Arena suelta: La reconciliación es dulce.

Por: Tayde González Arias. La vida pretende de nosotros la felicidad por vez primera al permitirnos sentir y apreciar el clima, la sensación del agrado por los alimentos y los sabores de la diversidad gastronómica, alguna veces nos complicamos hasta el cansancio por temas de poco interés, vivimos enojados por la crisis como si fuera un tema que nosotros pudiéramos resolver, o por lo costoso de los servicios como si el ponernos de mal carácter bajara el costo, lo que además de no ser posible termina acabando con un buen juicio, con un rostro amable o con la paciencia misma.

Debemos de ser lo más objetivo posible en estos temas, que, si bien podemos mostrar nuestro desacuerdo por los medios correspondientes a los malos servicios, importante es vivir reconciliados con nosotros mismos, y que dicho estado nos permita vivir internamente satisfechos, contentos de lo que somos y lo que tenemos como capacidad para entregar.

La reconciliación es básica cuando hemos tenido desavenencias, cuando se acabó el buen ánimo y el coraje termino venciendo.
El concilio en el mundo ha dado felicidad comprobada, por el contrario, el pleito, la pelea, el golpeteo permanente nunca podría estar presente en un alma sana. Por mucho que se pretenda decir que no nos importa vivir molestos o in tolerar la sola presencia de una persona la realidad es que esta condición es una piedra que impide el acceso a la buena vida.

Atienda inmediatamente esta enfermedad del rencor, evite que el orgullo pueda cegar la razón, y que la emoción de un momento pueda mangonear el resto de su vida con respecto de alguien más. Personalmente estoy en desacuerdo con aquellos que dicen que alguien más les hiso enojar o que depende su felicidad de otra u otro, pero respetando este punto imagine de qué tipo de corazón viene el olvidar lo malo, el sostener el buen ambiente, el que a pesar de haber sido víctima o victimario decide seguir sonriendo al otro amablemente y se atreve a brindar amor sin barrera alguna.

El mundo tiene suficiente violencia y es en gran medida por vivir peleados unos con otros, por no aceptar los variado de las creencias, por no respetar la diversidad y por lo necio de creer que somos poseedores de la verdad absoluta, o que nuestra forma de pensar es la única y la mejor. En cualquiera que sea el caso de intolerancia a lo que olemos y nos gusta, y no creemos que a alguien le pueda gustar, en lo que abonamos es a la indiferencia por lo que es importante y mejor dar a la paz, y reconciliarnos es primer paso y tal vez el fundamental.

No viva por ningún motivo peleado, con sus familias que es sangre de su sangre, no espere estar postrado en una cama convaleciente, mucho menos a dejar este mundo para poder abrir nuevamente su mano al saluda fraterno, sus ojos a la
mirada diáfana y su corazón al mejor sentimiento y forma de vivir con los demás, deseando fortuna para su prójimo, pensando en el bien para los demás que de igual manera a usted regresara.

Colóquese cada día en de sus amaneceres en un espejo y acepte lo que le ha tocado vivir, enfrente lo que no le agrada y forme rutas que permitan mejorar constantemente su estado y carácter, perdone sus fallas y las de los demás, disculpe a los otros quienes no sabían que le hacían daño lo mismo que a quienes consientes lo hicieron, haga lo suyo ellos tendrán que pagar el precio de sus fallas en el momento que el destino, la circunstancia y el tiempo lo decidan. De muchas cosas y temas que hay por definir en el mundo, hay una que le toca usted, y con la cual también aporta a un universo mejor; se trata de ser buen hijo, buen ciudadano, buen hombre y buena mujer con eso y la suma de más personas a la causa el concilio mundial llegará.