CUMPLE
CUMPLE
ARENA SUELTA
POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS
Las acciones políticas malintencionadas, las consideraciones personales que olvidan a la población, lo único que han logrado a lo largo de la historia de la humanidad es enardecer al pueblo y obligarlo a salir a las calles a gritar su verdad, frente a la que buscan que otros más, se sumen. Las causas sociales siempre encuentran eco entre los de su misma clase social, pocas veces o casi nunca se ha visto que los que están en el poder tengan conciencia para redimirse e incluso algunos antes han preferido quitarse la vida que ceder al clamor de su pueblo.
¿Cuánto será el porcentaje de uso del hemisferio derecho de su cerebro, de esos que, volviéndose presidentes, gobernadores o diputados, o sencillamente aquellos que apenas les dan un cargo y se sienten intocables, que su verdad es absoluta y el valor de su vida superior a la de los otros?, ¿Qué le aporta a la vida y a la humanidad quien, siendo electo para administrar los recursos de sus gobernados, se los quedan, los roba, se los traga y gasta en opulencias?
No hay ya humanidad en el que roba, estando rico, en el que ha hecho de la trampa su modo de vida, en el sátrapa que engaña a los demás y al darse la vuelta se mofa del hombre o la mujer que le dio la confianza. Muchos ejemplos de estos seres a los que describo los encuentro ahora mismo en casi todos lados, pero especialmente en la administración pública, es decir, en los tres niveles de
gobierno, y sus conductas deshonestas son tan reiterativas que algunos de ellos se llegan a reelegir, se enamoran de las cámaras y las fotografías, ya no saben vivir si no son el salero de la mesa, ya no tienen vida propia sino la que roban de la luz de la gente que todavía les aplaude y les sonríe ante su apetito voraz de poder.
Al parecer hace falta orgullo en la sociedad, y un poquito de vergüenza, para aprender a dar la espalda a quienes pudiendo hacer no hacen, a las y los que se eligieron para salvarnos de la pobreza y lo único que han hecho es ir administrándonos migajas para mantenernos cautivos como electorado, y así volvernos a comprar con una despensa más grande las veces que quieran.
Pareciera que nos engañan como a las reses con la sal, como el chango con una banana o como el bebé con el biberón, porque no puede haber progreso, ni bienestar y menos desarrollo con unos cuantos pesos o con una canasta básica, para después mantenernos con miedo, con hambre y/o si acaso a medio vestir y a medio calzar.
No nos dejemos engañar más, apoyemos a los buenos representantes, a esos que si regresan y que preguntan o sondean la gente a quienes deben ser parte de su equipo de trabajo, a los que invitan y seleccionan entre los mejores y más capacitados para administrar lo poco o mucho que se tenga de recurso, y no a aquellos que, como los más zánganos de la historia, ganaron elecciones para mantener en la nómina a familiares y amigos. No permitamos que lo rancio de la política siga creciendo, si es necesario manifestémonos, salgamos a la calle a luchar por lo que nos pertenece y es nuestro, por servicios de salud de calidad, por seguridad pública, vivienda, trabajo y salario bien remunerado, no que sólo marchamos cuando matan o asesinan a alguien, y después dejamos que la vida transcurra como si nada.
Si no hacemos algo ahora, seguramente nos estaremos arrepintiendo mañana, si con el voto se dio la confianza, que con la exigencia social se haga que se cumpla cada promesa y cada compromiso hecho.
¿Cuánto más hay que esperar para expresar las inconformidades, como lo hizo un Hidalgo, un Zapata o un madero?, o es que ¿seguimos creyendo todas y todos en la cigüeña, santa o los reyes magos?, siendo así que nos sigan tomando el pelo, que nos sigan exprimiendo y que el futuro de tus hijos y los míos, como de los hijos de ellos, tengan la misma cantidad de muertos diarios, el mismo miedo de salir a la calle, y santiamén de no saber lo que vaya a pasar mañana.
Tal vez valga la pena planear un seguimiento social, puntual de las acciones de sus gobiernos para que a la primera que algo no vaya bien, se haga cumplir el plebiscito y el referéndum, que no es nuevo, que desde hace mucho tiempo se encuentran en la constitución, y que por ahora al parecer sólo se ha usado, se usa y se usará, para mantener a las focas aplaudiendo y a los conejos brincando.
Esperemos en conciencia, que toda aquella o aquel que recientemente se incorpore a un cargo de elección, lo haga bien, lo ejerza con humanidad y sentido social, y no se pierdan en las mieles del poder y lo que el dinero del pueblo pueda incitarles, sino que antes se mantengan en su palabra, en las mejores promesas, para que se vuelvan programas ejecutados con tal cautela que en la vida se les recuerde por sus buenas obras y no por lo mucho que robaron.