Chamarra antitocamiento y app para volver segura, tecnología para las mujeres
#Puebla, Puebla. 13 de agosto de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Estudiantes de mecatrónica y robótica del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), campus Puebla, desarrollaron un prototipo de autodefensa para mujeres, a través de una prenda de vestir que integra un sistema que se activa manualmente y emite una descarga eléctrica al ser tocada por un posible agresor.
El prototipo consiste en una chamarra con un circuito cerrado por dentro del forro, el cual tiene dos electrodos que al tocarse, después de ser activada, cierran el circuito y hacen que se produzca una descarga eléctrica al contacto y solo por la parte exterior de la prenda, lo que permite unos segundos de descontrol por parte del posible agresor, que permitirían a la usuaria solicitar auxilio o correr.
Los estudiantes Anahí Parra Quiroz, de ingeniería en mecatrónica, Giwan Park, de ingeniería en sistemas digitales y robótica, Estela Gómez, de mecatrónica, y Guadalupe Martínez, de derecho, en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt aseguraron que el prototipo que realizaron no es un arma o herramienta para dañar a la gente, simplemente buscaron crear una prenda para brindar seguridad a las mujeres, pero sobre todo para poder emprender una acción inmediata en un momento de peligro.
La idea surgió en la materia de Emprendimiento, ante el reto de desarrollar una idea y después un proyecto que atendiera una necesidad en la sociedad. Fue así como buscaron un interés común y conformaron un equipo que integró conocimientos en robótica, mecatrónica y derecho, para dar sustento a su proyecto.
Anahí Parra Quiroz indicó que la idea de la chamarra surgió a partir de la realidad en que se desenvuelven, pues son frecuentes las historias de amigas o conocidas que han sido víctimas de alguna agresión. Tras investigar sobre el feminicidio y la violencia de género, surgió la idea y posteriormente se dio forma.
¿Cómo funciona la chamarra de autodefensa?
Anahí Parra Quiroz explicó que la chamarra fue una prenda que compraron para adaptarla a su sistema, colocándole un botón del lado inferior derecho, en la parte interna, el cual se activa manualmente. En su interior y dentro del forro, contiene cables que están aislados para evitar autodescargas o daños a la usuaria.
Guadalupe, Anahí y Giwan.“Nosotros compramos la chamarra, no escogimos algo en específico, solamente que se viera bien para las mujeres. También escogimos que no tuviera plástico por dentro, porque podría afectar los cables, por eso elegimos que el material fuera de algodón”.
En su interior, la chamarra tiene un pequeño led que advierte que el mecanismo de autodefensa está encendido. La estudiante reconoció que la idea es mejorar el prototipo con sensores; sin embargo, el primer modelo, creado en un promedio de tres meses, no les permitió integrar esta tecnología, que no descartan a futuro para mejorar el modelo.
Giwan Park, apasionado de la robótica, contribuyó en el diseño de la chamarra instalando un transformador que emite las descargas y la regulación de voltaje para lograr un equilibrio entre el descontrol del agresor y la reacción de la víctima, sin la necesidad de incurrir en un daño considerable a la persona que toca la prenda.
“Mi contribución fue en el diseño y creación de los circuitos, es decir, la parte de la ingeniería. Estudio robótica y la generación de este tipo de mecanismos se me da. También contribuí al diseño para hacer los cálculos del voltaje y verificar si la descarga es lo suficientemente fuerte para poder aturdir a una persona”.
Giwan Park utilizó una pila de nueve volts, con un transformador para convertir la descarga en 90 volts. Es así como el agresor al tocar a la víctima, específicamente en los brazos, siente un impacto. El estudiante aclaró que la descarga afectará al posible agresor, dependiendo de la sensibilidad que tenga, es decir, si demuestra cierta tolerancia a la descarga, entonces la usuaria de la prenda tendrá unos cinco segundos para pedir ayuda o correr, pero si el sujeto no es muy tolerante, el efecto puede durar casi un minuto, un tiempo que consideraron puede servir para que se desista del ataque o la víctima pueda escapar.