Arena suelta: La cultura es vida.
Por: Tayde González Arias. La riqueza cultural con la que cuenta México es inigualable e invaluable al igual que muchos pueblos del mundo que tienen su historia guardada en los rostros de los indígenas, en el color de piel de los habitantes y el carácter que el calor o el frio ha formado.
Las danzas hacen gala de la cosmovisión y el sincretismo de la religiosidad y el apego con la naturaleza, por eso en mismo se hace pan bailando, que se matan demonios y se salvan santos en la representación artística y cultural de la danza tradicional o bien se asesinan venados que se colocan penachos con vistosos plumajes de las aves más bellas.
Las expresiones artísticas en el mundo cualquiera que sea el sitio son la necesidad más plena que tiene el ser humano para divertirse, para comunicarse y para tener fe, así los cantos religiosos se eleven como plegarias que salen desde el corazón con una fe inquebrantable, así mismo se escuchan composiciones que al ser escuchadas hacen llorar o reír y cambian el estado ánimo. Uno de los propósitos fundamentales de la cultura y el arte es sensibilizar por supuesto, pero es también mejorar la vida de los habitantes del mundo.
Como analogía del arte, deberíamos ser como una orquesta mundial y no para ir parejos si no para ir coordinados, es decir que cada uno llevemos nuestro instrumento y aun equivocándonos o desafinando ensayemos tanto que culminemos con la ejecución perfecta, esta orquesta mundial seria deleitada por los propios músicos, por nosotros mismos como ejecutantes. O bien podríamos también ser una gran coreografía de danza en cuya libertad cada uno hagamos movimientos que además de ejercitarnos, respetemos el espacio de cada persona para poder libremente movernos.
Así las artes y la cultura cumplen esta aspiración de un mundo mejor, en donde más allá de ir a ver a los niños al festival y ver lo gracioso que es verles bailar, o cantar, se acerca a la felicidad pues terminan las funciones con aplausos y en el escenario como en la vida actúa lo mejor que se puede para transmitir lo que con muchos ensayos y tropiezos se fue puliendo.
No es posible concebir nada son el arte o la cultura, pues cada paso que damos se convierte en historia que podría ser escrita y llevada a la pantalla como la mejor comedia y la más grande tragedia, porque vivimos creando e imaginando y porque hemos sido dotados como género humano del talento y conciencia para inventar cada minuto y con ello pasar a la historia como parte de una época en la que para facilitar el trabajo se usa la rueda, y para llorar a gusto se pone la triste canción.
Debemos invertir en arte y en cultura cada que podamos, acercarnos a talleres de la disciplina que más nos guste y recordar que son tan dúctiles las bellas artes y la cultura que en ella todo mundo cabe y nada ni nadie se excluye, por eso se habla de una cultura de la alimentación en la que el agua, las frutas y las verduras son la receta, o de la cultura de la prevención porque todo detectado a tiempo es mejor, he ahí el ejemplo fehaciente en los que no solo la palabra en si, sino el significado que ella encierra guarda valor, por lo que debemos cultivarnos en cada instante.
Un pueblo culto es un pueblo libre, un lugar en donde se hace arte es armonioso y especial. Visite museos y hasta el clima cambia se respira calma y belleza, asista a un concierto y se podrá acordar de aquel momento en que dichosamente se comprometió o llore a brazo tendido interpretando las letras que describen la desdicha del amor. Para fortuna del mundo los gobiernos acaban y comienzan y la cultura queda para siempre y se nutre del talento de los habitantes del mundo.
Este mundo ocupa urgentemente mayor inversión en óleo que en banquetas de concreto, obsequiar violes y guitarras al por mayor o cualquier otro instrumento que haga música con las manos correctas como dueño, al inicio del hombre fue la expresión y no ha dejado de serlo, vamos a formar esa gran orquesta que toque un huapango sin fin, o formemos un mural del mundo en el que todos participemos y una vez terminando, sabidos del trabajo de todos lo cuidemos de cualquier daño, ya le hemos hecho tanto daño al planeta que es justo que demos un apapacho, ya no por él si no por nosotros, pues es el único que tenemos. Atreves del arte y la cultura es posible un mundo feliz y contento y por lo tanto mejor.