Arena suelta: En política, ni perdón ni olvido.

Por: Tayde González Arias. El momento electoral a comenzado a tomar forma respecto de los atinos y desacierto de cada uno de los posibles actores políticos, se han mostrado el momento una vana experiencia y declaraciones a todas luces alejadas de una ideología firme de izquierda, de derecha e incluso del centro, pues no se puede permanecer cómodamente en el tono gris. Las experiencia por otro lado, de quienes tienen años en campaña han detonado desgaste a la hora de querer seguir siendo primeros en los reflectores, y para tal fin, parecieran usar la ocurrencia para lograr seguir estando vigentes.

El poder desgasta y una vez que se ha estado a cargo del gobierno, es como comenzar de cero para que se vuelva a creer en un proyecto que pudo convencer y que pasados los años no dieron resultado a los anhelos que se sembraron y que hicieron ganar la pasada inmediata elección, estas experiencias deberían generar una alta responsabilidad y hacer que los servidores públicos dedicasen mas que el tiempo completo al servicio de la ciudanía, darse la oportunidad de caminar continuamente por las calles, escuchar las necesidades y no solo delegar funciones y tareas en colaboradores que no dan respuesta de fondo, ni forma a los requerimientos sociales.

Si bien podemos escuchar a todas las propuestas y sumarnos a alguna de ellas o permanecer como espectadores para tomar en su momento lo que consideremos la mejor elección, muy cierto es que la congruencia define el carácter del candidato, precandidato y en su momento gobernante electo, de tal suerte que aquellos que al visitarnos prometan reducción de impuestos o beneficios en la canasta básica pero en su historial no hay evidencia de haber promovido alguna política para que eso sucediera, bien como ciudadano, funcionario o empresario, ¿Por qué lo tendría que hacer ahora?

Encontrar la aguja en el pajar es una tarea imposible, como entre toda una manada identificar al líder, de modo que posiblemente no será fácil encontrar lo perdido o identificar a quien seguir, pero como en las mas complicadas tareas lo difícil tiene buenas recompensa, por eso el gobierno que merecemos tendrá que ser el que las mayorías consideren bajo una minuciosa búsqueda y con lupa ostente las cualidades físicas e intelectuales que permitan la prosperidad y el progreso que por años se nos ha negado como mexicanos.

En estos días hemos atestiguado de algunos de los precandidatos que se les han colgado culpas por el elevado costo de la vida en el país, algo que se esperaba fuera desmentido y que al margen de esa declaración los ciudadanos informados podemos corroborar esos dichos y en su momento sumar o quitar al referido. También hemos escuchado el anuncio ya repetido de la integración de un gabinete posible con integrantes que ya han sido parte del gobierno y que con esas trayectorias se facilita pronosticar lo que es posible que hagan y lo que jamás podrán realizar.

Otra cosa que nos debe preocupar son las declaraciones y conceptos que cada uno de los contendientes vierten en sus discursos, que no deben estar separados de la realidad, y siempre en el marco de la ley, pues si los documentos legales hablan de castigos y penas a infractores, delincuentes o abusivos, a eso nos hemos de ceñir y no al perdón o la amnistía, salvo la reparación del daño, que en su caso el buen proceso jurídico y los tribunales especializados determinen, no la decisión unilateral el mero estilo faraónico (hasta ahí se les consideraba a los dioses), como hace unos días uno de los inmiscuidos ofertó realizar y que a pesar de haber sido aclarado, se le olvida que las palabras, como las flechas una vez lanzadas no pueden volver.

Las opciones en las que nos equivocamos y elegimos mal, o más o menos se han terminado, el clamor ya no por ser ricos, sino por tener que llevar a la boca es una realidad, como lo es la desigualdad, el hambre que se pensaba solo vivía en la sierra o la montaña ha llegado a la ciudad, más pequeña y también a las mas grandes. Las condiciones exigen madurez en todos tanto los que serán electos como los que elegiremos, mientras la sed no se calme, con verdad, honestidad y trabajo, no habrá palabras que dejen de cansar ni credibilidad que las vista.