Adios al Albergue Shalom de Zitácuaro

Adios al Albergue Shalom de Zitácuaro

Arena suelta
Por Tayde González Arias

Cuando las instituciones creadas para cumplir funciones como la asistencia social no toman en serio su trabajo o son ajenas a las necesidades y el sentir social, la sociedad organizada, suele tomar iniciativas para atender lo que otros no hacen.

Si bien es cierto que las necesidades son bastantes y en muchas ocasiones los recursos son insuficientes, se debe ser creativo y lo suficientemente capaz para gestionar, de tal suerte que el desprotegido sea atendido y el minusválido apoyado.

Las instituciones sociales o asociaciones, deben ser resguardadas y apoyadas por los gobiernos y por la ley, sobre todo cuando probadamente realizan una labor que, en razón de buena voluntad o humanidad personal o grupal, sostienen acciones en beneficio de sectores sociales vulnerables, como fue el caso por muchos años del Albergue “Shalom” ubicado en Zitácuaro Michoacán.

El Albergue “Shalom”, ubicado en la carretera federal, Toluca- Zitácuaro dentro del Municipio de Zitácuaro, recibió por casi 39 años, a personas con problemas mentales, y funcionó gracias a la buena voluntad de un grupo de personas encabezadas por el Presbítero Ángel Espino García, sin embargo a su muerte, los esfuerzos no fueron suficientes para que por motivos que hasta este momento se desconocen las autoridades encargadas de los terrenos en donde se encontraban decidieron pedir la entrega del edificio una vez que el acuerdo para permanecer ahí era con el presbítero y en su ausencia pidieron que se desalojara, dejando con preocupación a las personas que habían seguido a cargo del espacio, misma que fueron colaboradoras del párroco y que según sus esfuerzos han estado viendo la manera de no dejar desprotegidos a quienes ahí se encontraban albergados.

El espacio recibió por los casi 40 años de existencia a personas que les enviaban de instancias municipales como el Desarrollo Integral de la Familia DIF, de Zitácuaro y sus alrededores y llegó a tener hasta 16 personas que eran atendidas según las posibilidades, ofreciéndoles un techo o lugar donde dormir, comida y atención médica, en embargo a partir del 17 de enero del presente año dejo de tener abiertas sus puertas, al entregar el inmueble a las autoridades que les solicitaron dicha entrega del espacio.

Esperemos que pronto vuelva a existir un espacio, para que las personas en situación de calle de abandono o con cualquier problema que le haga ser parte de la población vulnerable, se sientan protegidas o tengan una vida digna.

Las mujeres y los hombres somos también las obras que dejemos en éste mundo, por eso la obra del “Padre Ángel”, como era conocido entre la población del oriente de Michoacán debe seguir, pues además de ser necesaria en la vida, es muestra de la humanidad y amor al prójimo.

Debe prevalecer en cada persona la empatía, pues si tenemos debemos compartir, y si alguien necesita y nosotros podemos dar, debemos de entregar como lo han hecho esas grandes mujeres y hombre que hicieron que la vida en éste mundo fuera mejor. Ojalá pronto volvamos a tener a otra madre Teresa de Calcuta, a otro Gandhi, o a otro “Padre Ángel”, que, al margen de los errores propios de la humanidad, pusieron su granito de arena para que los que sufrían lo hicieran lo menos posible, y para que el papel del hombre sobre la tierra fuera la de sentirse responsables de los problemas, aportando a una solución, pero sobre todo para recordarnos que cada hombre o mujer sobre la tierra tenemos una responsabilidad con los demás, y eso es ayudar al necesitado.