Arena suelta : Creada de una costilla para ser iguales
No de la cabeza para ser superiores
Ni de los pies para ser menos.
Por: Tayde González Arias. Ellos se amaban desde que se vieron a los ojos, entre los dos se encontraban los tíos y los primos, los abuelos y los sobrinos que habían acudido al baile que con motivo del aniversario del pueblo el gobierno había organizado, los altavoces dejaban escuchar una bonita melodía que entre ritmo lento y rápido que ambos la hacían una muy especial balada. Ella no podía separarse de su familia para intentar iniciar la conversación y aunque el como todos los varones con los deseos de la mujer perfecta, sin temor alguno solo le detenía el respeto que la familia de la bella doncella tenia, producto de lo acomodado y el buen apellido que guardaban.
No paso mucho tiempo para encontrar los espacio perfectos de escape, no antes de solo haberse visto de lejos y enviado guiños y besos, siendo las seis de la tarde de cada martes y miércoles cuando ella bajaba por agua al pozo se encontraban a mitad del camino y solo podía cruzar palabra antes de que apareciera el hermano a supervisar que la hermana se encuentre segura sola.
El tiempo paso, corrió mucho tiempo pudieron contra las atadura familiares y después de mil tardes de 3 minutos, millones de entregas tras los ojos, caricias sin dedos y palabras enviadas en trozos de papel con mensajes breves, decidieron unirse por más que siempre huyendo para consumar el amor guardado para entregarse y las ansias locas de tocarse para entregarse el afecto inigualable por las ganas de sentirse.
La historia continuaría hasta lograr el anunciado final feliz, si a la llegada del ansiado primer hijo no hubiera sido niño sino niña, si no se culpara de la decisión de la genética a la madre, si no se hubiera excedido de copas las primeras ocasiones del festejo para que ya viniera el “hijo de tigre pintito”, y al llegar a la casa intentara con golpes cambiar el sexo de las primeras seis hijas. Esta descripción de hechos o acontecimientos es solo ejemplo de una las de las realidades que se siguen enfrentando las mujeres rurales en muchas ocasiones y que pasadas las fechas importantes para su respeto estricto y salvaguardar su integridad como lo son el día de la mujer, de la mujer indígena y del campo e incluso la fecha importante de
eliminación de la violencia contra la mujer, la tortura física y mental están presentes en sus cuerpos y en su temor por vivir.
Temas como la seguridad y la autonomía son también dos asuntos a tratar cuando a la mujer no se le acaba de educar para el auto respeto, el amor propio, no es suficiente con que una mujer se sepa respetada hace falta que la ley se aplique y se den penas justas y merecidas a quienes atentan contra su vida o su ser, basta de más crímenes contra las mujeres de México, si las mortificaciones de los hijos cuando no podían hablar y solo lloraban dando a entender lo que debían hacer sus madres no son suficientes y ya de jóvenes abonar para que con escuela tengan una vida mejor no tiene valor entonces que hijos ha parido México para amar a los seres que dan vida.
He visto mujeres descalzas bajando la leña del cerro, pidiendo una moneda en las calles y a la misma señora desde hace toda mi vida bajar de la montaña para mendigar comida, y ella no ha sido beneficiada con un aguinaldo jugoso, con techo para vivir o ropa nueva, lo veo en su semblante lo noto en su atuendo y también en la tristeza que sus ojos cada que me ve y me vuelve a extender su mano aunque por su lugar he pasado tres veces.
En su momento la lucha por que las mujeres tuvieran voz y voto fue ejemplar, en este momento hace falta solidaridad entre el género femenino y respeto de los hombre por nuestras mujeres, pero no escrito en discursos ni en programas para poner en etiquetas un no violencia contra las mujeres, lo que se necesita es amar a las damas de aquí y las de allá, procurar la educación para ver a la compañera como la costilla que están al lado para ser iguales, no en la cabeza para ser superior pero jamás en los pies para ser menos.