier agente biológico, toxina o sistema de entrega para usar como arma, o, a sabiendas, ayude a un estado extranjero o cualquier organización a hacerlo, será multado en virtud de este título o encarcelado de por vida o cualquier término de años, o ambos.

Hay jurisdicción federal extraterritorial sobre un delito en virtud de esta sección cometido por o contra los Estados Unidos».

Otros expertos desafían la evolución natural

Martenson no es el único que cree que el SARS-CoV-2 fue manipulado de manera genética. Un artículo de GM Watch del 27 de abril del 2020 presenta al profesor Stuart Newman, quien también considera que «la ingeniería genética puede haber estado involucrada en algún momento de la historia del virus».

Según Newman, profesor de biología celular y anatomía en el New York Medical College y editor en jefe de la revista Biological Theory, el 17 de marzo de 2020 argumentó que el SARS-CoV-2 no fue creado en un laboratorio en un artículo de Nature Medicine mencionado anteriormente (que declaró «Nuestros análisis demuestran que el SARS-CoV-2 no fue creado en un laboratorio ni tampoco es un virus creado a propósito»).

GM Watch escribe lo siguiente:

«Como señaló Adam Lauring, profesor asociado de microbiología, inmunología y enfermedades infecciosas en la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan, el artículo de Andersen argumenta que ‘el virus SARS-CoV-2 tiene algunas diferencias en genes específicos en relación con los previamente identificados en los coronavirus, que estarían siendo manipulados en un laboratorio. Esto indica que no hay manera que haya escapado de un laboratorio.

Pero el profesor Newman dice que esto es poco convincente porque «las» diferencias «estaban en regiones de la proteína espiga del coronavirus que fueron objeto de experimentos de ingeniería genética en laboratorios de todo el mundo (en especial en los Estados Unidos y China) durante dos décadas».

En una entrevista por correo electrónico con GMWatch, Newman amplificó esta especulación al señalar que «el artículo de Nature Medicine señala variaciones en dos sitios de la proteína espiga del nuevo coronavirus que según los autores deben haber surgido por selección natural.

Sin embargo, desde 2005 se ha propuesto la ingeniería genética de uno de estos sitios, el dominio de unión al receptor ACE2, para ayudar a generar vacunas contra estos virus (consulte este documento). Es sorprendente que los autores de Nature Medicine no hayan citado este artículo, que apareció en la destacada revista Science.

El segundo sitio que Andersen y sus colaboradores surgió por medios naturales, un objetivo de escisión enzimática que no se encuentra en esta clase de virus, de hecho, fue introducido por ingeniería genética en un coronavirus similar en un documento que citan. Esto se hizo para explorar mecanismos de patogenicidad».

Newman dijo que no cree que estos cambios se hayan introducido para aumentar la patogenicidad de una sola cepa, pero que el SARS-CoV-2 puede haber tenido componentes genéticamente modificados en su historia antes de ser introducido en la población humana».

Hay muchas maneras de manipular los patógenos

Aquellos que afirman que la falta de «huellas digitales» en el código genético del SARS-CoV-2 demuestra una evolución natural, tampoco tienen en cuenta los métodos que no dejan huellas identificables. Como señaló la Dra. Meryl Nass:

«Antes de que se desarrollaran las técnicas de ingeniería genética (1973) y se usaran mucho (desde fines de la década de 1970), se emplearon medios más «primitivos» para causar mutaciones, con la intención de desarrollar armas biológicas.

Produjeron armas biológicas que fueron probadas, bien descritas y, en algunos casos, utilizadas. Estos métodos pueden crear agentes de guerra biológica que carecen de una firma identificable de un agente microbiano construido en un laboratorio de secuencias de ARN o ADN conocidas.

De hecho, sería deseable producir tales agentes, ya que sería difícil demostrar que fueron construidos en un laboratorio. Estas son algunas posibilidades de cómo se pueden crear patógenos nuevos y virulentos:

1.Exposición de microorganismos a agentes químicos o radiológicos que causan altas tasas de mutación y selección de las características deseadas.

2.Pasar virus a través de varios animales de laboratorio o cultivos de tejidos

3.Al mezclar virus y buscar recombinantes con una nueva mezcla de factores de virulencia»

En mi opinión, las pruebas más sólidas hasta ahora apuntan a que el SARS-CoV-2 fue creado en un laboratorio. Como afirma Martenson, la presencia de puntos de escisión de furina es un caso claro, ya que esta sección del código genético no surgiría por sí sola a través de la mutación natural. Aunque, nadie sabe cómo salió del laboratorio.