UNA MIRADA AL UNIVERSO Y A SU AUTOR (VI)

UNA MIRADA AL UNIVERSO Y A SU AUTOR (VI)

Contemplando la Creación

P. Ángel Espino García

1.- Había una señora llamada Catalina, la cual llamó a sus hijos y les dijo: muchachos, llegaron las lluvias, gracias a Dios. Yo creo que ya hay hongos en el campo. Lleven una bolsa y busquen algo sea en el llano o entre los árboles para ver qué nos socorre Dios. Sí, mamá, iremos con gusto pues los hongos nos gustan mucho. Ellos fueron y entre los árboles descubrieron bastantes de diferentes colores. Escogieron y cortaron los mejores. En un rato regresaron a casa y gritaron: mamá, mira lo que trajimos. Son hermosos los hongos. Eran de varios tamaños y colores. Hemos traído los más grandes y brillantes. La madre vio los hongos y se desanimó. Dijo: ¡Qué torpes son ustedes, hijos míos! Esos hongos no sirven. Son brillantes y grandes, pero venenosos. A primera vista son bonitos, pero quien los coma, se va a morir. Los mejores son los de llano, los clavitos, los tecomates, los azules y las orejas. Son más pequeños y menos brillantes, pero comestibles.

2.- ASÍ EN LA VIDA.- Lo mismo sucede con las cosas de este mundo. Hay virtudes modestas, como la paciencia, la honestidad y la responsabilidad. Parecen cosas escondidas, no brillan, ni son la admiración de los necios, pero son virtudes queridas por Dios y valoradas por la gente prudente.

3.- EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN.- La Biblia abre sus páginas con esta frase: “Dios creó el cielo y la tierra” y añade en Éxodo 3, 17: “Una tierra que mana leche y miel”. Es un planeta exuberante de belleza y de vitalidad, pero el hombre se comporta como un ser egoísta y destructor. La Biblia cierra sus páginas con el Apocalipsis, donde habla de un establecimiento de “Los cielos nuevos y la tierra nueva”.

4.- LOS ECLIPSES.- En la antigüedad, la gente pensaba que eran presagios de grandes males, pues sin luz, se suponía que vendría un castigo de la divinidad. Ahora sabemos por la ciencia que los eclipses son algo natural. Son fenómenos de la mecánica celeste, ya que los astros están en continuo movimiento y sus velocidades son diferentes. Un ejemplo claro está en las manecillas de un reloj. Pasa una sobre otra y no chocan entre sí. Dice San Pablo: “¡Qué abismo de riqueza es la sabiduría y la ciencia de Dios! Él es origen, camino y término de todo. A él la gloria por los siglos. Amén”. (Rom 11, 33-36)