TAYDE GONZÁLEZ ARIAS. ARENA SUELTA: P E L A D O S
Hablar de Samuel Ramos Magaña, es hablar sin duda de uno de los Zitacuarenses más notables e intelectuales brillantes de nuestro país, y hacer referencia a su obra cumbre titulada “El hombre y la cultura en México”, invita a un estudio minucioso para comprender la personalidad de nuestra nación y sus ciudadanos. En el título en mención, se realiza una descripción de los varones del México posrevolucionario, haciendo una crítica de la marginación del hombre urbano pobre, como una caracterización del sujeto poderoso que domina la arena pública del Estado.
La mirada que hace Ramos del hombre de esa facción social, permite entender el machismo, en un sistema de varios planos, que abarca todos los aspectos de la nación mexicana, en la que de la psicología individual se convierte en la explicación de un sistema político.
En las letras de Ramos Magaña, resalta el concepto que hace acerca de quien a él denomina “el pelado”, diciendo que se trata de un ser que pertenece “a una fauna social de categoría ínfima y representa el desecho humano de la gran ciudad. En la jerarquía económica es menos que un proletario y en la intelectual un primitivo. La vida le ha sido hostil por todos lasos, y su actitud ante ella es un negro resentimiento. Es un ser de naturaleza explosiva cuyo trato es peligroso, porque estalla al roce más leve. Sus explosiones son verbales, y tiene como tema la afirmación de sí mismo en un lenguaje grosero y agresivo (…). Es un animal que se entrega a pantomimas de ferocidad para asustar a los demás, haciéndoles creer que es más fuerte y decidor”.
Por lo que menciona el autor en mención, se puede definir al “pelado”, como un actor inmiscuido en la vida cotidiana, de la que compensa sus fracasos con su agresividad masculina, que roza en el machismo que hasta la fecha se sigue conociendo, viviendo y sufriendo, y que combina etnicidad, psicología, política, y categoría de sexo y género, es decir, mestizaje entre indígena y ladino, complejo de inferioridad y de hombre colonizado y la naturalización de la cultura patriarcal, ejercitando un psicoanálisis social del mexicano como resultado del retrato psicoanalítico de los hombres habitantes en el país.
La alegoría de la nación mexicana, es la historia de la existencia de “el pelado”, un ser resentido, fanfarrón y locuaz que proviene de la zona suplementaria del mapa social, que representa el otro lado de “la raza cósmica”, de José Vasconcelos, al combinar las mejores virtudes de todas las razas, el hombre pintado en los murales y las imágenes propagandísticas y utópicas que dominan las construcciones de la identidad nacional, especialmente después de la Revolución Mexicana.
Existen otras obras literarias que describen al mexicano, como son las de Octavio Paz, José Revueltas, Juan Rulfo o las de Carlos Fuentes, en las que se da una discusión respecto a la masculinidad mexicana encarnada en un tipo hibrido y bastardo, siendo la narrativa construida en base al infortunio, la mala suerte y incompetencia.
“El pelado”, es un personaje que, en las películas, es reducido a una combinación explosiva de mala suerte y desafío que exhibe las contradicciones del hombre mestizo, cuya condición, reducida a los nulos privilegios y des legitimidad, explota en su actuar, siendo impulsivo y exaltado. Así lo interpretan el Indio Fernández, Pedro Armendáriz, Pedro Infante o Ignacio López Tarso, que en sus papeles muestran al sujeto que ha sido despojado de sus bienes, del amor, de su patrimonio, sus nombres o apellidos e inclusive de su honor, y como reacción a esta situación, actúa (cuando menos) sin diligencia, con rencor y odio, generando que con ello muchos de los que les ven o les vieran se sientan identificados, y ya sea consciente o inconscientemente seguir sus pasos.
En contraste con esta legitimación del hombre que sufre, observada en los melodramas mexicanos, “el pelado”, sigue cargando las señales de una patología social, que, en la obra de Ramos, se refiere a la virilidad como el último recurso de un sujeto que ha sido reducido a la nada y que la nacionalidad viene a calmar el retraso endémico en relación a la civilidad, mostrando como un instrumento de valor, al machismo emancipatorio y la precariedad, pues el ser pelado al machismo es como “Un náufrago que se agita en la nada y descubre de improviso una tabla de salvación”