Arena suelta. Por: Tayde González Arias: “El niño hambriento y el buitre”
Abril, por mucho se le puede mencionar que es el mes del niño, pues se trata del tiempo en el que además de rememorar la fecha del 8 de mayo de 1916, cuando se instaura el 30 de abril como el Día del Niño en México, el propio objetivo del evento conmueve al más frio corazón una vez que se pretende la fraternidad y la comprensión de los niños y las niñas del mundo.
Los países en vías de desarrollo debieran ofrecer más y mejores ofertas para la niñez, sin embargo en naciones poderosas se han puesto en marcha políticas de natalidad que obligan a que los niños sean pocos, para el caso de nuestro país la situacional poblacional sigue siendo favorable por ser una nación con jóvenes y con niños y aunque el caso de las familias con un número de integrantes extenso ha cambiado y las circunstancias de la actualidad han generado familias más pequeñas y con menos hijos, se podría entender que el amor y el afecto a las niñas y niños se podría concentrar y se atendería de manera personal y especial a cada hija o hijo, lo que no ha sido necesariamente una realidad.
Los hijos de México, son tan diversos como los dedos de la mano, pero poco entendible su función su apoyo y su hermandad, la sociedad se ha sumido en el desgano por la solidaridad que solamente se deja ver en casos extremos como sismos o catástrofes, sin embargo también es fatal pensar en niñas y niños que son víctimas de la pobreza, que son abandonados, utilizados y vendidos, cosas y casos que pasan por todo el mundo. Para muestra aquella fotografía “el niño hambriento y el buitre” en donde claramente parece venir la muerte, dicho acto conmovió al mundo, pero suele pasar que se olvida, o se celebra un día y los 364 siguientes se guardan los problemas de la niñez en un baúl que no se abre.
Las instituciones internacionales encargadas de la protección de la infancia siguen siendo en sus esfuerzos insuficientes, IMPI llego y se fue, en México y los sistemas de desarrollo integral de la familia operan sin dar abasto a la necesidad que hagan vivir y estar en dignidad con las niñas y los niños del mundo, hace falta conciencia, y más manos que quieran ayudar, así como corazones buenos que hagan que con una mirada tierna se vea a todos y todas las niñas y niños del mundo, y cuando menos les roben una sonrisa que sea inspiración y alegría para un continuar feliz.
Los niños necesitan jugar y reír, vivir esa etapa maravillosa, aprender y ser dedicados, pero eso solo lo pueden obtener a través del ejemplo, no permitiendo que se inicien en los vicios, mucho menos haciéndonos los graciosos aceptando que digan malas palabras o que ofendan a otros y con ello considerar que son o muy listos o muy hombres o geniales. La educación de la casa que se complemente con la calle y no viceversa, mostrar a los infantes en el hogar, que hay aquellos que no lo tienen y que en un mundo habitado por seres humanos, se debe aceptar, apoyar y concientizar sobre la inclusión, el afecto y el amor entre unos y otros.
Que abril del 2018, no sea solo un mes más, ni que los festivales en torno al día del niño se limiten al mero show, o que las leyes para la protección de la niñas, niños y adolescentes no vivan nada más en las letras de un papel, pues ayudar a los niños es corregirlos al momento en que vemos que pelean con los demás, inculcarles las buenas maneras y modos, recibirlos en la escuela como un ser en formación y no como un sujeto al que hay que enseñar para que nos puedan pagar. Las niñas y los niños sí son felices con regalos, pero lo son más con abrazos y besos, con caricias y buenos tratos, con amor que le regresaran al mundo una vez que lleguen a ser adultos.
Aquellas y aquellos que viven victimas de regímenes en los que usan como bombas humanas a las niñas y los niños, se apiade el cielo de ustedes, pero los que tenemos la manera de ayudar con alimento, educación o vestido a algún niño o niña, es momento de hacerlo, no se puede postergar, es un asunto de relevancia tal el asistir a la niñez al grado de tener la paz en el futuro o seguir muriendo por pensar en lo material y lo inmediato, mientras ponemos atención a los dispositivos electrónicos y no en el nuevo número de zapatos, la nueva talla de pantalón o las altas y bajas notas, entre otras tantas cosas que permitirían tener hombres y mujeres amados, queridos y atendidos que regresaran al mundo en mayor cantidad algún día, haciendo de la vida placer y del mundo felicidad.