Arena suelta: Un pueblo sólo puede consentir un buen gobierno.

Por: Tayde González Arias. Frente a la situación en la que vivimos en el país en donde nos han tomado por sorpresa movimientos telúricos de intensidad considerable, se exige de las autoridades la voluntad de servir, el buen corazón y el cuidado para que, que la aportación de los ciudadanos para aminorar el dolor de las victimas llegue directamente a quienes lo necesitan. Desafortunadamente las malas prácticas de los políticos en las que desvían recursos y no entregan los enseres a quienes deben, ha afectado tanto en la ciudadanía al grado de no querer dar, o entregar nada a la autoridad.

Ciertamente las generalidades no son buenas al saber que hay políticos que trabajan por la gente y en servicio de sus gobernados, sin embargo cuando los controles de calidad no sólo no se cumplen, cuando no hay conciencia de servicio y lo que abunda es la ambición por hacerse de dinero de manera tramposa, atravez del soborno por ejemplo, no solamente el desacuerdo y la credibilidad en las autoridades decae sino que el rencor por la cúpula en el poder se desborda.

Nunca es tarde para cuando la flor crece y el buen fruto madura, también cada uno y cada una abramos los ojos y esto no es necesariamente lo referente al parpado cerrado y abierto, si no es más bien cuestión de conciencia y de observación, pues no debe suceder que la gente nos enteremos, nos creamos ideas y hasta juzguemos a quienes son el gobierno o parte del mismo por publicaciones en redes sociales, porque alguien lo dijo o porque una turba ha hecho muchos comentarios negativos o positivos, antes hay que acercarnos y conocer a la gente, debemos ver el actuar y forma de ser de manera personal de cada una o uno y entonces sí, cada cual llegar a una idea cierta, calificada y aprobada.

Si México esta azotado, hoy como hace 32 años, en igual día, en la misma fecha, entonces es momento de atestiguar conociendo los archivos históricos de cómo contesto la autoridad en aquel momento y de que manera está respondiendo ahora, de ello depende creer en lo sensible al dolor de las autoridades competentes. Teniendo en cuenta que nuestro país se encuentra en una zona sísmica activa, deben existir en cada pueblo de México protocolos de atención, prevención y asistencia en estos casos y han de existir por lo tanto sitios específicos para la protección de los civiles. En realidad el trabajo de los gobiernos es cuidar de sus gobernados, es proteger la vida de las personas.

“Los topos”, los bomberos y la cruz roja, son instituciones que además de muchas veces trabajar sin ningún salario, timen la voluntad suprema de salvar vidas, incluso entregando la suya, lo mismo que han hecho hombres y mujeres que no conocemos y han estado y estarán en el anonimato pero que también levantan rocas, comen polvo y respiran humo, por salvar a sus demás hermanos una vez que se encuentran en medio de la tragedia. Ojalá seamos más los que querramos unirnos para salvar vidas, deseo sea el momento en el que los gobiernos de todo el país se coordinen y no se caiga en el egoísmo de no hacerlo porque en su localidad aún no les a azotada ningún mal tiempo o les ha tocado el enojo de la naturaleza.

Si bien el tema no debe politizarse en el sentido de ayudar y de que se entregue la ayuda, lo cierto es que como la máxima en la boda en que se menciona que en la salud y en la adversidad se debe estar con la pareja, así los gobiernos en las buenas en las que ganaron la elección, como en las malas que es cuando no hay trabajo, ni sustento o se pierde la vida, han de estar con su pueblo, pues están casados en un pacto en que como buenos gobernantes dan servicio a los enfermos, exigen la búsqueda de todas y cada una de las víctimas y no sólo hacen la declaración o van a la escena del desastre para la foto, sino que se quedan ahí hasta ver mejoras.