Arena suelta. Por: Tayde González Arias:  “Quién pompo”

 

En el auge político que vive nuestro país, alta es la responsabilidad de los votantes para saber elegir en sensatez y no por enojo, para decidir por la mayoría y no de forma egoísta sólo haciendo valer particularidades, y aunque estamos en la libertar de hacerlo como queramos, lo cierto es que las exigencias sociales o de la comunidad deben ser las mayores a las de uno solo.

No hay bien superior por el que pudieran luchar los hombres y las mujeres que habitamos la República como lo es la libertad, sin embargo se ha excedido, o bien se ha hecho mal uso de la misma, pues no es desconocido como cobijados en la sabana de las libertades se ha mentido o calumniado desde numerosos medios de comunicación, por los políticos y gobernantes.

La revisión de quien miente o de la falta de claridad no es algo que requiera tanta ciencia para ser notorio, pues es simple ver el numero de anuncios que cada uno de los postulados a algún cargo de elección tiene a lo largo y ancho de las vías públicas y vialidades principales, las lonas, los espectaculares o los anuncios en radio y televisión, que aunque ciertamente son auditados por las autoridades electorales, sigue siendo extraño lo inequitativo del reparto del dinero para estos fines entre los partidos.

Vivir en un país en donde se le otorga más dinero a un partido que tiene mayor tiempo de fundado o al que logra superior votación en la contienda anterior inmediata es un tema que debe tratarse pronto, porque si alguien quiere dar comienzo a un proyecto político además de reunir afiliados, se deben pagar oficinas, personal de operación y al llegar a las campañas los cuatro pesos que pudieran quedar se irán como el agua. No es suficiente con abrir la puerta a candidatos independientes o nuevos partidos, hace falta que la balanza sea más pareja y las cifras monetarias no sean tan diferenciadas, por lo que incluir en el debate la temática cuando menos en la próxima legislatura, podría abonar a que el racero sea  parejo.

De los millones que se otorgan o se destinan a los partidos para sus campañas, además de exigir su comprobación de gasto, debería de verificarse. Como lo llevan acabo los organismos civiles a través de la cartera de honor y justicia, es decir se debe contar con un área de supervisión de lo que entra y sale de las bodegas de los candidatos, pues no es lo mismo un arranque de campaña con el grupo musical de moda que con un  simple equipo de sonido.

Partiendo de la idea de que son muchos candidatos y que para el proceso, el Instituto Nacional Electoral y los institutos electorales estatales también contratan un grueso importante de trabajadores, debería de incorporarse un área de supervisión que garantice que a la hora de justificar mil playeras, se sepa a través de la verificación que en efecto son esa cantidad, lo mismo que las lonas y otros materiales de publicidad o de fines propagandísticos. Lo que pasa con la radio y la televisión que son más controladas en los tiempos para cada partido, candidatos e instituciones electorales, debe aplicar a todo lo que tenga que ver con las campañas electorales, eso con el fin de que no tengamos ciudadanos que lleguen a la casilla sin conocer quienes son las personas que llevan los nombres que aparecen en las boletas.

Hay un tema que llama la atención, que parece motivo de presunción en los candidatos y además de los vehículos en los que se transportan, son también sus casas de campaña, sus bunkers, desde donde diseñan la estrategia que van a poner en marcha en el campo o área poblacional, las colonias, delegaciones o comunidades. Afuera de los recintos sede de los candidatos por supuesto se colocan grandes, mantas, pintas o lonas para anunciar que es ese el sitio desde donde se cocinan las estrategias que otorgaran el triunfo deseado, y entre mayor espacio tengan para oficinas, personas y hasta estacionamiento es mejor, sin embargo se habría que considerar que existiera una regla para que estos lugares sean sencillos y no ostentosos, operables y no lujosos, pues pareciera que se tratara de una falta de respeto estar gastando dinero público, operar desde lo burgués mas opulento para la desfavorecida clase social que apenas tiene con qué vivir y de la que se pretende seguir viviendo.

Más, menos “la dama de hierro”,  Margaret Thatcher, decía a sus ciudadanos ”no se dejen engañar de los que dicen que darán en cuantía en bienes y servicios, pues no se puede dar más de lo que se recibe, la única riqueza que tiene la nación es la que con su trabajo e impuestos entregan los ciudadanos”, por lo que con este pensamiento traído de la historia a la actualidad además de invitar a no dejarnos “chamaquear”, también de algún modo nos recuerda que la casa grande o chica se paga del dinero de la gente, y propia o rentada, entre más grande es una casa, mayores son los gastos y los recibos a saldar por su uso, de eso modo habremos de hacer un sólo ejercicio para identificar a los que sin ser presidentes, diputados o senadores ya se sienten en palacios ofendiendo al grueso poblacional que apenas vive con lo mínimo indispensable.