POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS. ARENA SUELTA: SOBERANÍA ALIMENTARIA
Los problemas de salud a los que se enfrenta el mundo en la actualidad se desprenden en gran medida de los malos hábitos alimenticios, del sedentarismo o falta de ejercicio y, de la pobreza; condiciones en las que un número importante de habitantes del mundo, viven, aunado a éstos asuntos, existe otro que de manera directa o indirecta también hace mella, y se trata de la soberanía alimentaria.
Para poder tener lo prescindible respecto a la alimentación de un pueblo , para contar con la capacidad en la que el desarrollo sostenible garantice la seguridad alimentaria, con las implicaciones de la protección del mercado doméstico de una nación cuya adquisición de los productos pueda hacerse conforme a lo que se percibe con el salario y con disponibilidad de alimentos es como se logra y se habla de la soberanía alimentaria.
Es sabido que a pesar de que América latina y especialmente México somos de los grandes productores de alimentos, pero sin embargo no son los necesarios, ni los suficientes para referirnos como un país con soberanía alimentaria, lo que exige de las autoridades competentes (que este caso lo son todas) de prontas políticas públicas que fortalezcan y tengan como meta la suficiencia del alimento a sus habitantes.
En el marco de la Conferencia Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, celebrada en Montego Bay Jamaica los días del 5 al 8 de marzo del 2018, se habló de los problemas mundiales de obesidad y desnutrición, dos asuntos directamente relacionados con la alimentación, pues lo que comemos por tener esos alimentos a la mano o lo que no consumimos por no tener, nos ha hecho un país de obesos y desnutridos.
Resulta preocupante cómo un problema trae consigo otros, como en cadena, tantos asuntos preocupantes, pues al no tener alimentos adecuados que consumir se digiere lo primero que se encuentra, y entonces cuidar de una dieta que pueda ser rica en nutrientes para nuestro organismo se vuelve un lujo que solo pueden pagar quienes tienen para hacerlo, y aunque los problemas de sobrepeso como los de desnutrición no son propios de ricos o pobres, lo real es que cuando no hay que llevarse a la boca la opción de comer bien, es inexistente.
México no tiene cómo alimentar a todos sus ciudadanos, ni los ciudadanos voluntad para hacer ejercicio y eliminar o bajar los números de los que viven con sobrepeso, por lo que parece haberse quedado en la intención de educación el dar tiempo a la actividad física en las escuelas, como si realizar activación física fuera tarea de otros y no de voluntad propia. Los problemas que enfrentamos deben ser resueltos de manera bipartita, es decir que cada uno de nosotros seamos conscientes de lo que podemos cultivar y autoconsumir y de parte de las instancias gubernamentales crear campañas y programas que incentiven los huertos escolares, los cultivos en traspatios, la entrega de semillas y plantas que faciliten que cada hogar tenga que comer mediante sus propias cosechas y su naturaleza sea tal que la riqueza nutrimental se vea reflejada en la salud de los habitantes.
Los programas asistenciales con fines de nutrición especialmente destinados a los niños y jóvenes deben ser tan eficientes que sean en beneficio de aquellos que sí lo requieran o necesiten y no puede ser incentivos al voto o dádiva para obtener un beneficio electoral.
Los organismos internacionales deben exigir de sus estados que los conforman la correcta aplicación de los programas alimentarios, y han de trabajar de manera coordinada para que a la vez que se incentive y se cultiven los campos desarrollando la tecnificación y evitando el uso de los fungicidas, también se monitoreen los temas referentes al deporte, aunado a la prevención y tratamiento de la obesidad y la desnutrición. Además de ser consistentes en la solidaridad internacional para proveer de lo mínimo indispensable a aquellas naciones que lo requieran por el grado de marginación y hambruna que sufren y debido a que no se puede estar por siempre dotando a los pueblos y comunidades sin alimento se ha urgir a sus gobiernos la implementación pronta de programas permanentes y constante que superen estas situaciones adversas.
Si contáramos con un sistema de alimentación, de calidad, no fuéramos tan fácilmente presas de enfermedades como el actual coronavirus, puesto que nos encontraríamos fortalecidos en nuestro sistema inmunológico, sin embargo no sólo la denominada comida chatarra no nos nutre, sino que nos enferman aquellos alimentos que creemos sanos por ser frutas y verduras, pero en realidad. son logradas por cosechas obtenidas por la fumigación de fungicidas.