TAYDE GONZÁLEZ ARIAS. ARENA SUELTA: S U P E R A
El querer hacer o deshacer algo en la vida requiere de más que mero esfuerzo físico se necesita de la intención de querer hacerlo; a eso lo conocemos como voluntad. Y se trata de un derecho único e inalienable, de un bien superior que pertenece al sujeto pensante, al hombre y la mujer libre por decisión y por naturaleza.
La voluntad es la provocación intensa y decida por y para emprender la huida, para llegar, para accionar en la vida y esta atribución es de suma importancia para mover al mundo, para pisar el suelo y para desarrollar con profesionalismo una labor. No se puede comprender al empleado que no tenga voluntad por realizar su trabajo, que si bien es un deber y lo realiza a cambio de un salario que satisfactorio es cuando laboras y planteas opciones laborales en la vida, que gozas y disfrutas. Y que antes de pedir un incremento a la cantidad que recibes como pago, te esfuerzas y te das a la tarea de ser él o la mejor en lo que haces generando la voluntad de tu jefe de que te asciendan u obtengas los beneficios que has deseado.
Hemos escuchado por la vida continuos discursos y sermones completos sobre cómo mejorar el país, cómo ser mejores padres, mejores hijos, sobresalientes empleados, etcétera, y el resumen es que se necesita la voluntad para lograr lo antes mencionado, es decir, querer y accionar diariamente en lo positivo eligiendo y rechazando lo que abona y lo que afecta a lo mejor que se desea.
La voluntad de las autoridades para regirse conforme a la ley, queriendo hacer bien las cosas por pura conciencia de un mejor futuro. Plantearnos ser buenos hijos haciendo con desenfado la tarea primordial que nos corresponde como estudiantes, como menores que habitan en una casa en la que hay deberes y quehaceres para mantener orden en la habitación o limpieza de las áreas comunes, son ejemplos que suman a la realidad práctica de las mejoras que necesita la humanidad.
No es necesario para mejorar progresivamente la calidad de vida de cada uno de nosotros, el pago de cursos costosos o la adquisición de bienes o la dependencia de alguien más, lo que si se ocupa es tener la voluntad de querer hacerlo, es decir, con conciencia tomar la decisión y actuar en consecuencia.
No sea presa de aquellos que creen que pueden comprar voluntades a cambio de alguna dádiva por atractiva que sea, pues su voluntad no tiene precio, no hay diamante o billetes que cubran tan alto valor.
Tome sus propias decisiones considerando que vive en sociedad y que lo que decida hacer puede no solo afectar a su persona sino a los demás, por tal motivo tenga a bien guardar buenas voluntades para cuando lo llegue a necesitar, pues si
ayuda, sin temor a equivocar me le puedo asegurar que le tenderán la mano a su primer auxilio aun sin pedirlo. La voluntad para el buen actuar es más sencillo de lo que nos podemos imaginar solo hay que quererlo hacer.
Dejemos de pensar en lo que vamos a cambiar para que nos vaya mejor y pongámonos en marcha para que todo comience a suceder como siempre hemos querido vivir (bien).
Dejemos a un lado el resentimiento y las emociones que nos alejan de los demás, no permitamos que nos hunda la desesperanza y el espacio que debe ocupar el amor equivocado o el que se fue sin decir odios para que demos la bienvenida a quien nos quiera como siempre hemos querido.
Aunque pareciera que el mundo va en nuestra contra, nosotros regimos la realidad que tenemos y la podemos cambiar o continuar, es decir nosotros decidimos lo que podemos programarnos y decir si, seguimos o no, si, proseguimos o nos quedamos con lo que tenemos o decimos adiós a quien no representa nada en lo que ahora somos y tenemos.