TAYDE GONZÁLEZ ARIAS. ARENA SUELTA: CONTRA EL VIRUS O CONTRA LOS CIUDADANOS
México, es un país que tiene mucho tiempo sumido en la inseguridad, lastre que se le atribuye a la corrupción, desde el discurso del actual presidente, pero que existe en gran medida gracias a la pobreza y a la marginación en la que viven miles de habitantes de la patria mexicana, cosa que favorece que los niños y los jóvenes aspiren a ingresar a las filas de la delincuencia organizada antes que a una universidad de la que podrían obtener una carrera pero no el dinero que ofrece de manera rápida el inmiscuirse en actividades ilícitas.
Es muy fácil abrir la boca para decirle a la gente que haga o que no deje de hacer, incluso es sencillo imprimir documentos y enunciarlos en medios de comunicación negando a las personas que salgan de su casa, o evitando que vayan a los lugares a donde por instantes llegan a hacerles felices o bien a trabajar para obtener dinero y comprar lo que se requiere en los hogares.
Se nota que en la actualidad hace falta escuchar a los sociólogos, a los antropólogos o porqué no, a los mercadólogos, de tal suerte que se dejen de tomar medidas absurdas y torpes, como aquellas que restringen las actividades unos días pero que obligan a que en unas pocas horas se atasquen bancos, tiendas u oficinas de gobierno, para hacer los trámites que no se pudieron hacer en otros días u horas.
Si se tomaran medidas, alejadas del pánico y la prohibición se evitarían conductas de desobediencia y sin razón.
Hace falta que los que conocen las horas de salida de cada sector de la sociedad, que los que saben de movilidad urbana opinen y sean escuchados por las autoridades, con el propósito de que cualquier medida que se dé a conocer o se adapte pueda tener éxito.
A esta altura del partido, hemos escuchado desde mandatarios que invitan a inyectarse sustancias venenosas, hasta aquellos que creen
que el virus duerme y solo está activo en determinadas horas y días. Lo que causa gracia, risa y desde luego inconformidad, sobre todo por lo absurdo de algunos impedimentos, por lo nefasto de las políticas de salubridad que cierran o limitan el ingreso a espacios abiertos, pero saturan el número de personas en lugares cerrados. También da coraje, decirle a la gente que no salga a trabajar vendiendo la mercancía que con mucho esfuerzo lograron comprar para adquirir una ganancia y poder comer, vestir y calzar y de lo que dependen ellos y su familia sin antes garantizar un apoyo que mitigue sus necesidades más apremiantes.
Algunos no han querido comprender que la soledad también se muere, y que encerrar a la gente que ha mantenido una vida activa durante su niñez o juventud también es robarle vida. Por qué no se ha propuesto destinar rutas abiertas y cerradas, por qué no considerar la salida paulatina de niños y jóvenes, de adultos y de niños, porque no tomar como muestra la historia del docente guatemalteco que tomó sus ahorros compró un triciclo que convirtió en salón de clases y sin tener que saludar a sus alumnos pedaleo para visitar a cada uno de sus estudiantes de sexto grado y les está dando clase. Será acaso que para muchas y para muchos es cómodo no buscar en la creatividad como seguir estando intelectualmente activos.
¿Cuánto se ha invertido en la sanitización efectiva y real del transporte público y de los sitios públicos?, ¿por qué la banca y la grande empresa no ha dejado de cobrar sus intereses altísimos y por qué sigue su aumento en los cobros de agua, luz, teléfono y gasolina?, será acaso porque el interés económico ha rebasado a la salud, y porque los latifundistas siguen gozando del perdón y olvido del que siempre han gozado, y porque los gobiernos tiene un discurso a favor de los pobres pero siguen manteniendo los beneficios a los poderosos.
Ojalá que llegue la reflexión y pronta actuación a los que tiene el poder de tomar las decisiones que siguen llevándose las vidas de los adultos mayores, jóvenes y niños, ya sea porque no los dejan salir, porque no les impiden disfrutar de lo que les gusta, o peor aún, porque les impiden trabajar y les están limitado de alimento y de ser felices.
También es preocupante como se ha afectado a la pequeña y mediana empresa, pues son muchos los comercios que han tenido que cerrar,
gracias a que no ha existido un apoyo de financiación que permita que siga pagando sus nóminas o sus rentas, y se han configurado en bancarrota, renunciando a sus sueños de emprendedurismo y teniendo que despedir a empleados. Ya no más negocios cerrados, porque la autoridad los multa, y a algunos los obliga a trabajar a puerta cerrada, y a otros incluso les ha cancelado una licencia de operación que ya habían pagado, violando sus derechos humanos.
Algunas de las medidas para atacar el coronavirus, parecen ir más contra la gente que en contra de la pandemia.