Memoria corta
Memoria corta
Arena suelta
Por Tayde González Arias
El tiempo ayuda a superar conflictos, más aún cuando se hace acompañar de estrategias que sanean por tener como espíritu que les mueve el bien común, las cosas buenas reúnen tanto o más que aquellas cuyo fin es el mal o hacer daño. En la historia de la humanidad hemos sido testigos de cómo se han erigido ejércitos que han conquistado y avasallado culturas, pero también hemos atestiguado de personas que con un espíritu de paz han hecho triunfar ideales en naciones y el mundo entero; mediante acciones que algunos han cubierto con el olvido pero que también para muchos su frescura vive en nuestras memorias.
Se dice que el pueblo que olvida su historia como condena recibirá ser víctima de repetirla, lo que sin duda refiere a los ciudadanos cuyo aprendizaje se refleja en no aceptar olvidar cada cosa o tiempo, posiblemente sea mejor superar y comenzar etapas mejores, teniendo como ejemplo y estrategia lo antes sucedido, pero como conocimiento y como experiencia la memoria debe ser la que guíe los pasos futuros.
No olvidar cómo estuvimos ayer para evaluar el presente, es parte de una manera de ver la vida y las cosas con mayor crítica. Hay una enfermedad en la que con la edad (incluso a veces pronto) se presenta en el ser humano y se trata del olvido, es sufrible no recordar qué pasó ayer, o cuál es el nombre de un familiar cercano, lo que sin
dudas aflige a muchos de los allegados al enfermo y frente a esta analogía no podemos ser una comunidad, un pueblo, una nación el mundo que se deje manipular por el momento o la temporada y olvide su pasado.
¿Cómo vivíamos antes?, ¿qué ha mejorado?, ¿cuánto hemos cambiado? En el camino, qué tropiezos nos dimos y cuál fue el motivo, son solo algunas de las interrogantes que nos permiten ser dignos de mejorar el camino. Si de los 500 años de esclavos en los que por error entregamos la grandeza del pasado en donde dimos riquezas por espejos, aprendimos a no dejarnos engañar, el presente exige seguir en el análisis de lo que nos han dado, lo que nos han quitado y aquello en lo que podemos ver oportunidades de crecimiento.
La idea de años, de que el que no tranza no avanza, debe de ser desterrada del pensamiento de los mexicanos y la memoria nos debe alcanzar para saber que como el chango viejo no aprende maroma nueva. Las nuevas juventudes se funden en el valor de la palabra y en las buenas y mejores acciones en favor de sí, y de los demás.
Pasar de los sucesos a la acción, es una responsabilidad que exige más en los tiempos de decisiones analizar y confiar en mejorar, con la memoria de por medio, se trata de subsumir y superar lo que pasó y nos afectó o nos dolió, pero también de proveer y avanzar, de hacer mejoras, de que todo lo que no nos funcionó se fulmine, que acabe, se evite, y entonces reiniciar con las nuevas formas y maneras que nos lleven al progreso y bienestar social y personal.
Los recuerdos, recuerdos son, pero mientras se presenten viven. No se trata de ninguna manera de vivir inmersos por siempre en el dolor que pudiera causarnos algún acontecimiento o en una elevada alegría por el pasado, pero sí es importante que en el marco de los sucesos la planeación del futuro guarde certeza de un mejor porvenir.
México no puede olvidar su pasado, porque es referente para caminar al futuro, lo mismo aplica en cada uno de sus estados y pueblos que lo integran, más allá de la poca fe o del desgano que se tenga en diversos temas como lo son los sociales y políticos, siempre hay la posibilidad de retomar el camino, caer en la apatía, y dejar de votar o elegir a nuestras autoridades es por ejemplo un momento ideal para que una vez que vivimos en buenas o malas condiciones pasadas se vuelva a creer y se otorgue el triunfo a quien presente mejores plataformas, del mismo modo se castigue a aquellas o aquellos que probadamente se pusieron del lado de las chicanadas, la tranza y los malos manejos.
Olvidar que nos hicieron daño, que nos roban o nos desfalcaron impide tener precauciones y nos expone a lo mismo, si antes vivíamos mejor retomemos el camino y confiemos en la gente y las líneas que nos llevaron por el buen sendero, y si por el contrario el pasado fue de temor, inseguridad o incertidumbre, veamos qué es lo que queremos, pero no olvidemos que en la memoria se recoge lo que puede hacer que tomemos partido al buen fin o al mal camino.
Solo en la memoria hemos de guardar aquellos momentos que nos alienten a ser mejores y de los malos no borrar lo sinuoso, y problemático que nos han complicado la vida. Así como los sabores que más nos gustan o nos desagradan, vivamos con lo bueno para sumar y lo malo para evitar de lo que subsiste en nuestra memoria como recuerdo. Que la memoria de México sea tan larga para aprender de ella y tan corta que facilite tomar decisiones certeras.