Compartiendo diálogos conmigo mismo; Ante el umbral del nuevo año.
(Un mundo de intereses, es un mundo fragmentado.
Ante esta realidad,
todos podemos ser costureros de buenos deseos
e hilvanar destellos de paz)
Me pesa la soledad de este mundo visible,
que no acierta a encontrarse consigo mismo,
ni a reencontrarse con la propia diversidad,
de seres vivientes que le guardan y conducen.
El autoconocimiento va a la par, es confluente
al conocimiento del mundo, al discernimiento.
Uno ha de velar por sí mismo y por los demás,
ha de saber caminar, pero aún mejor orientarse.
Vuelva a nosotros esa compañía, esa unidad
y esa paz que conlleva sentirse familia,
crecer en armonía, progresar en concordia,
que un nuevo tiempo se acerca, el despertar.
Siempre es saludable recomenzar a vivir,
revivirse y dejar atrás angustias pasadas,
renacerse quitando cadenas y dando amor
a tanto viandante necesitado de aliento.
No son fáciles los tiempos vividos, pensamos
que lo tenemos todo, que lo intuimos de punta
a punta, y en realidad, nada es nuestro y nadie
sabe nada, este vacío nos vacía y nos envicia.
Será bueno transformarnos, tomar nuevos
impulsos, más de la poesía que del poder,
más de la pobreza que de la opulencia,
pues somos hijos de la eternidad y del verbo.
Tenga misericordia el Creador de nosotros,
ilumine y fortalezca nuestros corazones,
avive este desierto de moradas del tiempo,
y hágase la Luz como se hizo Dios en María.
Víctor Corcoba Herrero