Sólo le quito 6 minutos, Sr. Presidente Electo…
Oscar Espinosa Villarreal
Como la gran mayoría de los mexicanos, he seguido con atención la evolución política en nuestro país, desde que fue usted electo Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. No sólo obedece a que mantengo el interés por los asuntos públicos después de dedicarme a ello por casi treinta años, sino porque en estos últimos lustros he dedicado buena parte de mi tiempo al análisis de la realidad social, económica y política en este país, al cual, como usted, amo entrañablemente.
Me interesa enormemente seguir de cerca los temas que tienen que ver con su próximo mandato, pues estoy convencido de que la forma en que fue electo le confiere la posibilidad de iniciar una profunda transformación de la vida nacional, ya que la votación que usted y su partido obtuvieron les da el control, no sólo del Ejecutivo federal (y varios estatales), sino también de instancias legislativas de las que depende el marco jurídico que normará nuestra vida en el futuro. Cargan ustedes con la enorme responsabilidad de que dicha transformación lo sea para el bien de México y de su desarrollo económico y social.
Veo con gran interés lo que pretende hacer, pues los temas que ha considerado prioritarios han sido analizados estos últimos años en mis colaboraciones editoriales, otorgándoles esa misma condición de urgencia para ser atendidos, so pena de que, al no hacerlo, se cancele la viabilidad a largo plazo de este nuestro #México. Pobreza, desigualdad, vigencia del stado de derecho, combate a la impunidad, transparencia y rendición de cuentas, además de productividad, competitividad y desarrollo turístico, son algunos de los temas a los que me refiero.
A últimas fechas, específicamente a partir de las decisiones anunciadas respecto al NAIM, percibo con preocupación una indeseable polarización de la sociedad, por lo que creo que es momento de armonizar posiciones, buscando alcanzar el fin último de la política, que no es otro que conciliar lo posible con lo deseable. Ése es el propósito de este escrito, en donde propongo alternativas que concilien posiciones aparentemente enfrentadas.
En algunos de mis artículos he abordado el tema del NAIM, obra que por muchos años y por diversas razones fue pospuesta, y la cual me parece fundamental para contribuir a alcanzar ese México moderno y competitivo que se merecen nuestros hijos y nietos. Lo he hecho intentando mirar mucho más allá de la obra en concreto, analizándolo como un parteaguas que podría dar lugar a un México, y una Zona Metropolitana de la Ciudad de México modernos y que sean ejemplos de una visión de gran alcance a nivel mundial.
En relación con este proyecto se han expresado varias preocupaciones, tales como el elevado costo y el impacto presupuestal, el deterioro ambiental, la corrupción en la contratación, y la especulación inmobiliaria con manejo de información privilegiada, principalmente. A mí me parece que estos inconvenientes se pueden reducir o eliminar con una serie de acciones y modificaciones al esquema previsto originalmente, buscando un proyecto del tipo de los que un gobierno como el suyo, preocupado por los que menos tienen, ha propuesto. Me explico.
Por lo que hace al costo y al consecuente impacto presupuestal, creo que se podría convocar a una licitación internacional, en la cual se propongan cambios en materiales y en otros conceptos, de manera que se reduzca el costo de la obra (algo así como lo que sugirió el ingeniero Carlos Slim). En la misma, se puede plantear la venta de acciones de la actual concesionaria a algún grupo privado, pero poniendo como condición la colocación pública complementaria entre pequeños y medianos ahorradores e inversionistas, en un porcentaje no menor al 30% del total, de manera que éstos puedan participar en las utilidades futuras. Sería interesante (y desde luego factible) crear algún instrumento de inversión como las obligaciones convertibles en acciones, o cualquier otro esquema de lo que se conoce como cuasi capital para que cualquier persona pudiera participar.
A diferencia de lo hecho en la privatización aeroportuaria, y con el propósito de que en el futuro se revierta el aeropuerto al gobierno federal, creo que podría licitarse y otorgarse a aquel grupo que demande menos tiempo y rendimiento para la recuperación de su inversión y utilidades, de manera que, una vez transcurrido el plazo, el aeropuerto vuelva a ser propiedad de la nación, la que lo podrá dar o no, en ese entonces, en administración a terceros. Estoy seguro de que Nacional Financiera podría instrumentar esta operación perfectamente.
Adicionalmente, considerando que se trata de un proyecto de alta rentabilidad, propongo que el gobierno de México mantenga el 30% de acciones de voto limitado, de manera que se puedan vender más adelante capitalizando el valor agregado que se obtenga en los primeros años, sin que suceda lo que se conoce como «dejar dinero en la mesa». Una estrategia como ésta permite eliminar los gastos por cancelación, liberando recursos públicos que podrán dedicarse a otras obras de infraestructura o programas sociales que usted ha propuesto, y al final, el gobierno tendrá un activo de gran valor y fácil realización.
En lo que hace al tema ambiental, creo que el proyecto puede resultar, no sólo no negativo, sino muy positivo, si se maneja integral y simultáneamente al relacionado con los terrenos del actual aeropuerto, promoviendo sustituir este último por el más ambicioso y trascendente proyecto de preservación ecológica que se haya hecho en México, prácticamente dentro de la zona más poblada del país, para disfrute de millones de personas y como un fenomenal pulmón de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Para ello, habría que convocar a las más importantes organizaciones medioambientales nacionales y extranjeras, a proponerlo, utilizando la figura de una asociación público-privada para reducir impactos presupuestales en el corto y mediano plazos. En lo que hace al nuevo aeropuerto, las preocupaciones existentes en este sentido son ya atendidas, según lo indicó el estudio de impacto ambiental respectivo, el cual debe difundirse ampliamente (http://www.aeropuerto.gob.mx/ambientales.php)
Según se ha dicho también, hay otra preocupación relacionada con corrupción en el manejo de este proyecto, lo cual ciertamente debe ser castigado, de comprobarse algo en este sentido. Entiendo que la propia OCDE ha certificado que las licitaciones fueron transparentes y competitivas, pero aun así se podría convocar a dos o tres firmas con prestigio internacional, para que, al lado de sus colaboradores, hagan un nuevo diagnóstico que deje a todos tranquilos.
Y en cuanto a posibles especulaciones inmobiliarias con uso de información privilegiada, me parece que existe el recurso de limitar el uso del suelo o suficiente información registral y catastral que podría esclarecer este tema y dar lugar a las sanciones que quizás podrían llegar hasta la extinción de dominio, con lo que entonces podría pensarse en la posibilidad de complementar esto con un proyecto urbano de primer mundo que podría generar cientos de miles de empleos.
Seis minutos es el tiempo aproximado de lectura de esta columna, en la que me dirijo con respeto a usted, a sus puntos de vista y a sus decisiones, sin ningún otro interés que el de aportar propuestas que, atendiendo a sus preocupaciones, le permitan reconsiderar lo planteado hasta ahora y que sirvan para convocarnos a todos a hacer realidad el proyecto quizás más importante de nuestra historia.