Arena suelta: El respeto al trabajo ajeno es la paz.
Por: Tayde González Arias. Muchas son las labores diarias en las que debemos mostrar maestría, cautela y profesionalismo, especial interés merecen aquellas por las que se recibe un pago, pues ello debe garantizar el logro de metas y la satisfacción del cliente, el patrón y la propia. Hacer bien las cosas garantiza permanencia, promoción o cuando menos la buena fama de eficiente y buen trabajador.
En la actualidad enfrentamos muchos problemas sociales y algunos corresponden directamente a la conducta que tienen niños y jóvenes, pues aunque los adultos también tenemos nuestros propios bemoles lo cierto es que a los primeros, no les agrada recibir órdenes o hacer de subordinados, las cualidades de la educación en las que se habla de conciencia para comprender que todos somos iguales, pareciera tener una inclinación a lo que sucedió con la libertad, es decir, que se abusa de la aplicación en la práctica y entonces se ha dejado de hablar de usted y se ha comenzado a tutear a diestra y siniestra, lo que debe llevarnos a recordar que anteponer ese usted, a más de ser por respeto al otro es por la valía propia de quien habla, de quien uno mismo es.
Ahora todos queremos ser los jefes y prácticamente todos mandar, no nos agrada la idea de recibir órdenes y aunque en la escuela por años se ha educado más para ser mandados que para mandar, lo cierto es que es necesario saber de jerarquías, de disciplina y del respeto a la autoridad, ello implica una conducta no sumisa, pero si de atender las solicitudes que se nos realicen para ejecutar plenamente las labores.
No extralimitarse en lo que nos corresponde hacer, es de suma importancia en un trabajo pues por más confianza que tengamos con nuestra jefe inmediato, se podría perder al querer ostentar una tarea o una decisión que no nos corresponda, dicho sea de paso, no podemos tomarnos el pie cuando nos han dado la mano, y cuando alguien confía en nosotros lo menos que debemos hacer es corresponder.
Saber lo que te toca hacer en cada área de trabajo es primordial para ser buen empleado y empleador, cuando le dices a quienes tienes a tu cargo que debe hacer cada uno y delegas responsabilidades, son características de buen liderazgo, cuando aportas tus opiniones tienes iniciativa y te esmeras para que todo salga bien, eres un buen colaborador. Cada empleo bien habido tiene un alto grado de importancia, lo que haces por sencillo que parezca pocos lo podrían hacer de esa manera, la importancia y el valor de tu talento lo otorgas tú mismo y después los demás.
No debemos exceder atribuciones y es nuestro deber ajustarnos en todo momento a la norma, si como subdirector has de encargarte de ejecutar el plan del director, hazlo, y si tienes alguna idea para que las tareas salgan mejor o en óptimo resultado hazlo saber, acuérdate del vejo dicho que dice sabiamente que “el que no habla Dios no lo oye”, sin embargo debes de buscar el momento adecuado y preciso para hacerlo saber.
En este mundo hemos de hacer de padres y madres, de hermanos, sobrinos o tíos pero también de psicólogos para saber el momento preciso en el que preguntar u emitir juicios, sugerencias o dudas, esta acción nos acerca a la sabiduría y la paz de no dejarte nada guardado, o de economistas para mantener a flote los gastos familiares de igual manera que un perfecto e ideal administrador, pero ante todo nunca olvidar ser humano cauteloso y libre de prejuicio para tantear el camino de lo medido que nos hará productivos y alejados de la preocupación de ser amonestados o hasta despedidos por no saber atender indicaciones, respetar jerarquías y sobre todo educar de mejor carácter.
Hace poco supe de una directora que se encontraba realizando tramites apegados a formalidad para obtener un recurso, para ello investigó las áreas, los nombres de los titulares y giró oficios correspondientes, de dicha gestión sabía el subdirector y queriendo agilizar la tramitología, llamo a sus conocidos, pidio favores sin consultar a su jefa inmediata y logró obtener el beneficio, mientras la gestión oficial llevaba una marcha más lenta, el final fue que la directora agradeció la intervención de su subordinado, sin embargo le comento todo el proceso que tuvo que hacer y el tiempo y dinero que estaba invirtiendo, pidiéndole que la próxima ocasión tuviera la gentileza de comentarle lo que desde su alcance podía hacer, ahorrando con ello muchos recursos. La actitud que se puede tomar en estas circunstancias es de agresividad y descontento inmediato, sin embargo lo correcto ha debido ser comunicar y tras el ofrecimiento de hacerlo por otra forma esperar la aprobación del jefe discutiendo los aciertos y desaciertos.
Mucho se puede lograr si se hacen bien las cosas y si respetamos las funciones que cada uno tenemos en la vida, la sociedad y el trabajo, evitemos disgustos enojos y el desgaste de tiempo que en lugar de acercarnos con los demás nos limita y nos aleja de la buena vida.