Arena suelta: De la patada

Por: Tayde González Arias. Entre los juegos que practicamos los mexicanos hay uno que despierta la pasión de las mayorías, se trata del futbol o balompié por su traducción del inglés, esta práctica a nivel mundial es bien redituable pues el organismo internacional regulador del deporte en cuestión, recibe jugosas retribuciones en sus cargos y ejercen un poder casi papal en todos los continentes y países, nada se puede hacer fuera de lo que dicta la Federación Internacional de Fútbol Asociación, por sus siglas FIFA, que a pesar de tener su sede en Suiza, las reglas de operación son elaboradas allá, pero acatadas en todo el mundo.

Sin duda la práctica del deporte garantiza mejor salud, y a los jugadores más famosos riqueza, pues es sabido que además de lo bien pagado que puede ser quienes son parte de un equipo y titulares de los grandes clubs, las cifras de los salarios alcanza varios ceros, lo que se incrementa con contratos de publicidad e imagen que siguen sumando a la fortuna de quienes por suerte se encuentran en estas condiciones.

Del futbol también podemos hablar considerando la literatura, pues se ha escrito desde Shakespeare en Inglaterra hace algunos ayeres, hasta Eduardo Galeano en América y tiempos más recientes, con el libro “El futbol a sol y sombra”, mismos que hacen descripciones de la pasión que se vive, como jugador y como aficionado, incluso este último en una conducta de atrevimiento dice que “se puede cambiar de religión o mujer, pero no de equipo” y siendo aun más avanzado compara un gol con el orgasmo. Demuestran todos estos escritores, primero, que se puede escribir de cualquier tema sin ser necesariamente el mejor en la cancha y que la literatura por supuesto rescata de todo lo que hay en nuestro alrededor, lo mejor.

Para el cine, el futbol ha sido más que exitoso, comenzando por las transmisiones que se han realizado en grandes salas de las más famosas empresas que atienden a los cinéfilos y en ese ejercicio a los futboleros, dichos negocios dedicados a las proyecciones fílmicas se regocijan en la voluntad social llevando a cabo funciones gratuitas y masivas para ver a los equipos que son de mayor “arrastre” o que reúnen el número más grande de aficionados, para verles ganar (aunque también desde luego perder). En el mismo cine incluso hemos visto series (que están tan de moda) en cuyo tema principal encontramos el deporte de los “tacos”, jugando con la comedia y la política, actores de renombre además de fama han recibido jugosas ganancias por su participación en estas producciones, pues este deporte, ya sea viéndose como rudo o como cursi, siempre ha sido bien aprovechado.

Los mitos y las leyendas alrededor del futbol, no son cosa desconocida y aun así los fanáticos lo siguen siendo, las empresas patrocinando y los atletas cobrando, las escuelas de casi todos los niveles crean sus torneos, lo mismo que la iniciativa privada y pública, pues lo que ha funcionado en estos lugares es aprovechar el juego tan popular para lograr la integración, la convivencia y el trabajo en equipo, y aunque no siempre se logra, no hay peor juego que el que no se desarrolla ni esperanza perdida mientras se viva.

No hace mucho se realizó una investigación por órganos jurisdiccionales en materia penal por faltas administrativas debido a malos manejos de los recursos de la instancia internacional encargada del deporte, con acusaciones y acusados, con penas y penados, una vez que se ha demostrado la no transparencia y el desvío de los dineros que no siguieron la ruta clara y se prestó a turbias negociaciones, estas prácticas desacreditan sin duda al juego, a los jugadores, árbitros y administradores de lo que al final son los ingresos que se tienen en la taquilla cuando uno asiste a un estadio, es un golpe a la publicidad de las figuras que las marcas más conocidas hacen su anunciante o estrella, el juego limpio es la receta que debe aplicarse y seguirse, limpiar los sorteos (Ahora el próximo mundial contra Alemania, Corea del Sur y Suecia) y que cada quien desarrolle su mejor estrategia con quien le corresponda en lo justo, dejar de ver a los jugadores como mercancía y considerar la humanidad de cada uno, evitara desde hombres que han fallecido fulminantemente en los partidos , hasta el disfrute frente al televisor de los aficionados futboleros.

La invitación es también a que vivamos la pasión que genera el futbol, sin llegar a los excesos, no se trata de vivir controlando la emoción sino lo contrario hay que dejarla salir, pero no es adecuado transgredir al perdedor, o a quien nos empato, ni en la felicidad del triunfo asistir a monumentos o sitios de uso común o con historia guardada a querer tirar aquello que antes debiéramos sacarle brillo para recordar que a quienes seguimos son de aquí y representan lo que tenemos, si festejamos lo debemos hacer desbordados de respeto, y si nos es posible hemos de ser seguidores del juego, los jugadores y el equipo recordando justamente eso, que lo que hacen once individuos en la cancha es un juego que hoy podría ganarse y mañana perder, pero que como toda cosa sana en la que también hay otras personas se exigen el respeto y la debida actuación.