Compartiendo diálogos conmigo mismo, desde España.

SIEMPRE EN CAMINO, BUSCANDO LA BUENA ESTRELLA

(Los magos descubrieron la gloria de Dios, postrándose ante el Niño de Belén)

I.- MIRAR HACIA ARRIBA

Alzo la vista al cielo y se realza mi corazón,

me oriento en camino y la vida se ilumina,

me sitúo en disposición de servir y me crezco,

porque siempre hay que mirar hacia arriba,

con las manos llenas de amor para abrazar.

Mirando al suelo no me veo y al no verme,

tampoco me encuentro, y al no encontrarme,

los días se evaporan, los sueños desaparecen,

los andares se olvidan, las huellas se eclipsan,

todo cesa, nada se mueve ni nos conmueve.

Me niego a que me alcance la muerte, vivo;

deseo abandonarme en la mirada de Jesús,

arrodillarme en sus manos y dejarme asombrar,

celebrar con el perdón a quien nos ha ofendido,

despuntar manso, despertar a la alegría de dar.

El egoísmo es mundano, ciega el entusiasmo

de crecerse en la certeza de ser para los demás

como para sí; impide crearse, creerse y recrearse

en el amor, que es lo que nos hace despojarnos

de nuestras miserias y vernos más allá del yo.

II.- LA AÑORANZA DE DIOS

No me gustan esas gentes que se rinden culto

a sí mismas, creyéndose que todo comienza

y termina con ellos, prefiero dejarme asistir

por esos caminantes envueltos en la sencillez

de ser nada, siéndolo todo ante el indefenso.

Es tan auténtica la añoranza de los magos,

la nostalgia que sintieron estando de viaje

fue tan verídica, lo hicieron con tanta pasión,

al postrarse ante el ignorado Niño de Belén,

que la gloria celeste les abrazo para siempre.

Esa melancolía también fue la que empujó

al hijo pródigo a salir de su mísera actitud,

de ponerse en acción, huyendo de sí mismo,

con gran mansedumbre y preso en el dolor,

pues la espera como la esperanza nos revive.

Hemos de darle palabra a este deseo íntimo,

de alcanzar la certeza del verso y ser poesía.

Lo trascendente es conocerse y reconocerse,

actuar como levadura, proceder como poetas:

tomando vivencias, dejando pensamientos.

Víctor CORCOBA HERRERO corcoba@telefonica.net