¿Por qué no tenemos bioetanol en las gasolineras? Por Felipe Sánchez Banda
#Saltillo, #Coahuila. 3 de agosto de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- En la actualidad, la producción de petróleo crudo en México ha disminuido. De acuerdo con datos del Sistema de Información Energética, en 2014 la producción de petróleo crudo fue de dos millones 428 mil 800 barriles diarios. En 2016, la producción cayó a dos millones 153 mil 500 barriles diarios, y continúa en descenso.
Además de la baja en producción de petróleo, los precios de los combustibles han aumentado constantemente durante el último año.
En este panorama, los biocombustibles parecen una opción lógica, sustentable y económica ante los altos costos de los combustibles fósiles. Sin embargo, en México casi no existen lugares que puedan ofrecer biocombustibles como el bioetanol para consumo cotidiano, a diferencia de otros países de Europa, Norteamérica y Sudamérica.
¿Por qué México no cuenta con biocombustibles disponibles en las gasolineras como ocurre en otros países? Investigadores de la Facultad de Ciencias Químicas (FCQ) y la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Coahuila (Uadec) explican las razones de la falta de biocombustibles en las estaciones de servicio de México, el contexto tecnológico y económico del tema, y un proyecto universitario para impulsar el consumo de bioetanol en la sociedad mexicana.
Carencia de biocombustibles multifactorial
Los especialistas de la Universidad Autónoma de Coahuila, desde sus diferentes áreas, coinciden en que la falta de biocombustibles al alcance de los ciudadanos es un problema multifactorial que involucra desde aspectos técnicos, infraestructurales, económicos, legales, entre otros. Inicialmente, los especialistas plantean la necesidad de México para producir combustibles alternativos y la alta dependencia a los combustibles fósiles como el primer factor.
“Hay que recordar que tenemos un monopolio productivo que es Pemex, y que hasta hace muy poco, hace dos años, todavía era el dueño total del abastecimiento del combustible, en este caso gasolina y diesel en sus diferentes versiones; y retuvo por cuestiones del interés público la producción de otras alternativas que pudieran sustituir la gasolina (…) No estaba interesado en investigar ni en invertir en alternativas que pudieran ser más benéficas en términos de costos, y se dejó de lado la posibilidad, ni siquiera a nivel de investigación”, comentó el doctor Francisco Antonio Serrano Camarena, profesor investigador de la Facultad de Economía de la Uadec.
Los investigadores añadieron que a pesar de existir una mayor apertura energética, la falta de infraestructura y, en consecuencia, la baja producción de bioetanol son razones clave que no permiten que existan biocombustibles de forma más accesible.
“La escasez, la falta de producción de etanol, también se debe a que no tenemos una infraestructura disponible. Científica y tecnológicamente no hemos invertido en ello; hasta hace no más de seis años, esto prácticamente no existía, y empieza a existir hasta 2012-2013 cuando empezamos a ver el problema del precio de la gasolina y volteamos a los ejemplos de otros países, principalmente Sudamérica que son los que tienen el liderazgo en esto”, indicó Serrano Camarena.
El doctor Leopoldo Javier Ríos González, profesor investigador del Departamento de Biotecnología de la Facultad de Ciencias Químicas de la Uadec, subrayó que la baja producción de bioetanol en México es un factor determinante para que no esté al alcance del consumidor.
“Datos de 2017 arrojaron que México produjo alrededor de 120 millones de litros de etanol anhidro. Esa cifra es pequeña para la cantidad de vehículos que circulan en nuestro país”, comentó.
El científico Ríos González detalló que, dentro de los proyectos del departamento, desarrollaron tecnología de producción de bioetanol de segunda generación, a partir de Agave lechuguilla. En este proyecto propusieron la instalación de una planta para producir cerca de 80 millones de litros de bioetanol anuales. Es decir, 40 millones de litros de bioetanol menos a lo que se produce actualmente a nivel nacional, esencialmente, a partir de sacarosa de caña de azúcar.
“Este escenario que nosotros planteamos era para abastecer el parque vehicular del estado de Coahuila que el Inegi proyecta para 2020, con un mezcla pequeña de seis por ciento de etanol por litro de gasolina (…) Estos 120 millones de litros anuales, que se producen actualmente en el país, sería suficiente para abastecer el parque vehicular de la Ciudad de México únicamente por cinco semanas, a una mezcla a seis por ciento de etanol. El tema de por qué no hay etanol en las gasolineras se deriva a que no tenemos producción”, subrayó Ríos González.
A pesar de que existe mayor apertura energética, otra razón para la ausencia de bioetanol es que aún existe una restricción legal para la venta de bioetanol en las zonas metropolitanas de Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, por parte de la Comisión Reguladora de Energía, a través de la Norma Oficial Mexicana (NOM-016-CRE-2016): Especificaciones de calidad de los petrolíferos. En el resto del país existe libertad para el uso de bioetanol o mezcla de gasolina con 10 por ciento de bioetanol.
“La única restricción legal es a la venta pero no a la producción, específicamente en tres áreas del país, las áreas metropolitanas de Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México en una ley de 2016. No existe una razón y quedó esa restricción. No hay explicación ni económica, productiva ni ambiental”, enfatizó Serrano Camarena.
El doctor Ríos González agregó que otro factor que limita la venta de bioetanol en México a nivel masivo es la falta de aceptación y desconfianza del público a esta alternativa energética. Sin embargo, los automovilistas cada vez tienen mayor apertura hacia el consumo de biocombustibles.
“Poco a poco más gente se va desengañando del mal concepto hacia los biocombustibles, ese es otro factor importante por que no han llegado los biocombustibles a las gasolineras, no se ha aceptado al cien por ciento por el público. Cada vez se acepta más, el público se va a ir desengañando con el uso de biocombustibles en vehículos particulares”.
Los especialistas indicaron que, a pesar de este contexto que parece desfavorable para los biocombustibles en el país, en el corto plazo habrá un crecimiento importante en el área que permitirá dar mayor cobertura en México hasta llegar a una venta masiva a través de los años.
“Apenas estamos construyendo la infraestructura y el capital humano necesario para poder proporcionar a México un esquema de aprovisionamiento de etanol suficientemente importante, como para que los comerciantes de gasolina volteen a vernos. No se tendrá bioetanol para abastecer a todos en unos 15 o 20 años. El bioetanol se va a desarrollar por obligación, por los costos en los siguientes tres o cuatro años, muy rápido, y es ahí donde nosotros tenemos que subirnos a la ola, por los altos precios de la gasolina”, resaltó.
Ríos González agregó que en el presente, a través de diferentes dependencias como la Secretaría de Energía (Sener) y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), diferentes científicos desarrollan proyectos para la creación de nuevas refinerías para la producción de bioetanol en diferentes zonas del país.
“Se tiene proyectado que en los próximos dos años se duplique la producción de bioetanol que tenemos en el país. Se tiene proyectada la instalación de plantas en Sinaloa para producir etanol a partir de caña de azúcar, en Jalisco, a partir de agaves, una en Veracruz, a partir de caña de azúcar, y otra en Tamaulipas que producirá alrededor de 120 millones de litros de etanol, a partir de sorgo dulce. Con esto se brindará la posibilidad de tener mayor capacidad productiva y la posibilidad de que nuestras estaciones de servicio tengan mezclas de etanol con gasolina”.
Gasolinera universitaria sustentable
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, los investigadores de la Uadec explicaron que en la actualidad desarrollan un proyecto para instalar una estación de servicio de gasolina mezclada con bioetanol para el consumo de los vehículos de la institución y público en general.
“Planteamos a la universidad la posibilidad de que seamos la primera universidad pública en nuestro país que instale una estación de servicio que ofrezca a los vehículos de la universidad y público en general una mezcla de gasolina con etanol, con el fin de disminuir los costos por el combustible y contribuir con el cuidado del medio ambiente. Con base en nuestros estudios con el combustible que hemos obtenido, la emisión de gases se reduce entre 40 a 60 por ciento con respecto al uso de únicamente gasolina”, detalló el científico Ríos González.
Los especialistas añadieron que este proyecto tiene como objetivo integrar, a nivel nacional, un nuevo esquema educativo donde diversas carreras de la universidad trabajen en conjunto para generar un impacto mayor en la sociedad, a través de investigación aplicada desarrollada en la institución.
“Enseñar a la sociedad que lo que hacen los investigadores y estudiantes puede tener un impacto mayor, investigación aplicada que llegue al bolsillo de la gente a través de un ahorro. La investigación llega a tu bolsillo porque en lugar de que pagues 18 pesos de gasolina, la vas a pagar en 16 pesos. Son más o menos dos pesos los que te podrías ahorrar con una mezcla de 14 por ciento de etanol”, puntualizó Serrano Camarena.
La idea central de este proyecto es desarrollar un modelo de negocio basado en la instalación de una estación de servicio de combustible sustentable y vincular a estudiantes de diversas carreras como ingeniería química, licenciatura en economía, administración de empresas, entre otras, para optimizar su formación profesional en la práctica directa mediante la aplicación de sus conocimientos.
En este momento, los especialistas desarrollan el modelo de negocio y gestionan fondos para la instalación de la estación de servicio.
“Queremos empezar a estructurar el modelo de la formulación, de evaluarlo para presentar números precisos sobre lo que un esquema de negocios daría a la universidad y, desde luego, lo que proporcionaría como modelo educativo”, subrayó el doctor Serrano Camarena.
Al finalizar el desarrollo del modelo de negocios, los especialistas comenzarán diversos procedimientos para obtener las autorizaciones necesarias de acuerdo con la ley.
“Empezaremos a hacer los procedimientos administrativos de las negociaciones con Pemex, y los permisos correspondientes entre septiembre y diciembre, para ver la oportunidad de empezar la construcción en un punto de venta con dos bombas, tentativamente, en el campus Arteaga de la universidad, y empezar operaciones, probablemente, en agosto de 2019”, especificó Serrano Camarena.
Ríos González agregó que, en una primera etapa, el bioetanol que se mezcle con gasolina para este proyecto será producido a partir de materias primas como caña de azúcar y adquirido de las plantas productoras más cercanas de estados como Tamaulipas o Veracruz, y que pudieran abastecer la estación de servicio de la Uadec.
Sin embargo, los investigadores enfatizaron que en una segunda etapa tienen el objetivo de aplicar las tecnologías desarrolladas en la universidad para la generación de biocombustibles propios.
“Nuestra visión también es aplicar las tecnologías de producción de etanol de segunda generación que hemos desarrollado en la universidad, utilizando biomasas lignocelulósicas, con el propósito de contar con bioetanol producido de materias primas que no cumplen una función como ingredientes alimentarios, por ejemplo el Agave lechuguilla”.
Ríos González resaltó que en México hay diferentes investigadores e instituciones que han desarrollado tecnología de calidad para la generación de biocombustibles. Sin embargo, debido a que las inversiones iniciales para biorrefinerías o plantas productoras de biocombustibles son altas (300-350 millones de dólares de acuerdo con su proyecto con Agave lechuguilla), la disponibilidad de biocombustibles a gran escala está limitada. Por lo que invita a los empresarios a invertir en este sector que detonará en el corto plazo.
“Es un modelo que en los próximos dos o tres años va a crecer enormemente y detonar de forma importante. En México existe la tecnología en el tema, hace falta inversión para lograr un escalamiento y producción masiva”, enfatizó.