Arena suelta: Del color de los ojos de México
Por: Tayde González Arias. De los órganos vitales se sirve el cuerpo en cada instante y para estar en vida, corresponde a cada persona su cuidado y procuración mediante su ejercitación para el correcto funcionamiento evitando cualquier grado de atrofia ya sea total o parcial pues ello permitirá que se viva en plenitud o en desdicha. La anatomía del ser humano es una maquina perfecta que dicho sea de paso mueve al mundo entero y permite el ir y venir en vida del globo terráqueo, cada parte es importante porque es útil para el quehacer diario, porque del mismo modo en que se deja lucir un escote sobre una buena figura, también sostienen los músculos a los pulmones que permiten la respiración, el bombeo sanguíneo y todo cuanto permite sentir, apreciar y vivir.
Para muchos referirnos a una parte del cuerpo como el corazón es sinónimo de amor, de estar o no si deja de funcionar, así se vuelve el musculo más valioso para el hombre sin embargo sabiendo del grado de importancia, algunas veces nos atrevemos a envenenarle y así como nos autodestruimos en nuestra integridad suele pasar que lo hacemos también con el alma de nuestros pueblos.
México como otros países tiene órganos que deben cuidarse y evitar hacerles daño, el corazón de nuestro país es el de las mujeres del campo, los hombres de la ciudad y los listones que cuelgan de una trenza larga con cabellos oscuros y gruesos, el de cada cultura que se aferra a la vida desde los raramuris hasta los mayas, de los purépechas y los yaquis o los coras y los tzotziles; quienes son los brazos y los dedos con los que se tienta el alma del país.
Entre los habitantes de nuestra patria, le ponemos un rostro con vivaces ojos al cuerno de la abundancia y a través de las pupilas se puede ver la alegría con la que en medio de la pobreza se vive, la esperanza que aun en la corrupción sigue respirando y la bondad que en la adversidad no claudica. La mirada de nuestra patria no es la del gobierno en turno, ni la de los tramposos que engañan, es la de la
mujer descalza que entrega ayuda a los damnificados, de quienes se colocan una nariz roja y hacen reír a los enfermos, o la del padre que cada mañana sale de su casa al trabajo para darle estudios a sus hijos.
Los ojos de nuestros país es la mezcla entre el azul del cielo, lo amielado de las frutas, el verde del bosque y el café de su tierra.
Cuidemos todos del cuerpo de México, protegiendo el medio ambiente, haciendo nuestras las buenas practicas, viéndonos y sintiéndonos como los buenos hermanos, cuya raíz profunda es inigualable en inspiración al canto de las cuatrocientas voces y el valor de convertirse de hijos en soldados para que retiemble en sus centros la tierra al sonoro rugir del cañón.